Un abuso constante
Es más frecuente de lo pensado que los adultos mayores reciban ciertos abusos por parte de la gente que los rodea. Abusos en el sentido de aprovecharse de su ingenuidad y cansancio por la edad, o incluso el maltrato constante que estos puedan recibir en lo cotidiano de la vida. Por el simple hecho de ser mayores, mucha gente pierde la paciencia y el entendimiento para con ellos. Es muy frecuente que los adultos mayores sean abusados por aquellos que, en ciertas situaciones, tienen el poder. Un vendedor de comercio que aprovecha la ignorancia tecnológica con tal de lograr una venta, consigue que los ancianos gasten sus pocos ahorros en algo que muchas veces no precisan; incluso recibiendo malos tratos por aquel joven vendedor impaciente que no quiere tomarse un minuto más en explicar las características del producto que esta ofreciendo.
Una de las peores postales de la provincia es la calle Crisóstomo Álvarez y Jujuy, cuando una enorme cola de abuelos da la vuelta a la manzana bajo los rayos furiosos del sol tucumano, esperando para cobrar los pocos pesos que les permitan sobrevivir un mes más. Sin sombras, sin que nadie les ofrezca un poco de agua, parados toda la mañana, los ancianos mes a mes están sometidos a un sistema burocrático que, pese a la evolución de las cosas, sigue siendo arcaico. Los grandes perjudicados poco y nada reciben, ni un gesto de interés por parte de quien corresponda.
La misma imagen es propia de las prepagas, los hospitales, incluso de algo tan sencillo como la parada del colectivo. Los abusos de los jóvenes y el sistema, frente a los adultos mayores, son constantes y ocurren en cada ámbito de la sociedad, incluso los más cotidianos. Son pocos los que se interesan por manifestar un poco de respeto para con ellos, tener un minuto de paciencia y responder sus múltiples y reiterativas preguntas, brindarles un asiento cuando la cola no avanza o escucharlos cuando ellos quieren hablar.
Aquellos ancianos subestimados por quienes creen "saberlo todo" y se aprovechan de las situaciones, son los papás, el tío o los abuelos de cada uno y cuando son víctimas de algún atropello, también la familia es víctima de ello, pues tocan a "uno y nos tocan a todos". Desde el Estado existen diversas entidades que velan por sus derechos, promoviendo el respeto y la defensa de ellos, brindando orientación, asesoría legal, psicológica y social de manera gratuita a los viejos; pero un poco de amistad y caridad de parte de cada individuo, para con quienes ya pasaron por muchas luchas en esta vida, no es difícil de lograr y con simples gestos su día puede ser diferente.
El respeto no debe ser negado a nadie y menos sabiendo que en un par de años más a todos les tocará estar en ese lugar de anciano. Ser abusado o atropellado por aquellos que los rodean, no está nada bien.
Delfina Campero
dcampero@colectivolapalta.com.ar