Dos jornadas, la misma lucha
Mayo fue el mes de la lucha contra la violencia institucional y las actividades de cierre debieron suspenderse por razones climáticas. Finalmente, la semana pasada se concretaron dos jornadas diferentes que ocuparon el espacio público y que se propusieron pensar y visibilizar los casos de gatillo fácil y de violencia policial en la provincia.
El jueves 14, en la plaza Hipólito Yrigoyen, de espaldas al Palacio de Justicia, militantes de distintos espacios compartieron unos mates, las experiencias de lucha y las instancias en las que se encuentran con respecto a las consignas particulares de cada uno. La convocatoria a este ‘Encuentro de mesas’ estuvo a cargo de la Mesa de apoyo a la causa Ismael Lucena y contó con la participación de los espacios de apoyo a las causas de Javier Chocobar, Miguel Reyes Pérez, Facundo Ferreyra y las representantes de la agrupación LOTO-Libertad y Orgullo Trans Organizadxs y del movimiento feminista Ni Una Menos-Tucumán. “Los objetivos de esta propuesta fueron reanudar la visibilización de esta causa porque la familia de Ismael sigue esperando por una sentencia firme y encontrarnos para conocer el estado de todos los casos que están atravesados por la violencia institucional”, señaló Julia Albarracín, abogada de la familia de Lucena.
El encuentro | Fotos de Ignacio López Isasmendi
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La denuncia se hizo festival popular
“A Reyes yo lo quiero recordar con alegría, porque él era muy divertido, siempre me hacía bromas, siempre me sacaba una sonrisa aunque yo no tenga ganas”, decía Ana Reales, mamá de Miguel Reyes Pérez durante la radio abierta que acompañó la jornada del sábado por la tarde. Y así fue la actividad organizada por el espacio de articulación entre las Mesas Justicia por Miguel Reyes y No a la baja: un festival popular lleno de música y colores para denunciar la violencia policial y exigir justicia por todas las víctimas de gatillo fácil.
La murga fue la encargada de abrir una fiesta que se extendió hasta la noche. Recorrieron las calles del barrio San Cayetano, donde vivió Reyes y aún vive Ana, y de esa manera congregaron a los vecinos que se acercaron a cantar y bailar, tomar chocolate caliente y escuchar las historias de otras víctimas, de otras madres. La lucha es colectiva y consiste en ir encontrándose y reconociendo que no se está solo, juntando fuerzas y exigiendo que la Justicia mire para donde tiene que mirar.