Megacausa Jefatura III: los trabajadores del ingenio San Juan
Juan de la Cruz, Alberto “Bocha” Zárate, Raúl “Cucusa” Santillán, “Chicho” Tula, “Fierro” Trejo, Juan Manuel Zorrilla, “Negro Thompson” Luna Lescano, Manuel Aguirre, Miguel “Bombolorio” Herrera son los nombres y los apodos que se escuchan en la sala de audiencias cuando se habla de los trabajadores del ingenio San Juan. Son los trabajadores que fueron secuestrados y desaparecidos en 1976.
"De solo estar me levantaban y me llevaban a un lugar donde había un reflector que nos alumbraba la cara. Uno sentía los golpes y como estábamos vendados, no podíamos defendernos", cuenta Juan Manuel Zorrilla frente al Tribunal. Juan fue secuestrado un martes tres de mayo, lo llevaron a la Jefatura de Policía y lo mantuvieron en cautiverio 18 días. En aquel lugar todos fueron torturados, los gritos de dolor daban cuenta de ello, y Juan podía reconocer de quiénes provenían algunas voces porque en el ingenio San Juan todos se conocían.
"Estos ya están para el pozo, no sé por qué se van", le dijo un militar el día que lo liberaron. Ese pozo era el Pozo de Vargas. A Juan lo dejaron en el parque 9 de Julio, precisamente en el Complejo deportivo Palacio de los Deportes, junto a Antonio "Negro Thompson" Luna Lescano.
A Antonio lo habían secuestrado un cuatro de mayo. Personas encapuchadas rompieron la puerta de su casa, lo vendaron, lo golpearon y se lo llevaron. "Cuando lo largaron, él tenía atadas las manos, estaba todo lastimado, le sangraba la boca porque le daban todo echado a perder", recuerda su compañera de vida María Elena Bustos, y las emociones comienzan a aparecer una tras otra, impidiéndole hablar. Cuando el Tribunal le pregunta si desea continuar, ella dice que sí porque quiere contar su verdad, porque quiere justicia por su compañero de vida. Cuando Antonio regresó le contó que lo torturaban mucho y que, una vez en que la venda de sus ojos se cayó, pudo reconocer que estaba en la Jefatura de Policía.
Una pesadilla interminable
“Cuando estaba ahí (en Jefatura) lo escuché a Chicho Tula, él pedía pan. Todo el tiempo pedía pan, tenía mucha hambre. De los 24 días que estuve ahí, una sola vez comí”, recuerda Manuel Ricardo Aguirre. A Manuel lo tuvieron secuestrado 24 días, lo dejaron colgado de una pierna en un calabozo, inconsciente. Después lo desataron.
De esos 24 días lo recuerda todo. Recuerda el sufrimiento que él y sus compañeros del Ingenio vivieron. Las torturas, los gritos de dolor, el miedo, todo está intacto en su memoria como una pesadilla que hasta el día de hoy no desaparece. Cuando recuerda se le hace un nudo en la garganta, su voz se entrecorta y sus manos tiemblan. “Es una desgracia lo que nos pasó”, dice para finalizar su relato como quien no puede entender que una persona haya pasado por todo aquello.
En la madrugada del tres y cuatro de mayo de 1976 los trabajadores del ingenio San Juan fueron secuestrados por militares y policías. De todos ellos, solo tres regresaron sin entender el porqué, de los demás no supieron nada. Algunos restos fueron encontrados en el Pozo de Vargas, como los de Alfredo Zárate, y otros están presentes en las placas ubicadas en la esquina de la calle Junín y Santa Fé, la ex Jefatura de Policía, junto a otras personas desaparecidas en aquel centro clandestino.
Los que regresaron piden justicia por ellos, por sus compañeros, porque en el ingenio San Juan todos se conocían, eran amigos, compañeros de militancia en la Juventud Peronista, compartían horas de trabajo y vivían cerca. Piden justicia por sus familias, porque por mucho tiempo no supieron nada de ellos y desde que se los llevaron quedaron desamparadas, intentando mantenerse de pie a pesar de todo.
Son casi las cuatro de la tarde, cuando la audiencia del 16 de agosto llega a su fin. La próxima será el 29 del corriente mes.