La Palta

View Original

Un atenuante a los Derechos del Niño

Fotografía de laplataya.com

Hace unas semanas en Tucumán se aprobó la implementación del Protocolo interinstitucional para la atención de niños, niñas y adolescentes víctimas o testigos de abuso sexual infantil o violencia. Este protocolo tiene como objetivo evitar la revictimización secundaria del niño o la niña y obtener pruebas de buena calidad a lo largo de todo el proceso, para asegurar su acceso a la Justicia. La aplicación de este trabajo significa un avance que resguarda los derechos del niño en los procesos jurídicos.
 
Unos días después de la aprobación del Protocolo en Tucumán se conoció un fallo, en Buenos Aires, donde el juez de la Cámara de Casación Penal Bonaerense, Horacio Piombo, junto con el juez Benjamín Ramón Sal Llargués redujeron de seis a tres años la pena al abusador de un niño de seis años. Esto se debe a que los magistrados consideran que el niño tenía tendencia homosexual definida, por lo que transitaba una precoz elección de esa sexualidad. Sin embargo, este no es el único caso repudiable que tiene como protagonista a Piombo. En 2011, este mismo juez redujo la pena a un pastor evangélico que había abusado de dos niñas con la argumentación de que ellas estaban acostumbradas a ser abusadas debido a que vivían en una villa "en la cual es común la promiscuidad de las pequeñas".

Según lo planteado por los jueces, el atenuante se encuentra bajo el argumento de que el hecho no tenía las características que lo hacen “gravemente ultrajante”. Esta figura significa que la vulnerabilidad de la víctima lo pone en tal lugar de no poderse enfrentar a su victimario, al ser menor de edad, y debido a que el atacante es una persona que tiene a su cargo la guarda del niño. En este fallo se dan ambas cuestiones que dejan a la luz la figura de un “abuso sexual gravemente ultrajante”. “Es como que se dio vuelta la carga y es el niño el culpable de su situación”, dice Mariela Garvich, psicóloga que participó en el diseño del protocolo en Tucumán, quien considera que existen otras cosas que tienen que ver con la vulnerabilidad de la víctima dada por la minoría de edad y ciertas cuestiones de la realidad del niño. “Aquí hay una supresión de valores. Es como que se encuentran atenuantes en la realidad familiar y social de la víctima. Eso es lo peligroso”, dice Mariela y aclara que lo fundamental es que los jueces den a conocer sus fundamentos y se sepa si realmente tienen que ver con la ley. 

Además, esto se relaciona con el hecho de que la ley no es clara respecto a cuándo es “gravemente ultrajante” y cuando no. Entonces, en este Estado de derecho aparece la locución latina: “In dubio pro reo”, que expresa el principio jurídico de que en caso de duda se favorecerá al acusado. Lo sorprendente es cuando el hecho es claro, cuando la duda no aparece y cuando el “reo” es favorecido. “Acá no había tanta duda. Este es el tema. Entonces sería el control ciudadano el que realmente haga funcionar las instituciones democráticas”, agrega Garvich, , quien además pertenece al gabinete psicosocial del Poder Judicial de la Provincia de Tucumán. Por eso, desde el equipo que conforma el gabinete psicosocial se trata de ser lo más claro posible con los informes que se presentan a los magistrados. Con esto los psicólogos pretenden dar las precisiones necesarias para que no queden dudas de lo que uno como profesional ve en la víctima, sin que sea tergiversado a favor del victimario. 

Lo que se dice, lo que se repudia, lo que se daña 

“Lo que a mí me gusta pensar es que esto es un proceso de largo alcance y no hay que desalentarse por este tipo de cuestiones”, dice Mariela Garvich. “A partir del reconocimiento de las convenciones del Derecho del Niño y de los Derechos Humanos se está dando un viraje en la Justicia que reconoce otro lugar a la víctima”, explica Mariela dejando en claro que la víctima en sí no tenía un lugar en el proceso judicial porque lo único que se buscaba era que denuncie.  Hoy esto ha cambiando y existe un miramiento hacia la víctima marcado por el marco legal. Es decir, no depende de la voluntad de la autoridad jurisdiccional, sino que la ley establece que así tiene que hacerse. Esto llevó a que hoy se le dé un lugar al niño en las audiencias de familias o que se le de un trato diferenciado en una Cámara Gesell. “Son cambios muy importantes que tienen que ver con un cambio de mentalidad que no se da de un día para el otro. Por eso este caso lamentable sirve para dar cuenta de este cambio de mirada. Eso es lo que moviliza”, afirma Garvich.

Y es esta movilización la que impulsó actos de repudio desde organizaciones sociales y dirigentes de distintos partidos políticos. A esto se sumó la toma Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata por parte de los alumnos, donde Horacio Piombo desempeñaba un cargo docente en la Cátedra de Derecho Internacional Público y Privado. Los estudiantes exigían un juicio académico al juez y la separación inmediata de su cargo. Sin embargo, el pasado martes 26 de mayo se conoció la noticia de que Piombo presentó la renuncia a su cargo docente: "(...) soy plenamente consciente de lo casi insignificante de mi aporte en un contexto de violencia generalizada; pero siempre será, pienso, algo útil, ante la animosidad que muestran muchos ciudadanos, profundamente desinformados por una campaña mediática de fuerte contenido político. Se trata, en definitiva, de una situación injusta y lesiva frente a la cual no tengo otra alternativa de comportamiento que evitar que sus efectos se extiendan a las instituciones que más quiero", expresó Piombo en su carta de renuncia como titular de cátedra.

Además, organizaciones como la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans se movilizaron para solicitar el juicio político de ambos magistrados. “El abuso sexual infantil es uno de los delitos más aberrantes que supone una relación muy desigual de poder entre una persona que dispone sobre la libertad, el cuerpo, la sexualidad y la dignidad de otra. No puede haber atenuante para este delito. No puede ser que se piense que un atenuante se debe a si la víctima es tal o cual, si tiene una u otra orientación sexual o si ha sido abusada antes”, comentó Esteban Paulón, Presidente de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans.

A pesar de esto, no deja de ser importante la mediatización del tema y el grado de revictimización que genera en el niño que padeció el hecho. Muchos medios de comunicación, sumado a la efervescencia de las redes sociales, hablaron, opinaron, repudiaron y volvieron a hablar de la víctima como suelen estar acostumbrados a hacerlo con la vida de cualquier miembro de la farándula. Esta espectacularización de la noticia afecta de manera directa a la víctima. “Desde la tribuna todos opinamos y exponemos, multiplicamos hasta el cansancio. Es cierto, nosotros no sabemos quién es el niño, pero él sí lo sabe, su familia y su entorno sí lo saben. Entonces todo lo que estamos diciendo livianamente, y llevado por esta movilización, queda multiplicado. Eso le llega a la víctima”, afirma la psicóloga Garvich.

El resguardo, la cautela y la posibilidad de dejar que las instituciones actúen es fundamental para que la víctima no sea más dañada. La visibilización de este caso da cuenta de que en el mundo mediatizado es necesario el fortalecimiento de los mecanismos de control sobre los procesos judiciales para que estos casos alcancen la justicia y dejen de repetirse.