El problema de la basura está presente en cada municipio de la provincia de Tucumán, pero esto no sólo depende de los encargados de la recolección de residuos, sino que también hay que replantearse cuál es la participación de los ciudadanos en la suciedad de las calles. Luego de las fechas festivas, en las puertas de las casas los residuos fueron demasiados, pero también muchos papeles y bolsas fueron tirados conscientemente en la vía pública. Es sorprendente ver la falta de conducta de la gente para tirar un papel al canasto de la basura ubicados en cada esquina, ¿será que no todos desean una ciudad limpia?

Una de las grandes complicaciones que esto acarrea, además del mal aspecto de la ciudad y los olores desagradables, es que esos residuos se estacionan en las bocas tormenta, provocando grandes inundaciones en las principales calles de la ciudad.

La temporada de verano se caracteriza por días muy calurosos hasta que una fuerte tormenta refresca las calles.  Así, las inundaciones se hicieron frecuentes entre diciembre y lo que va de enero. Incluso el primer día del año contó con una gran tormenta que inundó las principales avenidas. Si bien estas complicaciones se deben a diversos factores, una escena muy común fue ver la basura atascada en las bocas tormenta, impidiendo que el agua siga el curso que corresponde.

Tucumán carece de un buen sistema de desagote frente a la gran cantidad de agua que pueda haber luego de una fuerte tormenta, pero el aporte que los ciudadanos pueden hacer es prácticamente desconocido por muchos. Frente a la falta de frecuencia del servicio de recolección de basura, en la mayoría de los municipios, se recomienda que las bolsas con los residuos permanezcan dentro de las casas y de ese modo poder evitar su derrame en las veredas.

Por otro lado, si en la vía pública no hay un cesto de basura, lo ideal sería guardar el papel en la cartera o bolsillo y desecharlo luego en casa, ya que entre todos podemos hacer un minino aporte para que Tucumán de verdad comience a estar más linda y limpia que nunca.

Delfina Campero

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