Como todos los años, al iniciar el mes de julio, Tucumán se prepara para la fiesta patria que conmemora la Independencia de la República Argentina . Las expectativas para los tucumanos no terminan en la festividad en sí, sino que también se espera que el comercio turístico sea mayor al de años anteriores. Entre otras expectativas que surgen a esta altura del año, se encuentra el recurrente deseo de que esta vez no se vuelvan a tapar calles, veredas, terrazas y patios con esas molestas cenizas negras, producto de la quema de cañaverales. Pero como todos las años parece que nuevamente habrá que convivir con el hollín que se suma a la polución propia de la ciudad.

La situación se agrava ya que este período corresponde a lo que se conoce como "estación seca" propia del tipo de clima de la provincia. Y quienes más padecen durante este tiempo son aquellas personas que sufren afecciones respiratorias.

Cabe mencionar que la quema de cañaverales, si bien es una práctica regular, no está permitida, pues en la provincia se encuentra en vigencia la ley 7.479 que prohíbe no sólo la quema sino también la compra de caña quemada por parte de los ingenios. Sin embargo, una vez más, las leyes pasan desapercibidas, quienes deben controlar que se cumplan parecen mirar hacia otro lado. Mientras que los principales perjudicados siguen esperando que los que gobiernan dejen de fabricar leyes que se quedan en actos demagógicos, porque a la hora de cumplirlas es como si nunca se hubiesen aprobado.

Encontrar quiénes son los que incumplen esta ley no es tan difícil, no se esconde fácilmente el fuego que ocasiona tanta cantidad de cenizas. Es cuestión de acabar con la complicidad de las autoridades administrativas y policiales que deberían haber tomado al menos alguna iniciativa. Recién el día de ayer, el fiscal Antonio Gustavo Gómez inició una investigación de oficio buscando establecer los responsables de las quemas ocasionadas desde el día domingo 10 de julio. Y como todos los años, los vecinos tucumanos esperan que esta vez y de una vez por todas, al abrir las puertas de sus casas, no se encuentren con una alfombra de cenizas o con la ropa que lavó el día anterior manchada de hollín.

Gabriela Cruz

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