Culturalmente inquietos
Cuando todavía Internet no acortaba distancias, ni existían los blogs o los muros de Facebook en donde cualquier hijo de vecino pudiera exponer sus ideas y sentires, ya estaban en la calle los fanzines.
Un fanzine, del inglés fan’s magazine, es una publicación de fanáticos para fanáticos. Los primeros surgieron en Europa en la década del 40 de la mano de los seguidores de la ciencia ficción, y alcanzaron popularidad en los 70, ligadas a la escena musical y al mundo del comic, a partir de la aparición de las fotocopiadoras Xerox que permitían una impresión rápida y económica.
Desde entonces y hasta la actualidad, se editan fanzines en distintas partes del mundo que abordan temáticas diversas, aunque siempre alrededor de la 'cultura alternativa' (underground o movimientos contraculturales) y sus distintas manifestaciones. A diferencia de las revistas culturales, la gran mayoría de los fanzines son de distribución gratuita y se mueven en el circuito de recitales, no incluyen publicidades, no responden a un formato predeterminado ni siguen una línea editorial, y pueden surgir de un grupo de personas o ser escritos íntegramente por una sola. Aunque hoy existan los llamados “fanzines digitales”, el género se ha apoyado históricamente en el formato papel, que posibilita ese mano en mano que constituye la esencia de este tipo de publicaciones.
Actualmente hay en Argentina una tendencia a editar libros que compilan fanzines. Tal es el caso del libro Buenos Aires desorden, Resistencia (del fanzine homónimo de Patricia Pietrafesa), o En la cancha se ven los pingos, una compilación de cuentos sobre historias del conurbano bonaerense que mezclan el fútbol, la música y las pandillas. