Siempre es mejor marchar con fiesta que con violencia
Por Kikin Díaz para La Palta.
La primera vez que fui a una marcha no le dije a nadie. Con miedo y casi de incógnito me presenté en la plaza Independencia para engrosar las filas de quienes luchábamos por tener el matrimonio igualitario. Ya en ese entonces me parecía lejana la idea de casarme, pero comprendía la importancia de marchar por ese derecho.
No conocía a casi nadie, pero la música y los cantos me fueron sumergiendo en una marcha que me abrazaba. Tortas con velos y ramos en la mano se besaban y celebraban -para ese entonces- casamientos fuera de la ley. Una camioneta estallaba al ritmo de “I want to break free”, de Queen, y nos hacía bailar a todes sin conocernos. Me di cuenta de que ahí era, ahí es donde debía estar. Como dice mi amiga Cocoa: “¡Aquí me cuidan a mí!”.
Después de haber vivido aquella fiesta decidí empezar a marchar: por el orgullo, por la lucha y porque siempre es mejor marchar con fiesta que con violencia.
En ese entonces algunos amigos cuestionaban la visibilidad y las marchas porque no compartían las formas, la exposición. Poco me importó y esgrimiendo mis argumentos no paré de gritarles las verdades hasta que en los últimos años marcharon al lado mío.
Nuestra presencia es política en todos los ámbitos donde nos visibilizamos. Sin dudas tenemos el camino allanado por les que caminaron antes que nosotres.
Este sábado voy a marchar por el orgullo y por lo que todavía nos deben. El “Pakiarcado” y sus modos nos trajeron donde estamos hoy, por eso levanto la bandera de la gran Susy Shock cuando dice: ¡No queremos ser más esta humanidad!
Este sábado marcho y me enfiesto por el orgullo de ser y para que no se nos niegue ningún derecho nunca más. ¡Cupo laboral trans ya!