Todos tenemos derecho a gritar
La libertad para decir, contar, gritar y callar es un derecho del que todos las personas deben servirse. La comunicación es parte de la cultura y la atraviesa desde sus bases. Por eso, es innegable el carácter universal de la misma en cualquier sociedad y su grado de importancia como pilar democrático y herramienta de construcción colectiva. El 3 de mayo se declaró el Día Mundial de la Libertad de Prensa desde las Naciones Unidas con la idea de "fomentar la libertad de prensa en el mundo al reconocer que una prensa libre, pluralista e independiente es un componente esencial de toda sociedad democrática". Día que tiene como objetivo reconocer la palabra como la mejor arma de defensa frente a la impunidad, la corrupción, el totalitarismo y la falta de derechos.
Esta fecha llama a reconocer la voz como pieza fundamental para una sociedad que tiende a la igualdad. "Toda comunicación tiene como contexto la acción política y la militancia. No importa desde que lugar lo hagas", expresa Marta Rondoletto*, haciendo referencia a la libertad de expresión de cualquier ciudadano. Es decir, un derecho que no se limita a la prensa o la comunicación como oficio o profesión, sino a la libertad de expresión como derecho de toda persona.
En Argentina la libertad de expresión fue violada en sucesivas oportunidades con la represión, la tortura y la corrupción. El punto de mayor golpe a este derecho se dio con la dictadura militar del '76, cuando la información y los medios eran censurados legalmente. Así se luchó para desencadenar las voces a través de agencias de noticias clandestina como ANCLA, dirigida por Rodolfo Walsh, grupos de inteligencia y nucleamientos de familiares de desaparecidos que enfrentaban el terror guiados por el amor hacia sus seres queridos.
Desde los orígenes de la humanidad, la comunicación es necesaria para la sociabilización y, sobre todo, la supervivencia. Por eso los primeros nucleamientos de los familiares de desaparecidos se organizaron para dar a conocer lo que pasaba con la dictadura genocida. Por instinto, padres, abuelos y amigos salieron a la calle buscando a sus familiares y generando pautas comunicativas tratando de que la gente sepa. Mientras, el aparato represor planificaba la comunicación para seguir manteniendo la incertidumbre y ocultando su accionar.
En este sentido, resulta necesario entender la importancia de este derecho y conocer la estrategia con que se llevaron a cabo las censuras y las violaciones a la libertad de expresión. La falta de información resulta tan peligrosa como la falta de derechos. "Hay una tendencia a dar la perspectiva del periodista y dar lo que entiende el periodista y nosotros sabemos que por una serie de circunstancias no se llega a la sustancia del conflicto y de la realidad de las políticas genocidas. A nosotros nos interesa que no solamente se hable de nuestros desaparecidos en tanto víctima, sino que se hable del por qué se llega a esa instancia", expresa Rondoletto y agrega "que se sepa que acá un hubo un plan sistemático que tuvo su razón de ser con un plan político-económico. Si nuestra sociedad no lo ve, nunca va a ser consciente de lo que pasó y lo que va a pasar".
Es claro que en la actualidad la libertad de prensa está presente. Sin embarga, muchas son las marchas en la que el pueblo exige respuestas y reclama un gobierno que garantice prensa libre, tal vez invadidos de bronca o tal vez atravesado por modelos culturales. "Cuesta mucho asumirse como ciudadano libre. Entendiendo a la libertad con responsabilidad y solidaridad", explica Marta y añade que "esa gente que sale a reclamar tiene todo el derecho de hacerlo. Lo que debería hacer es cuidar que dice porque se contradice. Tienen un discurso incoherente al reclamar libertad por las calles", cuando la calle es uno de los signos más fuertes de la libertad.
Por ello, como sostén fundamental de la democracia, la libertad de expresión debe ser aplicada con conciencia y respeto. "Las empresas y la sociedad se tienen que adecuar a esta realidad de lo que significa vivir en democracia con todas las tensiones, contradicciones y fricciones", concluye Marta Rondoletto dejando en claro que la responsabilidad está en la ciudadanía. Una ciudadanía que se construye todos los días y que necesita apropiarse de sus derechos.
Javier Sadir
jsadir@colectivolapalta.com.ar
*Marta Rondoletto: integrante de FADETUC (Familiares de Desaparecidos de Tucumán); presidenta de la Fundación memorias e identidades del Tucumán- Tucumanpa Yuyaynim.