La Palta

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¿Dónde están los chicos?

Desde hace un par de décadas las modalidades dentro de las familias se han modificado. En otras épocas las mamás eran responsables de llevar adelante la casa y a los hijos. Su labor primordial era la primera educación de los pequeños mientras que su marido trabajaba para llevar el pan al hogar. Esos tiempos fueron cambiando y las tareas de ama de casa y niñera fueron alterándose a partir de la incorporación de la mujer en el sistema laboral, por lo que los niños debían ser cuidados, alimentados y vestidos por abuelas o tías que tenían el tiempo para hacerlo y, cuando el dinero empezara a alcanzar, una niñera-mucama era posible de contratar. Luego de un tiempo la moda fue inscribir a los chicos en jardines maternales, donde pudieran jugar, aprender y sociabilizarse con otros niños, mientras que mamá y papá trabajaban para mantener los gastos hogareños y el jardín. Los años pasaron y cada vez más son los niños que necesitan de una “guardería” que los cuide, escogidos en su mayoría por la proximidad a sus casas o al trabajo de papá, desconociendo los ambientes en los que se están educando.

Durante la semana se habló mucho respecto a los jardines maternales debido a la violencia de un grupo de maestras que fueron grabadas durante el horario de trabajo. Un maltrato repudiable por todos y, más allá de cualquier justificación, no hay una explicación capaz de entender el comportamiento de las docentes, si es que en realidad tuviesen tal título.

Sin embargo, este accionar es más común de lo que muchos se imaginan, solo que ésta vez las maestras fueron grabadas y escrachadas mediáticamente. Es moneda corriente que algunos padres no realicen una minima investigación y se preocupen por el lugar donde sus hijos pasaran gran cantidad de horas al día, pues la necesidad de que los chicos sean cuidados por otros mientras están en el trabajo es grande.

Ante esta problemática, que pone la piel de gallina cuando se escuchan o ven imágenes de los maltratos, surgen preguntas que aún no han sido respondidas, ¿dónde está el Estado que debiera prevenir?. Ante la duda ¿es sano para el niño que sus padres lo dejen un día más en la institución para grabar los malos tratos de las maestras a través de un celular?

A partir de la sanción de la nueva Ley N° 26.206 de Educación Nacional se estableció la obligatoriedad del jardín de infantes. Sin embargo, el Estado no tiene en todas las escuelas publicas habilitadas las salitas de 3, 4 o 5 años, por lo que las instituciones privadas deben brindar este servicio. En su mayoría son costosas debido a la cantidad de personal que se requiere por la multitud de chicos matriculados. Por otro lado, los jardines maternales no pueden ser lugares de depósitos de chicos, deben tener docentes al frente o, en su defecto, que tenga una especialización en lo maternal, lo que es difícil de encontrar en el país.

En Tucumán hay muchas guarderías en diferentes zonas que dejan mucho que desear; existe una precarización importante que siempre impacta en el niño.  Maestras que no están capacitadas para la función, espacios de recreación no aptos, salitas pequeñas que albergan gran cantidad de chicos; todos son factores que intervienen en la educación de bebés y niños que asisten por diversas razones a la guardería.

No obstante, existen algunos sectores de padres más comprometidos con la situación de sus hijos, que investigan de antemano la institución donde los inscribirán, mientras que en su mayoría la gente que trabaja y que necesita dejar a los chicos al cuidado de “maestras” no conocen los lamentables trasfondos de estos espacios de educación.

Pese a la preocupación actual, a la impotencia y ganas de sacar a todos los chicos del maternal por temor a lo que les pueda pasar, no sirve de nada llorar sobre la leche derramada, sino que como padres es importante estar más atentos a las manifestaciones de los chicos, visitar esporádicamente las salitas y conocer las instalaciones y maestras; como así también, exigir formar parte de algunos días de actividades, para que de este modo se pueda conocer la verdad del lugar en el que se confía la vida de los hijos.

Delfina Campero

dcampero@colectivolapalta.com.ar