La hinchada ausente
El cronograma es el mismo. A comienzos de la semana, pasados los disturbios de la fecha futbolera, el análisis sobre la violencia en las canchas está a la orden del día. Se barajan soluciones, se señalan culpables. Hacia el miércoles, ya con las competencias internacionales copando los titulares, el ruido comienza a disiparse. Hasta que la violencia ataca otra vez. Posterior a los incidentes que coparon la semana pasada, se habló extraoficialmente de jugar directamente sin público visitante en Primera División, como ya ocurre en muchos partidos de Ascenso. Se susurró, además, que sería una decisión muy poco popular ya que es un año electoral. Que el periodismo y los encargados de brindar seguridad osen a evaluar una medida destinada a combatir la violencia en términos de su impacto en las urnas dice mucho del momento que vive el fútbol argentino. Además, se pasa por alto que muchos de los incidentes que han terminado con heridos e incluso muertos se gestaron en las entrañas de los clubes. Las internas, el quién es quién en una barra brava. No solo del visitante se alimenta la estupidez que asola las tribunas.
La medida que sí se anunció desde la AFA es que si una hinchada provoca incidentes de local, se jugará a puertas cerradas el siguiente partido en esa condición. Si los disturbios vienen del lado visitante, esa hinchada no podrá alentar a su equipo la próxima oportunidad en la que jueguen de visitante. Este trabalenguas tiene consecuencias que exceden la prevención de la violencia. Les da poder a las hinchadas sobre los clubes ("te puedo hacer cerrar el estadio") y afecta a clubes que no estuvieron involucrados en los incidentes.
La violencia no se queda en casa. Producto de lo ocurrido en Montevideo una semana atrás, Vélez Sarsfield recibió a Peñarol por la Copa Libertadores en una cancha vacía. La Conmebol, que organiza las competencias a nivel continental, además castigó al Fortín a no llevar más público cuando juegue de visitante. Tres goles gritaron los jugadores de Vélez, sin una hinchada que los celebre.
Con las tribunas vacías, el fútbol no va a ser igual. Y no es suficiente para desarmar la red que se teje entre los clubes, las barras, la policía y la política. Por fuera del campo de juego, son el poder y el dinero los combustibles que siguen alimentando esta hoguera de violencia.
Cecilia Morán cmoran@colectivolapalta.com.ar