La Palta

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Siete años sin Florencia

Florencia Pennacchi

El 16 de marzo de 2005 la vida de la familia Pennacchi cambió para siempre. Florencia, la joven neuquina que vivía con su hermano en Capital Federal, desapareció a los 24 años mientras cursaba el cuarto año de la carrera de Ciencias Económicas de la UBA y trabajaba en el Instituto de la Vivienda de esa ciudad. El día de su desaparición, Florencia llamó a su hermano y a su jefe para avisar que iría a un hospital porque no se sentía bien. Fue lo último que se supo de ella. Después se desvaneció, sin huellas, sin rastros, como si la tierra se la hubiese tragado.

A Florencia se la conocía como una persona sociable y extrovertida. La línea de investigación más fuerte se basa en la hipótesis de consumo de drogas, debido al vínculo que existe entre la trata de personas y el tráfico de drogas. Cuando Florencia desapareció no existía la ley 26.364 de trata de personas, impulsada por Susana Trimarco, por lo que al iniciarse la investigación se habló de secuestro extorsivo. El caso paseó por diversas fiscalías, debido a la incapacidad de los jueces, los fiscales y la policía misma para determinar las razones de la desaparición. Luego las líneas de investigación se desvirtuaron y se comenzó a decir que Florencia se había ido voluntariamente. Así la causa fue “cajoneada” hasta el día de hoy.

Es inevitable relacionar este caso con el de María de los Ángeles Verón. Edades similares, muchos años sin información y una causa estancada. A esto se suma la conducta sospechosa de los policías y fiscales actuantes, poniendo en evidencia una red de complicidades para organizar y ocultar el delito. Sin embargo, su familia, sus amigos y el país entero las siguen buscando. Quienes conocen a Flor saben que nunca se podría haber ido sin avisar. Así como Marita es un emblema de la trata de personas a nivel nacional e internacional, Florencia Pennacchi es el ícono de la trata en Buenos Aires. Aunque muchos consideren que es un delito que ocurre en el norte o centro del país, este flagelo se vive en todas partes, sin distinción geográfica o clase social.

El caso de Florencia, como muchos otros, fue atendido por la Fundación María de los Ángeles, donde se busca ayudar a los familiares de las víctimas, brindar asesoramiento y dar difusión a la causa para poder llegar al objetivo más importante: encontrar a la persona secuestrada con fines de explotación sexual. “Hay miles de casos que nos llegan, nos conmueven y tratamos de darles una solución, nos hablan de todo el país y más hoy en día que el tema está en debate”, cuenta el Dr. Germán Díaz, apoderado de la fundación. Las denuncias que se realizan en la fundación no siempre coinciden con el delito de trata de personas, pero se procura colaborar con los familiares desesperados que desconocen cómo actuar. “Nos llegan denuncias de todo tipo, casos de usurpación o de violencia de género, somos una organización intermedia y tratamos de derivar los casos a los organismos correspondientes, ya que muchas veces las personas no saben adónde dirigirse”, comenta el doctor Díaz. En la mayoría de los casos se trata de mujeres, pero también los hay de niños, adolescentes y personas mayores. Muchas veces son jóvenes que deciden irse de sus casas, pero en algún momento vuelven o se comunican con sus familiares, al contrario de Marita o Florencia, de las que no se supo más.

A lo largo de los siete años de desaparición de Florencia se realizaron diversos allanamientos en prostíbulos del país. Diversos testigos dicen haberla visto en burdeles de la provincia de Buenos Aires y el interior de Córdoba, como así también en Río Gallegos. A diferencia de Marita, no existen testigos que hayan visto a Florencia subirse a un auto a la fuerza, por lo que se supone que los secuestradores utilizaron otros métodos. En muchas oportunidades son amigos o conocidos de las víctimas quienes las entregan, otras veces las chicas son engañadas a través de casting para convertirse en actrices. No hay testigos ni marcas que demuestren que las víctimas desaparecieron contra su voluntad. “El delito de trata es uno de los delitos que más plata genera. Son empresas multinacionales que se dedican al crimen organizado. Empresas que trabajan en nuestro país y se comunican con otros países que, al generar mucho dinero, provocan que se capaciten en la captación, el traslado y los métodos de sometimiento”, explica el doctor Díaz.

Marita y Florencia, como muchas otras, “son víctimas de una red de trata que trabaja a niveles elevados y perfeccionados, manejados por empresarios de mucho nivel, apoyados por el poder político, funcionarios y la propia policía”. Sin embargo, desde la visibilización de esta problemática a partir de la lucha de Susana Trimarco y de muchas familias, se logró que los jueces, fiscales y gendarmería se muevan más rápido, para que las chicas sean encontradas y los proxenetas paguen por el daño que ocasionan.

Delfina Campero

dcampero@colectivolapalta.com.ar