Mujer con M de Memoria
Si parimos hijos también queremos garantizar que esos hijos tengan una vida digna, que no sean las presas o las víctimas de aquéllos que defienden modelos que expulsan a jóvenes y no los cobijan.Raquel Zurita, familiar de desaparecidos.
La memoria no se borra. Permanece con luz propia y brilla con mayor fuerza cuando quienes la tienen enfrentan la vida, las calles, las instituciones y hasta los propios demonios que sacaron a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, a sus maridos de sus camas y no los trajeron más.
Porque el dolor no quedó en dolor, sino que se hizo carne y se transformó en lucha, en Verdad, en Justicia, en Juicio y Castigo para esos demonios que, tal vez, nunca creyeron que fueran esas madres, esas abuelas, esas mujeres las que los llevarían ante un tribunal y los enfrentarían a la verdad que durante tantos años intentaron ocultar a base de terror.
Mujeres luchadoras, mujeres trabajadoras, mujeres con memoria. Hay muchas y sería imposible resumirlas en una historia, pero hay algunas que marcan el alma a fuego. La de Raquel y su mamá Carmen es una de ellas.
Raquel Zurita quiere rendirle homenaje a su madre, Carmen Robles, porque ella representa a la mujer incansable, trabajadora, luchadora. Carmen quedó viuda y tuvo que hacerse cargo de seis hijos en una época difícil, oscura. Esos hijos empezaron a militar desde jóvenes en una Unidad Básica del barrio, motivo por el cual fueron blancos de la temprana represión ocurrida en Tucumán. Su hijo mayor fue el primero en ser secuestrado, en agosto de 1975. Carmen, acompañada de su hija Raquel, recorrió comisarías, tribunales, centros clandestinos de detención buscándolo. “Sabíamos que a mi hermano lo habían fusilado en la Escuelita de Famaillá” contaba Raquel. Fueron hasta el lugar a preguntar por él, pero no obtuvieron respuesta, “En el 75 era muy difícil denunciar, fue una enorme lucha tratar de llegar a quienes tenían, supuestamente, la obligación de investigar qué había pasado con las personas que habían sacado de sus camas”, relataba haciendo alusión a quien en ese entonces rechazaba los hábeas corpus presentados, el juez Manlio Martínez.
Tres meses después secuestraron a otra hija de Carmen. Era estudiante secundaria y continúa desaparecida. La misma peregrinación tuvo lugar, con idéntico resultado. Fue el doctor Pisarello quien en ese momento dijo a Carmen que su familia se había convertido en blanco del Operativo Independencia por lo que tenían que irse para preservar su seguridad. La familia terminó dispersa pero Carmen siguió moviendo cielo y tierra, yendo y viniendo desde Buenos Aires para saber el paradero de sus hijos.
Hoy, después de 37 años, la causa de sus hijos, denominada “Operativo Independencia” está en proceso de ser elevada a juicio. Este logro es mérito de Carmen, quien con sus 90 años aún espera, y de otras tantas mujeres que resistieron, que buscaron incansablemente a sus hijos y familiares, que creyeron en que la justicia algún día llegaría. Pero el tiempo no conoce piedad y muchas de esas mujeres fueron quedando en el camino, sin saber de sus hijos y con el dolor de saber que los ejecutores seguían impunes.
"Eramos una familia muy pobre, que estaba muy ligada a la historia de Tucumán porque mi padre era capataz en el Ingenio San Ramón. Murió cuando yo tenía 3 años, mi mamá se tuvo que hacer cargo de seis hijos sola. Mi homenaje para este día es para ella, por su lucha, su tesón, su esfuerzo y su sacrificio (...)".
Este homenaje es para Carmen y para todas aquellas mujeres que enfrentaron un modelo de país patriarcal, sádico, genocida. Que han tenido que soportar años de terror, de mentiras sistématicas, de connivencias con el poder político, económico, civil y religioso. Que intentaron encontrar a sus seres queridos, porque ese solo intento dejó huellas terribles. Huellas que hoy, a tantos años, logran la construcción de una historia y una verdad de todos.
Marianella Triunfetti
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