24M: Marchar para denunciar y para encontrarse
La marcha no llegó de una sola vez a la plaza; fue llegando a lo largo de varios minutos. Bajo la lluvia, la gente que venía marchando cantaba con una energía arrolladora. Como suele suceder en Tucumán, los vendedores ambulantes parecen emerger de bajo las baldosas con las cosas que hacen falta comprar en el momento mismo en que cambia el clima. Por eso en medio de la marcha algunos paraban a comprar un paraguas o una capita para la lluvia y tras cubrirse seguían entre aplausos y cantos. Los cantos se turnaban entre los ‘clásicos’ y los nuevos que temprano se habían podido leer en las fotocopias que se habían repartido. Igual, cuando la marcha se acercaba a plaza Independencia las canciones ya habían sido aprendidas.
La alegría de los que marchaban se entiende cuando se piensa que ya pasaron 42 años. Que las luchas a lo largo de estos años enseñaron a preservar la sonrisa y a —como dijera Benedetti— defender la alegría como una trinchera. La alegría de saber que cada año la marcha del 24 de Marzo es más multitudinaria. La alegría de ver jóvenes que eligen hacerse cargo de ‘las banderas de los 30 mil’ por sus propias convicciones. La alegría de encontrarse en los otros y con los otros en las calles y reconocerse como luchadores.
De espaldas a casa de Gobierno terminó la marcha repudiando las medidas del Ejecutivo provincial alineadas con el ajuste y la represión implementadas desde Nación. Mientras se leía el documento el cielo parecía desplomarse, pero nadie se iba, todos escuchaban y ante cada punto brotaba un canto de apoyo. Hasta la lluvia tuvo su propio canto. No falló el audio, no falló la voz, no falló nada. Tampoco el aguacero que sumaba aplausos al grito de ¡30 mil compañeros detenidos desaparecidos! ¡Presente!