El día que la plaza vio a Estela caminar distinto
La abuela Estela no tejió buzos de lana, no regaló caramelos ni dio plata bajo la mesa. Tampoco fue a la plaza a pasear con su nieto. La abuela Estela fue a la plaza a luchar con el monstruo que le robó tantos cumpleaños. Y allí no estuvo una vez, ni dos. Allí estuvo 37 años, con un pañuelo blanco y un cartel blanco y negro con la foto de Laura, la hija que el monstruo se llevó.
La búsqueda desesperada llevó a que otras abuelas y madres fueran a la plaza a luchar. Un batalla que lleva más de tres décadas. Hoy, con el monstruo condenado y juzgado por genocidio. Hoy, con 114 nietos devueltos de la incertidumbre. Hoy, Estela abraza al nieto que buscó con el corazón en la mano y la convicción de abuela.
El martes 5 de agosto, Estela de Carlotto fue comunicada que su nieto, el que su hija Laura había llevado en la panza, había sido encontrado. “Sonó el teléfono y veía que me llamaban de Buenos Aires. No pude atender y cuando me quise comunicar con ellos no pude. Prendí la tele y vi la noticia, no paraba de llorar”, dice Alejandra García Aráoz, integrante de la Red Nacional de Identidad, quien milita en silencio desde hace más de 34 años y tiene una relación de afecto con la familia Carlotto. “Esto en particular nos impactó mucho porque nosotros crecimos al lado de Estela. Creo que Estela es un símbolo para nosotros. Estela es todas las abuelas”, agrega Alejandra.
El encuentro trajo alegría a un país entero. La búsqueda de esta abuela es bandera. Supo transgredir los golpes, las desacreditaciones y las faltas de políticas justas, ante un Estado que carecía de memoria, verdad y justicia. “Hasta gente que uno creía que se asimilaba a nosotros negaba que Laura hubiera estado embarazada. Se hizo correr una bola para desacreditar a Estela”, comenta Alejandra respecto al grado de incidencia política que alcanzó la lucha de esta abuela. “Nosotros vamos más allá de toda coyuntura política, hemos tenido momentos muy adversos y hemos salido adelante. Son luchas muy lentas pero uno tiene que tener en claro que va buscando la verdad y la justicia. Nos van a querer voltear de distintos lugares, pero tenemos que estar muy firmes en nuestra convicción”.
Cuando una familia se encuentra, un país se encuentra
En la ciudad de La Plata, un grupo de estudiantes de cine que participan de un taller tienen como disparador fotografías para el armado de un guion cinematográfico. Celeste, una chica del grupo, toma la foto de una mujer embarazada. La observa y les dice a sus compañeros: “Yo creo que soy hija de desaparecidos”. Celeste tiene 17 años y se pone en contacto con Alejandra, quien la contacta con abuelas. Alejandra lleva a Celeste al Hospital Durand, para que le saquen sangre. La emoción de Alejandra es inevitable en el momento en que ve entrar la aguja en las venas de Celeste, quien no es del todo consciente de la magnitud de la situación.
Esta anécdota, relatada por Alejandra, deja ver la importancia de seguir luchando, de no darse por vencido y derrotar al cansancio. En Tucumán, Juan, al igual que Celeste, recuperó su identidad luego de que la Comisión Nacional por la Identidad, a través de una investigación, determinara que su mamá está desaparecida. En el momento en que Juan toma contacto con su familia biológica, da sangre al equipo de Antropología Forense y al poco tiempo se identifica a uno de los restos encontrados en el Cementerio del Norte como el de su mamá. Así recuperó a su familia y recuperó a su mamá.
“Cada historia tiene su particularidad”, afirma Alejandra, y agrega que “es fundamental el compromiso del pueblo, de todo aquel que tenga detalle o información de alguna chica embarazada o algún chico que no sepa bien cómo aparece en una casa. Necesitamos que se ponga en el lugar del otro”. Todo aquel que tenga información puede comunicarse con la Red Nacional de Identidad, la cual posee un principio de confidencialidad. La Red se creó en el año 2006, con la intención de que cada provincia brinde el acceso a la Red a todo chico nacido entre 1975 y 1983 que dude de su identidad o sepa que es adoptado. Cabe aclarar que no significa que sea necesariamente hijo de desaparecidos, sino que es una propuesta para encontrar su identidad biológica.
El encuentro de los nietos viene a dar certidumbre al horror del desconocimiento de la historia. “Nosotros hablamos de crímenes de lesa humanidad, crímenes que hieren a la humanidad, por lo tanto nos hieren a cada uno del pueblo”, concluye Alejandra, y agrega que “hasta que no encuentre el último nieto y no se identifique al último compañero desaparecido, esta lucha va a seguir abierta”.