Las cosas por su nombre
Hace unos meses se conoció la lista de palabras que la Real Academia Española (RAE) incorporará en su próxima edición. Entre esas palabras se encuentran las relacionadas a la tecnología como ‘hacker’, ‘hipervínculo’, ‘tuit’ y el verbo ‘tuitear’. También están otros términos cuyo uso popular ya se han extendido en el tiempo como ser ‘spa’ pero la palabra que, de alguna manera, da cuenta de un cambio importante conseguido por las organizaciones feministas es ‘feminicidio’.
“Me parece que nos va a permitir hablar sin tener que dar tantas explicaciones de qué estamos hablando cuando hablamos”, dice Adriana Guerrero una de las referentes en Tucumán de CLADEM (Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres). Sin embargo, tanto ella como las organizaciones feministas están acostumbradas a reflexionar y problematizar sobre cada hecho o logro conseguido, y este no es la excepción. El crecimiento del movimiento feminista, la capacidad que tiene de incidir en los diferentes ámbitos de la sociedad, el mantenerse en vigencia más allá de las resistencias que buscan sostener el statu quo se debe, según explica Adriana, a esa capacidad de pensar y pensarse constantemente.
“Igual, me parece que de nada nos sirven las palabras que han llevado muchísimo tiempo de construcción, si no somos capaces de leer y de analizar qué es lo que significan”, sostiene Adriana y ejemplifica con el uso que se hace de la palabra género incluso entre aquellas personas que trabajan con estas cuestiones. “Todos los días encontrás que hablan de género y ponen la cuestión de género casi como equivalente de cuestión de mujer”. Y agrega que esa visión reduccionista no permite tener en cuenta toda la diversidad y las problemáticas que ‘el género’ implica. “Yo temo que con el tema de femicidio y de feminicidio que son dos conceptos distintos, construidos de dos maneras distintas, se los está usando de manera indistinta”.
No es lo mismo y tampoco da igual
El ‘femicidio’ no figura en la lista de palabras incorporadas en la vigésimo tercera edición del diccionario de la RAE, sí en cambio ‘feminicidio’. Sin embargo en Argentina existe una ley en la que se reconoce el ‘femicidio’ como agravante del homicidio. Esto significa que advierte que el asesinato de una mujer con la que hubo un vínculo y con una relación de desigualdad y de poder no es lo mismo que cualquier otro asesinato. “Es como con el parricidio o el infanticidio”, explica Adriana, “no es lo mismo matar a tus padres o matar a un niño o niña. Tiene otra carga”, agrega.
¿Pero por qué femicidio y feminicidio no son sinónimos? “Porque cuando hablás de feminicidio estamos hablando de todo eso, el odio de género más el vínculo más la relación de poder o de propiedad del hombre sobre la mujer, pero también de la acción y la inacción del Estado”, responde Adriana Guerrero. O sea que se está reconociendo que el Estado debe hacerse responsable, a través de políticas públicas, de prevenir este tipo de asesinatos. “Si no hay un análisis del Estado y una política orientada hacia eso, yo no sé hasta cuándo vamos a poder seguir hablando, en este país, de femicidio y no vamos a tener que empezar a hablar de feminicidio”, reflexiona Adriana que como militante feminista mira con preocupación el crecimiento de los femicidios en el país.
Números que matan
Desde CLADEM en particular, y desde las otras organizaciones sociales que trabajan por los derechos de las mujeres, se viene solicitando que se realicen estadísticas oficiales con las que poder trabajar de manera preventiva. Lo cierto es que no las obtienen y por lo pronto se manejan con números presentados por la Casa del Encuentro, una organización feminista de vasta trayectoria y reconocida por su trabajo por los Derechos Humanos de todas las mujeres, niñas, niños y adolescentes.
“Cada 30 horas una mujer fue asesinada por violencia sexista en Argentina en el año 2013”, informan desde la Casa del Encuentro. Los datos para elaborar sus estadísticas los extraen de las publicaciones realizadas por las Agencias informativas Télam y DyN y de 120 diarios argentinos. El Observatorio de Femicidios en Argentina, ‘Adriana Maricel Zambrano’ coordinado por la Asociación Civil la Casa del Encuentro, muestra a partir de esos números el crecimiento de estos hechos que preocupan a Adriana Guerrero y las organizaciones sociales que trabajan con esta problemática:
- Año 2008: 208 femicidios
- Año 2009: 231 femicidios
- Año 2010: 260 femicidios
- Año 2011: 282 femicidios
- Año 2012: 255 femicidios
- Año 2013: 295 femicidios
“No alcanza con decir ‘si te pega no te quiere’, no alcanza con decir ‘decile basta’”, dice Adriana que sabe de ir a diferentes espacios a dictar talleres y a trabajar en prevención con las herramientas que tienen y que con esfuerzo consiguen. “Nosotras vamos y hacemos talleres y la gente te dice: ‘le digo basta. Estoy viviendo esta situación, ¿a dónde voy?’¿A dónde va?”, y la pregunta desarma todas las posibles respuestas porque enfrenta a todo lo que falta por hacer. Y esa responsabilidad le compete al Estado, un Estado que tiene la obligación de dar un paso más en el trabajo por esta problemática ante los números que siguen creciendo.
“Nosotras estamos pidiendo, desde hace muchos años, por las estadísticas”, insiste Adriana. “Y me dicen para qué las estadísticas, hagamos leyes. Y sí, las leyes también pero si no tenemos un mapeo de cuáles son las situaciones, a dónde se dan, en qué edad, en qué tiempo, con qué frecuencia”. Y si bien asume que las estadísticas son hechos consumados advierte que son necesarias porque permitirán “pensar las estrategias para poder prevenir que estas cosas no sucedan con la frecuencia que suceden”.
El trabajo para prevenir la violencia contra la mujer es de todos los días. CLADEM busca a partir de sus acciones incidir directamente sobre los espacios de toma de decisiones. Asesoran, se presentan como amicus curiae (amigos de la corte) en juicios donde los delitos están vinculados a la violencia contra la mujer. Adriana reconoce que los avances y los cambios logrados desde el movimiento feminista son revolucionarios. Sin lugar a dudas muchas mujeres se piensan y se eligen distinto porque, aunque no sean feministas, han sido permeadas por el feminismo. Pero no conformarse con los logros y seguir replanteando y discutiendo los ‘lugares de llegada’ son las claves. Una entrada en el diccionario de la institución que regula a la lengua hispana es una de esas pequeñas batallas ganadas que simultáneamente representa nuevos desafíos e invita a problematizar más a fondo.