Perpetua a 10 represores de la dictadura: por primera vez en el mundo, se reconoce a personas trans como víctimas de lesa humanidad
El Tribunal Oral Federal N1 de la Plata condenó ayer a 10 represores de la dictadura a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad en el marco de genocidio. Se trata de la Causa Brigadas, el juicio de lesa humanidad más grande de la región. También hubo una condena a 25 años. La lectura de la sentencia duró cuatro horas en una sala colmada de gente. Entre las 610 víctimas totales del juicio había 23 mujeres embarazadas, 10 nietes apropiades -7 de los cuales recuperaron su identidad-, militantes, estudiantes de La Noche de los Lápices, una madre secuestrada junto a su hijo y 8 mujeres trans y travestis.
Es la primera vez en la historia argentina que militares fueron condenados por los delitos privación ilegítima de la libertad, tormentos, abuso sexual y reducción a la servidumbre a personas del colectivo travesti trans.
“Terminó esta etapa que tanto estaba esperando para por lo menos ya sacarme esta tensión. Esto para mí es una gran satisfacción: que pueda concluir. No solo para mí sino también para las compañeras. Estamos contentas que se nos cumplió”, expresó a Presentes Valeria del Mar Ramírez, sobreviviente de la dictadura y primera persona trans en ser querellante en un juicio de lesa humanidad.
En el marco de un genocidio
En un hecho considerado “histórico” por la comunidad y la militancia de Derechos Humanos, los jueces Walter Venditti, Esteban Rodríguez Eggers y Ricardo Basilico del TOF N1 de La Plata afirmaron que “los hechos, además de resultar crímenes de lesa humanidad, lo fueron en el marco de un genocidio”.
Además reconocieron como víctimas de crímenes de lesa humanidad a las sobrevivientes trans Valeria del Mar Ramírez, Carla Fabiana “La Cañito” Gutiérrez, Paola Leonor Alagastino, Julieta Alejandra “Trachyn” González, Analia Velázquez, Marcela Viegas Pedro, Judith y Claudia, todas detenidas en el Pozo de Banfield. Estas dos últimas fallecieron a lo largo del proceso judicial.
Sin precendentes en el mundo
“El punto nuevo en este juicio -es la primera vez que pasa no solo en Argentina sino en el mundo, no hay precedentes- es que se abordó las violencias a las que fueron sometidas un grupo de mujeres trans que fueron llevadas al Pozo de Banfield, uno de los cuatro centros clandestinos que se analizaron en este juicio”, explicó a Presentes la auxiliar de fiscal Ana Oberlin, abogada especializada en Derechos Humanos, Género y Derecho Penal, doctora en Derecho y Ciencias Sociales y familiar de desaparecides.
También reconoció que “durante todos estos años esas violencias habían estado invisibilizadas en todos los planos” por lo que esta sentencia marca “un hito”. “Creo que viene a aportar un poco de justicia, aunque sea tarde y fragmentada para todo un colectivo que fue violentado no solamente durante el Terrorismo de Estado sino también antes y después”, agregó.
Cerca de las 14, el juez Basílico comenzó la lectura de una extensa sentencia que duró cuatro horas. La sala del primer piso del Tribunal estaba repleta de familiares de desaparecides, sobrevivientes del Terrorismo de Estado, militantes por los derechos humanos y personas interesadas que llevaban carteles para recordar rostros y exigir que haya “memoria, verdad y justicia”. Otras decenas de personas aguardaban en la parte externa del edificio y seguían el veredicto con pantallas y parlantes gracias a la transmisión de La Retaguardia. Cada tanto, en momentos clave de la lectura, en la sala se escuchaba el sonido de bocinazos desde la calle.
Los condenados
El Tribunal condenó a prisión perpetua a Federico Minicucci, Jorge Héctor Di Pasquale, Roberto Armando Balmaceda, Jorge Antonio Bernés, Guillermo Alberto Dominguez Matheu, Carlos María Romero Pavón, Jaime Lamont Smart, Juan Miguel Wolk, Carlos Gustavo Fontana y Horacio Luis Castillo. En tanto, Alberto Julio Candioti fue condenado a 25 años de prisión y Enrique Augusto Barre, absuelto.
El Juicio Brigadas comenzó en octubre de 2020 con el objetivo de juzgar los delitos perpetrados en cuatro Brigadas de Investigaciones de la Policía bonaerense: Quilmes, Banfield, Lanús y luego San Justo. En un principio la causa contó con 18 imputados vivos, de los cuales doce continúan con vida y fueron juzgados. Entre los que murieron se encontraban Miguel Osvaldo Etchecolatz, Miguel Ángel Ferreyro, Ricardo Armando Fernández, Carlos del Señor Hidalgo Garzón, Emilio Herrero Anzorena y Eduardo Samuel De Lio.
Este juicio contó con el testimonio de casi 500 personas.
