Una madre que grita justicia
Noemí es mamá de Emanuel Gallardo, el joven que murió junto a Ariano Visa en una celda de la brigada norte de Yerba Buena. ¿Cómo sucedió? Aún nadie lo sabe, pero Noemí está segura de que a su hijo lo mató la Policía. A tres meses de la tragedia, esta madre comenzó la búsqueda de Justicia porque tiene una promesa que cumplir. “Lo prometí sobre su tumba y a mis otros hijos. Voy a buscar Justicia hasta las últimas fuerzas que me de Dios”, dice Noemí.
Emanuel murió la mañana del 29 de junio. Ese día habló por teléfono con su mamá. Solía hacerlo hasta 5 veces por día porque, a pesar de estar preso, estaba en contacto permanente con su familia. “Logramos de que tenga un teléfono a pesar de que no esté permitido. Con plata todo se puede en la Policía. Por ejemplo, si llevas comida fuera del horario podes dejarla pero tenes que pagarle la gaseosa o la tarjeta para el celular”, cuenta la madre de Emanuel. En esa jornada se cumplían los 10 días de la detención de Emanuel y ya tenía solicitada la presión preventiva. Estaba preocupado, tenía miedo y sus expectativas no eran buenas. Gracias al teléfono pudo contarle a su familia todo lo que sucedía esa mañana en la Brigada Norte. “Quedate tranquilo” fue lo último que le dijo Noemí esa mañana. Jamás imaginó que la próxima llamada que recibiría sería para reportar el incendió que se llevó la vida de su hijo.
La familia Gallardo vive hace muchos años en el Colmenar, tantos como lo refleja la panadería que tienen y que lleva el pan a su mesa. Algunos se preguntarán cómo fue este joven llegó hasta la Brigada de Yerba Buena. “Portación de cara, por eso lo detienen a mi hijo”, explica Noemí al recordar cómo comenzó todo, como hubiera ocurrido ayer. “Fue detenido arbitrariamente por la policía acusado del robo de una moto”, asegura esta madre que, hasta hoy, no puede llorar a su hijo en paz. Todo comenzó el 19 de junio cuando se reportó el robo de una moto Honda Wave roja en la zona de El Colmenar. Ese día, Marcos y Lourdes, ambos hermanos de Emanuel, llegaron a la parada del colectivo y fueron increpados por dos policías de la patrulla motorizada. “Ahí viene el hermano del gato que se robó la moto”, le habrían gritado a Marcos, cuenta Noemí. Ante la situación Marcos discutió con los policías, quienes pidieron refuerzos para concretar su detención. “A mí me avisó una vecina e inmediatamente me voy en la moto. Cuando llego un móvil policial lo llevaba Marcos con un brazo lastimado”, recuerda la madre. Lourdes también fue detenida ese día por querer defender a su hermano. Así ambos fueron trasladados hasta la sede de Patrulla motorizada del Barrio BGH. Cuando llegan allí, cuenta Noemí, el comisario Juárez solicitó el traslado de los chicos para la comisaría de El Colmenar. Inmediatamente ella llamó al abogado que es jefe de Lourdes, pero cuando llegó a la comisaría se llevó una sorpresa. Su hijo Emanuel llegaba en otro móvil. “Ellos lo vieron que estaba en una moto roja, chica, y se lo llevan. Pero su moto es una Guerrero roja 110, que es del suegro de mi hijo”, agrega Noemí.
