Verano de imprudencia
La cobertura mediática del verano está llena de números e interrogantes. Cuántos turistas fueron a qué puntos del país, cuál es la obra de teatro que más convoca, cuánto subió el alquiler en la costa respecto a la temporada pasada. Cada quincena cambian las cifras de ocupación hotelera. Cada semana se renuevan los nombres de los protagonistas de escándalos y romances. Cada día, en una columna ajena al color de las revistas, se suman accidentes en las rutas argentinas.
Nuestro verano, tan identificado con las vacaciones y con el movimiento de personas dentro del país, coincide con el inicio de un nuevo año de estadísticas. Durante el año pasado murieron 21 personas por día en accidentes de tránsito en Argentina. No ha terminado el primer mes del 2013 y ya las víctimas de accidentes de tránsito ya se cuentan por decenas. Y no parece que esta situación vaya a mejorar.
Con el pie clavado en el acelerador y la vista fija en el destino final, el argentino maneja como si el resto del mundo, incluyendo las normas de tránsito, no existiera. La lógica y el sentido común quedan atrás cuando el auto pisa la ruta. Los porqué se agrupan bajo la ignorancia, el descuido y, muchas veces, la soberbia. Una mala decisión solo toma un instante, ese gesto imprudente que puede haberse repetido miles de veces sin consecuencias: sobrepasar en una curva, atender el celular, salir de viaje sin dormir o con alguna copa de más.
Es el cuento de siempre, ése del que nadie parece aprender la moraleja: lo importante no es llegar antes sino, simplemente, llegar.
Cecilia Morán
cmoran@colectivolapalta.com.ar