Que no nos hagan el parto
Eva llega sudando al hospital acompañada de la mano de su marido. Está con trabajo de parto. Una enfermera la coloca en una silla de ruedas sin decir nada y se la lleva. Eva está asustada porque todo lo que está por venir es nuevo. Aparece el doctor; ella intenta dar explicaciones. Con un dejo de vergüenza le dice que tiene miedo.
— No sos la primera ni la última que va a parir. Dejá de quejarte que es peor para tu hijo.
Ingresa al quirófano. Suelta la mano de su marido. No lo dejan pasar.
A partir de ahí todo es miedo y dolor. Le sacan los antejos y escucha gente que entra y sale. Ruidos, manos sobre su cuerpo y, encima de la mesa, una cantidad incontable de medicamentos.
— Empujá, dale que ya viene, seguí empujando- le grita la enfermera.
— No puedo.
— Dejá de hacerte la delicada, ¿que no ves que le haces daño al bebé?
Un corte. Una punción. Otro corte. Sensaciones nuevas adentro de su cuerpo y, aunque parezca raro, vergüenza por estar acostada desnuda frente a desconocidos.
Minutos después sale el bebé. Al no tener los anteojos, solo ve un bulto que se aleja.
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Toda mujer tiene derecho a un parto respetado. Esto significa hacer uso del derecho a elegir cómo parir. Y elegir cómo parir no se reduce a la dicotomía entre parto natural o cesárea, sino cómo vivir ese momento tan personal sin tener que soportar un proceso traumático. Cuando se habla de trauma, se habla de violencia obstétrica. Según la ley 25.929, es la violencia que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, un trato deshumanizado, abuso de medicación y patologización de los procesos naturales.
La semana pasada fue la semana del parto respetado. Esto significa que durante una semana se informa, se concientiza y se difunden los beneficios de hacer uso del derecho a elegir cómo parir. Pero, ¿qué incluye este derecho? Incluye el derecho a elegir la compañía y la posición en el parto, el respeto por los tiempos de la mujer, la facilitación del vínculo inmediato del bebé con la mamá, el favorecimiento de la lactancia, el respeto por la intimidad y los deseos de la mujer. “Tenemos problemas de recursos, pero lo más difícil es cambiar la rutina. Concientizar”, afirma la licenciada y obstetra Inés Díaz en la charla brindada por el Observatorio de la Mujer dentro de la semana del parto respetado. “Por eso, lo primero que tenemos que hacer es asumir como profesionales que hay algo que estamos haciendo mal”, agrega la obstetra dejando en claro que lo primero que debe cambiar es el hábito de los profesionales de la salud que participan en el antes, en el durante y en el después del parto porque “en la formación no se habla de esto”.
Toda mujer debe ser tratada con dignidad. Esto está garantizado por la Ley Nacional 26.485 que previene, sanciona y erradica la violencia obstétrica, y la Ley 25.929 de parto humanizado. “Hay sectores tan vulnerables que nunca conocen estos derechos. Creen que porque se lo hace en un hospital está bien”, explica Díaz. A esto se suma la vulnerabilidad de la mujer al momento del parto, donde cualquier incomodidad agrava la situación. Por eso es importante la compañía. “Hay que empoderar a la mujer para que pueda reclamar sus derechos”, expresa Inés sin dejar de poner el foco en los profesionales de la salud.
A partir de esto, la obstetra explica que siempre es mejor un parto vaginal, salvo en situaciones de verdadero riesgo para la vida de la mujer o el bebé. Sumado a esto despeja dudas sobre procedimientos innecesarios en casos de parto de bajo riesgo. Entre estos procedimientos se encuentra la episiotomía, que consiste en realizar un corte para evitar el desgarro de los tejidos durante el parto y facilitar la expulsión del bebé. “La episiotomía no es de rutina”, afirma la licenciada. Además agrega que no es recomendado el parto en una posición acostada ni la colocación de suero, y que también representan un riesgo la colocación de la anestesia peridural y la cesárea. “Si la mujer se entera de los riesgos y beneficios de un parto sin dolor [...], no sé si accede”, plantea la obstetra y aclara que “obvio que una mujer no quiere pasar por un parto traumático y doloroso. Y eso trata el parto humanizado”. La mujer tiene derecho a estar informada para tener derecho a elegir. Se debe garantizar que se respete la ley y que las rutinas médicas y los tiempos no vayan en detrimento de la salud. Que el hábito sea priorizar a la mujer. Por eso, la licenciada Inés Díaz concluye en que “no nos tienen que hacer el parto; al parto lo hacemos nosotras”.
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La obstetra Inés está a cargo del parto de Eva. Apaga las luces y les solicita a todos los profesionales presentes no ingresar a la sala una vez que inicie el parto. Le pide permiso a Eva para que dos practicantes observen el parto. Le permite al futuro papá que se quede con Eva. No coloca medicinas de más en la mesa, solo lo necesario para un parto sin riesgos. Llama a Eva por su nombre y le pide permiso para iniciar el trabajo en su cuerpo .
Una hora después nace el bebe y se lo pone en los brazos de Eva.