Fuera de onda: perdidxs en la diversidad
No sé pero no me siento identificada - me dice mi amiga.
Esos corpiños con muchas tiras, toda esa producción. No me parece mal pero no me encuentro ahí - me dice.
A mi siempre me han gustado las marchas pero me siento super fuera de onda. Digo, está buenísimo mostrar el culo pero a mí no me sale.
Todo el mundo se pinta la boca y a mí nunca me gustó pintarme la boca, ¿entendés?
Se refiere a la marcha del orgullo, pero no solamente: se refiere en general a la manera de ser lesbiana, de ser gay, trans, queer, diverxs. Hoy, de un tiempo a esta parte. En Tucumán, sí, pero a lo mejor también en todas partes.
¿En qué momento todo se volvió estridente? -esto no me lo pregunta así, pero así la entiendo. ¿En qué momento todxs somos regixs y magníficxs hasta para ir al bar más rasca? Y esa actitud desafiante así como de ‘aquí vengo yo’
Nosotras, ni en nuestro mejor momento. Como la gente mayor que ya somos, nos acordamos de bares que ya cerraron, a los que íbamos de jean, clásicas y sin brillo. Yo le digo que sí, que la entiendo, pero que bueno -“pero bueno” como respuesta a todo-.
Y no entiendo, amiga, a la música, no la entiendo. Lali me encanta pero las canciones me parecen un poco una cagada. Yo me río. Bueno, sí, tenés razón, amamos a Lali pero así como para conmovernos, convocarnos, tocarnos una fibra, pues no. Igual cadune es cadune. Es que somos gente grande, volvemos a decir. Ahora se ríe ella. Me muestra, por videollamada, que ya se compró una sidra. Me pregunta cómo es la sidra aquí. Más amarga, le digo.
Aparte no sé bailar, porque nunca supe bailar pero menos que menos sé bailar esta música. Ni siquiera puedo ir a una fiesta porque ahora en una fiesta todo el mundo baila y no me gusta, ahora ya no se boludea con los amigos como antes, ahora se baila, y se baila en serio, y se perrea hasta abajo.
Es más, agrega, hace dos años la onda era no depilarse, andar con la piernas hechas un lobo, y estaba bien eso porque eso hablaba de la liberación. Y hoy todo el mundo se hace la definitiva. Y yo todavía no sé qué quiero hacer, si dejarme el pelo o sacármelo, con cera o con maquinita.
Siento que todo el tiempo estoy fuera de onda.
Le digo que me hizo acordar a esa foto que nos hicimos en una marcha en que lo único de colores que tenemos es una corbatita de arcoiris, y se la busco en Google fotos para que se acuerde. Ni sé el año.
Todo pasa muy rápido, es eso.
Ya no se dice más ‘amiguis’ - me interrumpe.- Y ‘amichis’no duró nada. ¿Sabés que ya ni es ‘reina’, que es ‘reinona’? Horrible ‘reinona’.
Sí, le digo, la verdad que sí.
Se toma un trago de sidra, yo, del vino que tengo a mano.
Qué lastima amiga que esta vez no vas a estar para la marcha, me dice.
Bueno, un poco nuestra marcha juntas se parecería a esta videollamada, le digo.
Se ríe de nuevo, escupe un poco de sidra. Brindamos contra la pantalla. Se hace un silencio y me vuelve a decir:
Es que me siento muy fuera de onda, amiga.