Una marcha que no se detiene
A lo largo de la semana, los tucumanos se topan con diferentes marchas que entorpecen el tráfico por las principales calles de la ciudad. Algunos días son los autoconvocados de la salud, otras veces las víctimas de la impunidad en Tucumán o los jubilados reclamando por el 82% móvil, pero todos los miércoles se puede ser testigos de una manifestación particular, la de un grupo de mujeres que viven día a día la tristeza y el sufrimiento de ser madres de jóvenes adictos al paco. El consumo de esta sustancia "barata" y fulminante se está extendiendo de forma agresiva en los sectores más humildes de la provincia. Existen zonas muy vulnerables como la Costanera, Villa 9 de Julio, el Palomar, entre otras, donde el paco se presenta, por estos días, como el principal enemigo de chicos y chicas sumergidos en la pobreza y marginalidad, dejando como saldo la exclusión social, prostitución de niñas a cambio de la sustancia, tristeza en las familias de los adictos e incluso sus propias muertes.
Mientras que por mucho tiempo las autoridades del gobierno manifestaron que esta sustancia no existía en Tucumán, las "Madres del pañuelo negro” se hicieron escuchar por medio de marchas en las que pidieron ayuda al gobernador, a sus ministros y a la sociedad en general. Al grito de “vida si, droga no”, estas mujeres lograron imponer el tema en la agenda ciudadana y, de este modo, advertir a la sociedad que este flagelo existe, que no hace diferencia de sexo, edad e incluso clases sociales. Por medio de sus testimonios, las madres del pañuelo negro quieren dejar el mensaje que en Tucumán la droga se hace presente y que está matando a los jóvenes.
En su comienzo, las mujeres que integran hoy la agrupación de “Madres del pañuelo negro” pertenecían a las “madres de la esperanza”, pero dejaron de lado el color verde de sus pañuelos para teñirlos de negro cuando Cristian Villagra, un joven de 32 años de edad que se encontraba en rehabilitación, luego de una recaída tomó la decisión de quitarse la vida el 5 de junio del 2010. Desde entonces, la vida de Dora Ibañez, su mamá, y la de todas sus compañeras en la lucha cambió para siempre.
En dialogo con La Palta, Dora relató su historia, y sus ojos se inundaron de lágrimas. Pero manifestó con seguridad que no permitirá que el dolor le gane la pulseada, y al igual que sus compañeras de lucha, prometió trabajar arduamente para lograr desterrar por completo el paco de los barrios tucumanos.
En sus gritos a viva voz, las madres del pañuelo negro solicitan que en la provincia exista un centro de atención especializada las 24 horas del día, donde el diagnostico y desintoxicación de la enfermedad sean totalmente gratuitos. Este centro deberá contar con ambulancia adaptada y médico especializado para que los chicos sean contenidos. Otro punto fundamental es que la justicia condene a los “dealers” por vender con total impunidad la sustancia. Un gran sueño que tiene cada una de estas mujeres y sus familias, es que los chicos rehabilitados puedan reinsertarse en la sociedad, por medio de talleres de oficio que permitan a los jóvenes conseguir un trabajo digno y poder alejarse por completo de las drogas.
A mediados del año pasado, la agrupación de madres tuvo la oportunidad de reunirse con el gobernador, José Alperovich, quien se había comprometido a tomar cartas en el asunto, “todo lo que podamos hacer para ayudarlos lo vamos a hacer” y "El dolor de las madres del paco, es el dolor mío”, fueron las frases que habría manifestado el primer mandatario. Sin embargo, meses después las grandes promesas no se cumplieron y el problema sigue latente dejando cada vez más victimas a raíz de este flagelo.
Pero aun así estas mujeres, las madres de las víctimas del narcotráfico, la vienen luchando desde hace dos años, siguen exigiendo soluciones a las autoridades, denunciando los sitios donde se venden las drogas, realizando marchas, alertando a otras madres sobre los peligros que corren sus hijos y recorriendo las calles durante las noche para ayudar a los jóvenes a escapar de la droga. A cambio de esta lucha, sólo han recibido por el momento amenazas por parte de los vendedores de drogas e indiferencia por parte de las autoridades, frente a la multiplicación del avance del paco, problemática que afecta a todos los miembros de la sociedad tucumana.