Juicio por Ana Picone: “La relación se caracterizó por los celos desmedidos de Bazán”
Son nueve las audiencias que se llevaron a cabo en el juicio por Ana Picone, la mujer policía de 29 años que falleció por un disparo en la cabeza, en 2022. La causa tiene como imputado a su expareja Gerardo Bazán, acusado de haberla instigado al suicidio. Durante nueve días, familiares, amistades y compañeres de trabajo declararon ante el juez Alejandro Valeros. El pasado viernes en la sala de audiencias se escuchó el testimonio de la psicóloga Lina Natalia Ortega Córdoba.
“Ana, los últimos años de su vida, se encontró en un contexto de violencia de género por parte de Bazán”, dijo la psicóloga, quien se encargó de realizar una autopsia psicológica a la víctima. Esta técnica forense resultó clave en la investigación, ya que, a través de entrevistas a personas allegadas y del expediente de la causa, se pudieron evaluar rasgos de su personalidad y del entorno en el que ella se encontraba.
Durante los tres años de relación, las amenazas, los actos de intimidación y denigración hacia Ana por parte del imputado, fueron constantes. “La relación se caracterizó, desde el principio, por los celos desmedidos de Bazán”, afirmó la licenciada. Según el informe de la autopsia, él siempre le pedía que le diga y le muestre dónde estaba, con quién y qué hacía. A partir de esto, Ana llegó a alejarse de sus compañeros de trabajo para evitar conflictos. “Se pudo evidenciar la violencia psicológica por el excesivo control de Bazán. Él la seguía, la espiaba, le reprochaba continuamente su pasado. Ese dominio le impidió a Ana revelarse ante el abuso que estaba sufriendo”, sostuvo la testigo.
En más de una ocasión el acusado la amenazó de muerte como así también a sus familiares. Le molestaba que les visite, aislándola completamente de su entorno. “Se entiende la violencia psicológica como aquella que busca causar un daño emocional. Su objetivo es negar al otro, objetivarlo. Esto es algo que se pudo lograr en el vínculo de Bazán con Picone”, explicó.
“Con respecto a su autopercepción, ella intentaba mostrar un perfil autosuficiente, pero era una persona bastante insegura. Ante los insultos de Bazán, disminuía su autoestima”, afirmó la psicóloga. El imputado le indicaba qué ropa debía usar, le reprochaba cuando ella quería ir al gimnasio y la insultaba incluso en lugares públicos.
Ana también fue víctima de violencia física. Sus familiares notaban constantemente marcas de golpes en su cuerpo, golpes que ella intentaba ocultar. Siempre que preguntaban por su relación con Bazán ella respondía lo más breve posible, evitando conversaciones profundas. Sus compañeras de trabajo notaban un cambio en ella, la veían temerosa, colapsada, más introvertida.
A pesar del contexto de violencia en el que estaba sumergida, Ana buscaba una autonomía económica para ella y para su hija. Era muy trabajadora y emprendedora. “Era una mujer que se aferraba a la vida, tenía muchas ambiciones, muchos deseos de vivir”, dijo Ortega Córdoba.
La conclusión del informe de la autopsia fue clara: Ana no presentaba rasgos fenomenológicamente compatibles con rasgos suicidas. “Es decir, no había comportamientos suicidas, ni manifestaciones verbales. No tenía ningún tipo de trastorno mental, sin embargo esto no excluye que haya terminado con su vida ya que se encontraba en un contexto de violencia”, explicó la licenciada.
Luego de más de seis horas de audiencia, la psicóloga finalizó su declaración y fue la última testigo por parte del Ministerio Público Fiscal. A partir de esta semana declararán testigos presentados por la defensa.