Mujeres y más contra Trump
La campaña de Donald Trump hacia la presidencia de Estados Unidos generó estupor en millones de personas alrededor del mundo. Su retórica, directa y ayuna de subterfugios, generó la certidumbre de que un hombre que expresara abiertamente una ideología tan retrógrada no podía llegar a la presidencia de un país como el suyo. Sorprendido, el mundo vio cómo este magnate racista y políticamente incorrecto triunfaba sobre una Hillary Clinton que expresaba lo más oxidado del establishment político norteamericano y que, aun así, representaba para muchos la única opción posible.
El triunfo electoral de Trump generó un cimbronazo que despertó a una sociedad (o parte de ella) políticamente petrificada. Las movilizaciones surgieron en diversas ciudades norteamericanas como respuesta inmediata a la finalización de los comicios. Movilizaciones que se renovaron para la asunción del flamante presidente Trump.
A un día de la toma de posesión una masiva movilización cubrió las calles de muchas de las ciudades más importantes del país del norte, marcha que se replicó también en otros países. La Marcha de las Mujeres (Women's March) concentró el rechazo a las más execrables posiciones políticas que Trump expresó en la campaña o que prometió hacer política de Estado. La constante desvalorización hacia las mujeres, así como el desprecio hacia los inmigrantes de origen latinoamericano, su retórica ultra nacionalista que expresa firmemente la WASP (Blanco, Anglo-Sajón y Protestante por sus siglas en inglés) dieron fundamento a esta movilización que busca advertir acerca de las políticas que podría impulsar el nuevo presidente norteamericano.
Así, aunque el eje convocante fueron los derechos de las mujeres, los derechos reproductivos y los sueldos igualitarios, la lucha de la comunidad LGBTQIA, la lucha contra la brutalidad policial y por los derechos de las diversas comunidades religiosas y étnicas fueron una constante en los cantos y los discursos del día. Las mujeres se reconocen como agentes de cambio y, unidas, hicieron escuchar su voz.
Las marchas no pretenden ser una protesta, sino un movimiento que unifique a todas las personas que crean en los derechos humanos, las libertades civiles y la justicia social. "Estamos juntas en solidaridad con nuestras parejas e hijos por la protección de nuestros derechos, nuestra seguridad, nuestra salud y nuestras familias, reconociendo que nuestras comunidades diversas y vibrantes son la fortaleza de nuestro país", dicen desde el sitio de Women's March en Washington, discurso que encuentra eco en las marchas hermanas a lo largo de Estados Unidos.
Trump comienza su administración con una sociedad que empieza a movilizarse y que busca demostrar que tiene el poder para frenar algunas las políticas retrógradas que el magnate inmobiliario prometió en campaña. Una sociedad que se mostró impasible o francamente a favor de las políticas imperiales que para nada menguaron durante los gobiernos de Barack Obama. Una sociedad que, quizás, comience a advertir, bajo la brutalidad que expresa Trump, el rol que su país juega en el concierto de las naciones del mundo.