"El crimen de Cynthia es el más terrible de los últimos tiempos”
“Siento vergüenza de la Justicia de Tucumán. Siento que el crimen de Cynthia es el más atroz, el más terrible de los últimos tiempos”, con esas palabras respondía a una entrevista de Telefe Tucumán Laura Moreira, hermana de Cynthia Moreira, mujer trans de 26 años asesinada el 14 de febrero de 2018. No era un día cualquiera, Laura estaba por ingresar a Tribunales Penales el 9 de septiembre durante el primer día del juicio por el transfemicidio de su hermana. No se encontraba sola: la rodeaban, casi como abrazándola, las banderas de la comunidad LGBTQ+, sus familiares, amigas de Cynthia y agrupaciones que levantaban carteles con una firme consigna: “Justicia por Cynthia Moreira”.
“Siento que, después de muerta, mi hermana sigue siendo discriminada como todo el colectivo trans en esta provincia. Siento que no se ha investigado a fondo el crimen porque era una mujer trans”, expresaba mientras todos la escuchaban. Laura asegura que la justicia abandonó el caso de Cynthia y que adelantaron el juicio para “lavarse las manos”. Según sostiene, el único imputado, Ramón Antonio Soria, es un partícipe necesario del crimen, pero los verdaderos asesinos continúan libres.
Tras cuatro años de indagar minuciosamente cualquier pista que pudiese llevarla a los culpables -que considera firmemente tenerlos identificados- y luego de impulsar una lucha intensa para esclarecer los hechos, Laura se fue convirtiendo en un icono dentro de la comunidad. Las personas trans la conocen, la apoyan, la ayudan y, junto con sus familiares, son la red de contención que afianzó su objetivo: encontrar la verdad y la justicia.
“Hay gente que nunca se ha identificado y se ha acercado a mí en marchas, que me decía ‘no bajes los brazos: en Villa Amalia todos sabemos que Los Díaz la han muerto, que han matado a Cynthia”, relataba ante el tribunal.
El caso
Habían pasado nueve días ya cuando el olor a descomposición no podía esconderse más. El hedor se desprendía del cuerpo de Cynthia Moreira mientras sus familiares y amigas no cesaban la búsqueda. El cadáver se encontraba mutilado, calcinado, y preservado a duras penas en bolsas de residuos.
El 14 de febrero se despidió en su casa diciendo que se iba a una fiesta. Según el relato de la familia, estaba junto a su amiga Maia Amaya (pero la mujer lo negó en ocasiones previas al juicio). Exactamente nueve días después, el cuerpo era encontrado de la peor manera.
El transfemicidio de Moreira dejó grabado su nombre en carteles, remeras y fotos, pero no solo como eslogan sino como el vivo mensaje de que ya nadie descansará hasta que se esclarezcan los sucesos y se condene a los culpables.
Durante estos cuatro años Laura ha sido la cara visible de la lucha: es quien ha contado a los medios quién era Cynthia y cuáles eran sus sueños, quien ha usado su voz para recordar que la mataron pensando que nadie la reclamaría solo por ser trans. Pero Laura no titubea. Cada vez que habla se muestra firme y segura de lo que expresa: “A mi hermana la mataron los Díaz”, dijo en el primer día del juicio ante los magistrados. Se dice que “el clan” Leo y Horqueta Díaz son dos hermanos que pertenecían a la fuerza policial y que luego quedaron apartados por “corruptos y por estar en la droga”, según acusa la mujer.
Menciona además que una trabajadora sexual de nombre Gisel García, a quien antes no conocía, se le acercó durante una marcha, por el pedido de justicia por el transfemicidio de su hermana, y le contó que un cliente le había dado información sobre su hermana. Según esta versión, una noche en la que el cliente la trasladaba en moto por la calle Sáenz Peña, cerca de Villa Amalia, le dijo que sabía que Cynthia había estado por esa zona junto a su amiga Maia Amaya el día que la asesinaron. El hombre decía que Moreira había estado en un pasillo donde existe la venta de drogas y que, en aquella ocasión, un transa conocido como “el gordo Soria” (el imputado Ramón Soria) se había desquitado de un golpe con Amaya porque esta debía dinero. Tras el golpe Amaya logró escapar, pero Moreira no. “Justo a este maricón lo matan los dealers”, habría dicho el cliente.
“Ahí empiezo a encadenar todo”, dijo Laura, y explicó que el vínculo de Soria con los Díaz es muy estrecho, pues afirma que son hermanos de crianza y que todos participan en el narcotráfico. Expresó también que la muerte de su hermana no fue un desatino, sino que Amaya es la responsable de haber entregado a Cynthia por el dinero que le debía a los Díaz.
La mujer también relató sobre el lugar donde apareció el cuerpo, encontrado en un domicilio privado por un hombre llamado Héctor Gramajo. Este sujeto no habitaba en el lugar, pero accedía con frecuencia, ya que allí tenía una huerta. Según Laura, las investigaciones reconocieron que Cynthia no había sido asesinada en ese lugar, que no había rastros de sangre en ninguna parte y -lo que llama la atención- que ninguna puerta de la vivienda había sido forzada. “¿Cómo ingresaron tan fácilmente entonces?”, se pregunta la hermana de la víctima. Según contó en varias oportunidades, la Justicia nunca la acompañó, y por eso debió investigar por su cuenta sobre las posibilidades de que haya existido la complicidad de la familia propietaria de la vivienda.
El abogado que representa a la familia de Cynthia Moreira, Carlos Garmendia, señaló que Laura introdujo información sustancial para el juicio. Y, además, el abogado expresó: “sabemos que Maia, la amiga de Cynthia, está mintiendo y tiene la oportunidad ahora de decir la verdad. Nosotros tenemos las herramientas para protegerla, pero si se mantiene mintiendo avanzaremos con el ‘falso testimonio’”.
Por otra parte, el juicio continuará con diferentes testigos para probar la responsabilidad de Soria. Laura, con plena disconformidad con todo el proceso judicial, expresó ante las cámaras y ante una multitud que la escuchaba: “este es mi mensaje para la Justicia y para la sociedad en general. Decirles que este es el comienzo, porque no vamos a bajar los brazos hasta que este crimen esté esclarecido”.