La Palta

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Reparar la historia de quienes dejaron de caminar los pasillos de la UNT

Fotografía de Elena Nicolay | La Palta

“‘Y fui con tanto brío que encendí su corazón’, dice Silvio Rodríguez en su canción. Y creo que un poco eso hicimos”, sostiene Carolina Frangoulis- referente de la agrupación HIJOS - Tucumán(Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio). Más tarde, sin haberla escuchado, José Hugo Saab -secretario General de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT)- confirma que el verso del cantautor cubano es el acertado para la ocasión. “A mi llega la propuesta de la mano de Carolina Frangoulis. Ellos, los chicos de HIJOS, fueron los que lo impulsaron, se comprometieron, trabajaron con entusiasmo y contagiaron a la gente de la Universidad para que hoy sea un día histórico”.

“Nosotros como Universidad no podemos mirar hacia otro lado. Tenemos que mirar a la sociedad en su conjunto y, como parte de ella, no podemos estar afuera en la búsqueda de la verdad”, sostiene Saab. Dice que el nudo en la garganta no se le va a pesar de que ya pasaron varias horas de finalizada la sesión virtual del Consejo Superior de la UNT en la que se aprobó por unanimidad el proyecto de Reparación histórica de legajos de desaparecidos/as y asesinados/as, estudiantes, docentes y no docentes de la UNT durante la última dictadura militar.

“Con este proyecto empezamos a trabajar en mayo de este año. Después de que la pandemia nos haya echado por tierra la marcha del 24 de Marzo”, cuenta Frangoulis. “Lo pensamos el año pasado como una linda idea. En la primera reunión de este año, en febrero, lo pusimos en agenda en el marco del 25 aniversario de la agrupación, pero no nos imaginamos que iba a ser así de grande, así de emotivo y así de importante”, confiesa la militante y explica que en principio se trataba de trabajar con la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU). 

La respuesta de Juan Ramazotti, decano de la FAU, fue contundente: “De ninguna manera. Esto tiene que ser para toda la Universidad”. Y así este proyecto tomó vuelo propio para encontrarse finalmente - en las palabras de Frangoulis- “en el momento exacto con las personas correctas”: fue aprobado por unanimidad en una sesión virtual realizada el martes 10 de noviembre.

Cuando Carolina habla de las personas correctas se refiere, en primer lugar, a la agrupación que festeja sus 25 años haciendo historia, a Gisselle Lanús que se sentó a su lado a estudiar y a redactar el proyecto; a la directora de Gestión de Fondos Documentales dependiente del Archivo Nacional de la Memoria, Andrea Copani. “Andrea me contó paso a paso como fue el trabajo hecho en el archivo histórico, cómo fue trabajar con Samanta Casareto”, cuenta Carolina y señala a esta última como otra gran conspiradora para que este proyecto se haga realidad. Casareto es historiadora, investigadora para Argentina del Museo del Holocausto de Estados Unidos y miembro del Centro de Documentación Universidad y Dictadura que, desde el 2006, sistematiza los archivos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

La lista de ‘personas correctas’ siguió creciendo a medida que el proyecto fue avanzando. “Cuando ya estaba listo, empezamos a trabajar con el equipo de José Saab al que pertenece Fernanda Rodríguez Delgado, cuyo trabajo quiero destacar”, dice Carolina. “El día que nos reunimos con Walter Soria -director del Archivo Histórico de la UNT- y empezamos a contarle todo con detalles, nos escuchaba pero con un silencio que nos llamaba la atención y cuando terminamos me dijo ‘por fin llegaron’, con los ojitos llorosos”. 

La emoción también atravesó la sesión virtual en la que el proyecto fue aprobado por unanimidad. Carolina Abdala, secretaria académica de la Facultad de Filosofía y Letras fue la encargada de leer la resolución del decano. “Que mediante decreto 1169 de 2012 del Poder Ejecutivo Nacional se dispuso el relevamiento y reparación material de los legajos de los empleados de la administración pública nacional desparecidos y asesinados por el accionar del terrorismo de Estado mediante la inscripción de una leyenda que señale que la verdadera causa de cese fue la desaparición forzada o asesinato como consecuencia del accionar del terrorismo de estado y acompañado con el número de legajo Conadep aun cuando aquellos figuraran dados de baja….”, fue el último párrafo que Abdala pudo sostener antes que se le quiebre la voz. 

“¿Cómo no emocionarse? En los juicios (por delitos de lesa humanidad) hemos escuchado mil veces testigos que decían ‘mi hijo estudiaba en tal lugar, él trabajó en tal lugar. Vimos en las pruebas documentales que había personas que figuran como cesantes. Ahora va a constar que estas personas dejaron de caminar por los pasillos de esas facultades por el accionar de las fuerzas represivas por el terrorismo de Estado”, dice Frangoulis que reconoce en Abdala a una compañera de lucha además de una gran trabajadora de la universidad pública. 

El trabajo que queda por delante es inmenso. “Ahora hay que hacer un relevamiento de lo que hay en el archivo histórico de la universidad, lo que implica trabajar con cuidado no solo por la conservación de los legajos sino también para tener en cuenta el lugar donde están y ver por qué están ahí. Y seguir con el vínculo con las familias”, señala Giselle que se sumó al equipo de trabajo de HIJOS. 

“Esto es un primer paso muy importante institucionalmente porque la Universidad se está haciendo cargo de la propia historia con todo lo que eso implica”, agrega Lanús. “Implica devolverle una parte de la propia historia a los familiares, implica reconocer institucionalmente lo que pasó. Implica que padres, hijos y nietos puedan sumar una faceta más de aquellos que un día dejaron de transitar esos pasillos de la universidad y no les queden dudas de que fue por el terrorismo de Estado”, remata Frangoulis.