Explosión

La mosca abrió sus alas rápidamente y voló cuesta arriba. Sabía que era ínfima, el final de la mesa no podía verse desde el piso, el otro extremo de la habitación tampoco.

Sobre la mesa aparecía un cuadrado gigante, del que salían ruidos y al que llegaban unas cosas alargadas, parecidas a serpientes, pero estas no se movían; a su lado un rectángulo igual de grande del que salía una luz muy tentadora, al que a veces iba a descansar, aunque era ahuyentada por una mano humana gigante.

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Vino, cerveza y velas en la mesa

El día que nos comimos ingresé al departamento chico de la calle Rioja. Violeta como vos, todo ordenado, humo de sahumerio y recuerdos escasos en llamadas de teléfonos, recados pegados a la heladera, ropa sin planchar. Ambientes chicos, qué carajo. Mentes chicas, qué carajo, como la nuestra, pendejos de mierda, desconcertados de ser hippies con techo, militantes sin armas, captores de la verdad sin libros ni credencial de periodistas. En esa época tan complicadamente tranquila, solo éramos.

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Instrucciones para cocinar un huevo

Figúrese un huevo en su mano. Todo blanco el pobrecito, tan chiquito y tan frágil. Vamos, imagíneselo. Ovalado, me gustaría que fuera redondo, como cuando es frito, pero con más volumen, con más presencia. Solo dele tiempo. Lo primero que hará será, con mucho amor, llenar un pequeño jarrón, o grande, es cuestión de gustos, con agua. Mucha agua preciosa, origen de la vida. Bien líquida, y puede ser fría o caliente, da lo mismo.

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El lado de Chile

La noche que nos encontramos fue rara, distinta. El viento soplaba hacia el oeste, del lado de Chile, y los edificios estaban adornados por un brillo especial, una sensación de caramelo. Fue muy fácil. No somos ni amigos, ni novios. Nos conocemos y nos llevamos bien. Fue muy suelto, muy algo que ninguno de los dos haría. Hicimos el amor en tu casa. Hicimos el amor entre tus sábanas porque tus hermanos no estaban y vos te sentías sola y yo me sentía solo por la eterna historia, el eterno retorno y cuestiones de un escritor de plumas baratas, que se preocupa más por los trazos que por la historia que está intentando contar.

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Luna

¡Por Dios que hace frío fuera! ¿No puede una dormir en paz por el amor de Dios? La levantan a la madrugada y ¡ayyy! Hace tanto frío. ¡Es de noche afuera incluso! Está demente esta chica. Y Margarita no volvió todavía, estoy muy preocupada. Salió ayer a la mañana de aquí y hasta ahora no hemos sabido una palabra de ella ¿Qué le habrá pasado?

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El sueño de volar

Dormías muy cómoda en esa cama. Todavía pienso cómo hacías. Para mí era imposible dormir en cualquier cama de los hoteles que visitábamos.

Era plácido verte, yo fumando, vos con el cabello regado en la almohada y el cuerpo bañado en sudor, cubierto por esa fina película gris, puesta ahí en categoría de sábana blanca. Manchada por el incontable número de parejas que habían pasado ya por ella.

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