Se recupera el joven al que la policía de Tucumán le disparó en la cara
Franco Ezequiel Almirón, de 31 años, lleva 20 días internado en el Hospital Centro de Salud Zenón J. Santillán después de que un efectivo de la Policía de Tucumán le efectuara un disparo en la cara a corta distancia con postas de goma.
El jueves 29 de agosto, alrededor de las 9 de la mañana, una vecina llamó al 911 denunciando actos turbatorios en el barrio Eucalipto, Villa 9 de julio (altura Av. Martín Berho 2000). Dos motos del Grupo Especial de Apoyo Motorizado (GEAM) llegaron al lugar. Una de ellas era dirigida por Tomás Gabriel Aráoz, mientras que Luis Héctor Lobo conducía el otro vehículo que trasladaba al cabo Nicolás Medina Quintana. Medina bajó de la moto, apuntó su escopeta anti tumulto contra tres jóvenes y disparó a corta distancia sin mediar palabra, hiriendo a Almirón y a otro joven.
Según testigos, tras el disparo, los policías se retiraron del lugar sin asistir a los heridos. La descarga del arma le afectó la nariz y los ojos a Almirón, quien tuvo que ser trasladado en moto al hospital.
Myrian Guzmán, hermana de Franco, cuenta que la salud del joven progresa favorablemente, pero que no ha recuperado la vista completamente. "Gracias a Dios, ya salió de terapia. Está en una sala de cirugía y se está alimentando", aseguró.
Guzmán afirma que su hermano "nunca tuvo problemas con la policía" y que ahora él, que se dedica a la cosecha del limón y recolectando cartón, no podrá trabajar para mantener a sus hijos.
La investigación del caso, a cargo del fiscal Carlos Sale de la Unidad de Homicidios II, reveló que los acusados no habían informado sobre el hecho a sus superiores ni constaba en acta el operativo realizado. Por ello, se ordenó la detención preventiva de los tres agentes involucrados.
"Últimamente, la policía anda muy agresiva. Ven chicos en el barrio y los detienen sin causa. Algunas veces se los llevan y los sueltan por la noche", dijo Myrian. "En este barrio nací y me crié. Lo veo igual que siempre, no ha cambiado nada. Yo le diría al Gobierno de la Provincia que vengan al barrio a ver cómo está. Aquí hay personas honestas y trabajadoras y ellos lo mismo las detienen".
Este incidente se suma a una serie de casos de violencia institucional en la provincia, donde la institución policial ha sido condenada por casos de gatillo fácil, como el asesinato del niño Facundo Ferreira de 12 años y del trabajador rural Luis Espinoza. Pero también recientemente, el jefe de la policía, Joaquín Girvau, generó polémica al declarar que "el delincuente que ataque a un policía debe terminar muerto".