Los tres jóvenes estaban detenidos y, sostiene su madre, la información de la policía se reducía a un robo pero que se podría olvidar con plata. Esa noche, los tres quedaron detenidos y fueron trasladados a declarar al día siguiente. Allí consiguieron la liberación de Lourdes, quien debió volver a la comisaría para concretar una serie de trámites burocráticos. “Ella volvió a la comisaría porque hay que hacer un montón de papeles, con suerte salía a la tarde. Pero ese día vuelvo a mi casa y al rato llega mi hija. Le preguntó cómo se había desocupado tan rápido y me explica que habló con el comisario y le dijo que teníamos que llevar 20 mil pesos para que los chicos estén bien o sino les iba a armar otras causas”, denuncia Noemí. Inmediatamente y ante la impotencia, ella se fue hasta el juzgado. Se quedó allí hasta que fue recibida por Carmen Reuter, secretaría de la Fiscalía de la X Nominación, quien le propone una estrategia para atrapar a los policías corruptos. Noemí debió juntar los 20 mil pesos, fotocopiar cada billete y concretar el trato con el comisario. Para juntar la plata, debió vendió hasta lo que no tenía. Cuando todo estaba listo el operativo entró en marcha. En la casa de los Gallardo, desde temprano, la Policía controló la fotocopia de cada billete. Los números de serie debían coincidir y estar claros, explica Noemí. Cuando todo estuvo listo, Lourdes salió camino a la comisaría con el dinero. En la esquina Reuter esperaba la señal establecida para dar inicio a la intervención policial. Finalmente el llamado se concretó y, en un instante, todo el personal de la sede policial estaba detenido y se buscaba la plata que acaba de entrar. “¿Podés creer que nunca apareció? Nunca encontraron la plata que Lourdes le dio a los policías”, cuenta resignada la madre.
Al final todo fue en vano. Ambos jóvenes seguían detenidos y la familia perdió el dinero recaudado. La situación se complicó más en los días siguientes. Marcos sigue detenido y, cuenta Noemí, recibe el hostigamiento de policía desde entonces. Sus hijos no pueden salir a calle porque son detenidos o golpeados. “A uno de mis hijos lo estoy por mandar a otra provincia porque no podemos seguir viviendo así”, agrega.
Los amigos de Emanuel solían decirle “Catalino”. Trabajaba en la panadería que su familia, vivía en pareja y era fanático del futbol. “Era un chico tranquilo pero débil a veces”, recuerda la madre. Porque a esa debilidad la vio hace unos años cuando su hijo cayó en las drogas y tuvo que enviarlo a Buenos Aires para que se recupere. Porque en Tucumán aún no hay un centro que brinde contención y ayuda a los jóvenes con problemas en adiciones. “Volvió hecho un caballero”, agrega. Luego de la recuperación, Emanuel volvió totalmente distinto, hasta el punto que no probó una gota de alcohol.
“El Estado se llevó la vida de mi hijo. Y lo que más me duele es que Emanuel no le debía nada a la Justicia. Nada. Porque esa Justicia sigue a los chicos pobres a través de la policía corrupta que tenemos. Por eso hoy estoy de pie, para que no haya más Emanuel y Ariano, para que se acabe la impunidad”, dice decidida Noemí. La causa hoy tiene la intervención de un perito de Gendarmería Nacional y está en manos del fiscal Washington Navarro Dávila. ”Creemos que es uno de los fiscales en los que podemos confiar. Quiero creer en él porque yo necesito que se haga justicia, que los responsables paguen por lo que han hecho. Ellos juzgan y no saben realmente cuál fue el motivo por el que Emmanuel estaba detenido”, agrega.
Actualmente, la declaración de los 16 jóvenes que compartían la celda con Emanuel está paralizada y las familias no pueden acceder a las autopsias cuyo resultado será muerte por asfixia producto del humo, asegura Noemí. A partir de ahora, la atención tendría que estar en responder preguntas claves como por qué no se abrió la celda, cómo se inició realmente el incendio y por qué había tantas personas en ese lugar tan pequeño. “Los bomberos declararon que, si llegaban un minuto más tarde, morían todos. No había matafuegos ni nada. El fiscal no va cuestionar si había o no matafuegos. Él tiene que decir 'ustedes son los responsables', por lo menos que los impute”, agrega la madre de Emanuel.
Noemí hoy está de pie y acompañada por distintas organizaciones tucumanas. Por un lado lucha para que la Justicia llegue a los responsables que mataron a Emanuel. Por otro, reza cada día para que Marcos, su otro hijo, salga en libertad y su vida no quede en las manos de un sistema corrupto e impune.