Esta sentencia viene a traer luz por primera vez sobre la persecución que vivió el colectivo travesti trans en dictadura, algo que se encontró invisibilizado durante muchos años en democracia.
“Esperamos 47 años para esto”
“Esperamos 47 años para esto. Sinceramente las heridas que una tiene no te las borra nadie”, expresó Valeria del Mar. En sintonía, la sobreviviente “Trachyn” expresó, al final del veredicto: “Justicia hubiese sido que nunca pasara esto, pero pienso que igual es un hecho de justicia, que quede en la memoria de la historia argentina”.
Para la activista trans María Belén Correa, fundadora del Archivo de la Memoria Trans, que estaba presente en la sala, se trató de “un día histórico porque por primera vez incluyen a la comunidad trans en estos juicios, marcando que el genocidio no solamente fue heterosis y que la memoria, verdad y justicia tampoco es el hetero cis”.
“Los testimonios de las compañeras, de los cuales cuatro fueron agregados gracias al Archivo de la Memoria Trans y el compromiso de la fiscal (Ana Oberlin), fue fundamental para que hoy podamos estar acá en este momento histórico”, agregó. En este sentido, espera que el fallo “sea el puntapié inicial para que el resto de las compañeras trans también puedan empezar a declarar, que puedan entender que ellas pueden ser escuchadas aunque durante mucho tiempo la memoria era un privilegio”.
A lo largo del juicio quedó demostrada la violación sistemática de derechos humanos elementales que vivió el colectivo travesti trans perseguido durante la dictadura: desde torturas físicas y psicológicas, hasta abusos sexuales y trabajo forzado.
Los testimonios
“Sistemática y metódicamente todos los días me venían a buscar. Me ponían una capucha. No sé adónde iba. Teníamos una venda y yo podía espiar por abajo. Me tiraban en una cama. Me ataban. Y me ponían 220 (electricidad). (…) Ellos querían que yo dijera los nombres de los chicos con los cuales salía, su domicilio y de qué hablaban, pero mi única relación con ellos era sexual, no conocía sus nombres. Además de eso también me violaban. Y después me volvían a la celda”, describió Marcela Viegas Pedro, con la voz temblorosa durante su declaración de abril del 2023.
También eran levantadas de la calle para llevarlas a “fiestas” que hacían las Brigadas. “Cuando querían nos sacaban de la celda y nos hacían hacer striptease, querían que bailáramos para ellos, a veces estaban alcoholizados. Recuerdo estar con una compañera y nos sacaban fotos y nos preguntaban cuál de las dos era más linda”, sostuvo Analía Velázquez.
“Contínuamente se sentía la muerte”
“Nosotras nos rompemos por las cosas que nos pasaron y nos hicieron. Que hoy se haga Justicia por nosotras es algo que ganamos después de tantos años de saber que no están más las chicas”, agregó Fabiana, con la voz quebrada.
A Julieta González la reconocieron en el fallo como una víctima del delito de reducción a la servidumbre, entre otros. Al respecto, había testimoniado: “Al Negro (Claudia Gómez) y a Judith los ponen a picar cascotes. A la mañana vemos que era grande el lugar. Tenían como dos fosas donde nos hacían lavar los autos. Tenían barro, pero adentro muchos tenían sangre. Siempre recuerdo mucha sangre en un Falcon amarillo. Nos hacían cocinar, lavar la ropa, lustrar borcegos”.
Las declaraciones de las sobrevivientes también sirvieron para conocer qué pasaba con les demás detenides. “Continuamente se sentía la muerte, se oían los gritos de las personas a las que les daban picana. Hombres, mujeres, señoras y chicos que lloraban. Mamá no me abandones, gritaban”, compartió Velázquez.
“En un momento escuchábamos llorar a una chica. Y después escuchamos llorar a un bebé. Y después la chica no se escuchó más y el bebé tampoco. Como que nació el bebe. Tenía unos re pulmones porque lloraba fuerte. Pensar que nosotros estuvimos en ese nacimiento, decíamos después”, dijo “Trachyn”, quien hasta el día de hoy reconoce que todos los días recuerda el rostro de esa chica.
Derecho a la vida y reparación
En su alegato, la Fiscalía pidió, además de las condenas a prisión perpetua, una reparación para las víctimas y sus familiares. Durante la sentencia no se abordó el tema, ya que se tratará en el ámbito administrativo, aclaró Oberlin. Desde el activismo travesti trans piden una reparación para todas aquellas adultas mayores que vivieron violencia institucional.
“Tenemos derecho a la vida, a proyectos de vida legítimos, deseables, amables. Tenemos derecho a la memoria, la verdad y la justicia. Por todas las muertas, que ni siquiera tienen una lápida, pido que las reconozcan por lo que quisieron ser”, concluyó en su declaración la activista y psicóloga social, citada como testiga experta, Marlene Wayar.