Luchar desde los márgenes
“La muerte es un animal maldito que se esconde en los bordes de la humanidad. Juega entre luces azules, amaga, desafía, se ríe y luego clava para siempre su puñal finalista. Cuando llega por el paso de los años es triste y absurda, cuando la trae el Estado es imperdonable”.
Detrás de Luciano, Damian Piraino.
Construir como sociedad es algo que muchas veces se hace cuesta arriba. Intereses que se mezclan, muchas veces opuestos, hacen de la construcción un arduo trabajo, pero no por eso irrealizable.
Remar contra la corriente inviste de una gran responsabilidad a quienes llevan esta tarea adelante. Pero cuando se conoce lo que hay detrás del poder y la corrupción no se puede mirar para otro lado. Hay que vivir con ello y hacerlo bandera de lucha, porque, como decía el ‘Che’, “sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo es la cualidad más linda de un revolucionario”.
Hacer la revolución desde los márgenes no es tarea sencilla. Cuando la justicia está del lado de la impunidad, encontrar un Nunca Más para los Luciano Arruga, los Ismael Lucena, los Javier Chocobar y tantos otros, se termina convirtiendo en un camino sinuoso donde lo único inquebrantable es la búsqueda de esa justicia esquiva.
En este afán de buscar justicia desde los márgenes es que se implementan estrategias que tienen como objetivo convocar, develar las causas, que la gente sepa y se comprometa, porque las luchas son un largo camino y a veces el cansancio empieza a pesar sobre los familiares y amigos de las víctimas. Un claro ejemplo de estas luchas es el caso de Luciano Arruga, un joven de 16 años desaparecido en 2009. La última vez que lo vieron con vida fue en el entonces Destacamento Policial de Lomas del Mirador, Buenos Aires. A partir de peritajes y testimonios se deduce que la policía sabe dónde está. Antes de ser secuestrado, policías de ese destacamento le habían ofrecido robar para ellos en zonas liberadas. Luciano se negó, lo que hizo que fuera sistemáticamente hostigado por las autoridades policiales.
Más de cuatro años pasaron desde que Luciano desapareció. La causa está caratulada como “Averiguación de paradero de persona” y se pide que se cambie la misma a “Desaparición forzada de persona” porque, como su hermana Vanesa recalca, Luciano es un desaparecido de la democracia y eso conlleva costos políticos que nadie está dispuesto a asumir.
Actualmente familiares, amigos y gente comprometida con la causa están realizando un acampe que ya lleva 19 días frente al ex Destacamento de Lomas del Mirador. Lo que se pide es que se concrete la investigación antropológica forense que determinará qué pruebas se pueden utilizar en la causa y que el ex destacamento sea convertido en un Espacio de Memoria independiente del Estado.
Casos como el de Luciano Arruga abundan en nuestro país. No hay que olvidarse de Ismael Lucena asesinado en 2011, donde los principales sospechosos pertenecen a la policía de Tucumán.
El gatillo fácil. Fácil porque es rápido, es certero. Fácil, porque si se trata de un pibe pobre a la sociedad no le conmueve, y si no conmueve no trasciende. Por suerte, hay mucha gente comprometida que lucha día a día para que estas muertes no queden impunes y para que, como decía Isabel, cuñada de Ismael Lucena, “yo quiero que el caso de Ismael sea histórico para que la gente se anime a salir y a declarar sin miedo”.
Marianella Triunfetti
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