La Palta

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"Cuando mata la Policía mata el Estado"

"Basta de gatillo fácil" fue el grito que se escuchó en la tarde de ayer en las calles céntricas de Tucumán. Las voces que lo entonaron son las de los familiares y amigos de las víctimas de la brutalidad policial. En el marco de la marcha nacional contra el gatillo fácil se convocaron junto a organizaciones sociales, estudiantiles y políticas para exigir justica y denunciar una práctica cotidiana de las fuerzas de seguridad.

"Cuando mata un policía mata el Estado". La frase acompaña cada manifestación que los familiares de víctimas de gatillo fácil llevan adelante en Tucumán y convoca a reflexionar acerca de la sistematicidad de la violencia policial en la cotidianidad local. No se trata solo de agentes indisciplinados o poco profesionales. Se trata de una institución que está convencida de que los débiles de la sociedad pueden ser el foco de acción desmedido del poder represivo que el Estado delega en su fuerza de seguridad ciudadana; es la formación violenta que reciben los agentes y que luego aplican sobre los jóvenes de escasos recursos porque los saben menos, como los suboficiales saben menos a los agentes. Se trata de una cadena vertical de sumisión, donde el poder se ejerce sobre el eslabón inferior, donde se ha perdido casi todo vestigio del deber ser institucional y la demostración de fuerza y la humillación del otro es lo único que importa. Se trata también de un Estado que avala estas prácticas de forma abierta como con la llamada “doctrina Chocobar” en el caso del gobierno nacional o con menos vehemencia, pero la misma eficacia con el apoyo legal que le brinda el Ministerio de Seguridad de la provincia a los policías acusados de matar por la espalda a Facundo Ferreira.

Facundo, Miguel Reyes Pérez, María José Gordillo, Emanuel Gallardo, Ariano Biza, Jalil Juárez, Alexis Noguera, Ismael Lucena y tantos otros son los ejemplos más extremos de este accionar violento de la fuerza policial, sin contar los cientos de denuncias de torturas dentro de las comisarías o golpizas en la vía pública.

La marcha | Fotos de Ignacio López Isasmendi

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