La Palta

View Original

Ocho años sin Miguel Reyes Pérez: transformar el dolor en lucha y solidaridad

En el barrio San Cayetano vive una mujer que hace ocho años transformó el dolor de la pérdida de su hijo en lucha y búsqueda de justicia. La mujer es Ana Reales y hace ocho años su hijo Miguel Reyes Pérez fue asesinado por la policía tucumana. “Este nuevo aniversario es muy triste porque cada día que pasa lo extraño más”, dice Ana mientras pone el agua caliente en el termo para tomar mates. 

Ana reales - Foto de Ignacio López Isasmendi

En la tarde del 24 de diciembre de 2016, Reyes recibió un disparo y un culatazo mortal en la cabeza por parte de dos oficiales de la Policía de Tucumán: Gerardo Figueroa y Mauro Navarro. “Mi hijo venía a buscar hielo para los chicos que estaban en la plaza y nunca volvió con el hielo”, recuerda su madre. Días antes, Figueroa y Navarro le habían dicho que le entregarían a su hijo en un cajón. Tras permanecer 23 días internado en coma, Reyes falleció el 16 de enero de 2017.

“No hagas la denuncia porque vos con toda tu familia van a ser boleta”, le dijo un policía a Ana en la puerta de su casa, mientras el joven estaba internado. El hostigamiento y las amenazas continuaron incluso después de su muerte. “A los chicos (del barrio) los agarraba la policía y les decía ‘te va a pasar lo mismo que a Reyes’”, cuenta Ana. 

Miguel Reyes tenía 26 años y dos hijos. “Lo de mi hijo ha sido una gran lucha porque él entró en la droga. He golpeado muchas puertas y nunca me han ayudado”, expresa Reales. En reiteradas ocasiones, el joven era perseguido por Figueroa y Navarro. “Reyes siempre le tenía que robar para ellos para que no lo empapelen y yo no hacía la denuncia por miedo a que mi hijo tenga este fin, que me lo maten”. 


Foto de Alejandro Sarmiento

El juicio y la impunidad

El juicio por el asesinato de Reyes llegó recién en  2021, luego de innumerables movilizaciones y cortes de calle exigiendo justicia. En el mismo se consideró el hecho como un caso de gatillo fácil. A través de las pruebas y declaraciones, quedó comprobado que Navarro fue quien efectuó el disparo que dejó a Pérez tendido en el piso, y que el golpe con la culata del arma le provocó un traumatismo craneal. El juicio finalizó con la condena a prisión perpetua para Navarro y la absolución de Figueroa. Sin embargo, un año después, la Corte Suprema de Justicia de Tucumán anuló el fallo y dejó absuelto al único condenado en la causa. 

La  agrupación Andhes (Abogados y abogadas del Noroeste argentino en Derechos Humanos y Estudios Sociales) que representa a la familia de Ana, apeló  esta sentencia absolutoria e interpuso un recurso extraordinario federal ante la Corte Suprema de la Nación. Hoy se espera que la Corte defina esta cuestión. “Para nosotros es clara la responsabilidad de quien gatilló. La valoración de la prueba que hizo la Corte Suprema local es diferente” dice Emilio Guagnini, abogado de Andhes “También supongo que algo de presión política recibieron, ya que el número de casos de policías provinciales imputados en delitos y violencia institucional es realmente alto,  y  necesitan que la imagen de la fuerza policial no se deteriore tanto”, sostiene. .


Ana Reales - Foto de mariela de Haro

Un merendero para el barrio

“Vero, hagamos un merendero”, le dijo Ana a su hija, una tarde mientras le ofrecía jugo y pan a unos niños que jugaban a la pelota. Así surgió el merendero y comedor Reyes que funciona en su casa. Desde  2018, niñas y niños junto a sus familias van en busca de un plato de comida hecho por Ana. “Todo lo hago con mucho amor. Amasar, cocinar para ellos, hacer un arroz con leche, hacer un guiso de arroz con lentejas”, dice. 

En sus paredes abundan los murales con el rostro de su hijo y un diploma de solidaridad que reconoce su trabajo en el merendero. Mientras conversa, Ana recuerda uno de los tantos seis de enero en los que realizó una celebración por el día de Reyes. Es que en ese lugar, ella organiza cada año festejos para los niños, niñas y adolescentes del barrio. 

En aquel lugar, la solidaridad y el trabajo en equipo están siempre presentes. La familia de Ana ayuda con la preparación de la comida, desde prender el fuego hasta cortar las verduras. “A veces tengo la mercadería, pero no tengo la carne. Pero como sea llega la colaboración con un poquito de acá y un poquito de allá, todo suma”. 

Hoy el merendero es un lugar de contención y unión, donde las y los vecinos comparten charlas y, ante los abusos policiales, recurren a la ayuda de Ana. La mujer cuenta que constantemente la policía se presenta en el barrio, detiene ilegalmente a las personas y entran a las casas sin ninguna órden judicial. “Enfrentarme a la policía es algo muy feo, muy triste. Pero la pérdida de mi hijo me ha dado mucha fuerza, mucho valor porque no voy a permitir que le estén pegando a un chico por más que sea adicto. Yo salgo y les reclamo. La policía hace lo que quiere en el barrio, lamentablemente”, cuenta Ana.

A ocho años del asesinato de Reyes, Ana encuentra la fuerza en el amor de su familia y en los vecinos del barrio. Una fuerza que, frente a la impunidad, le permite seguir luchando y exigiendo justicia por su hijo. “Pido por Miguel Reyes Pérez y por todos los pibes y pibas que mata la policía. Basta de gatillo fácil”, concluye.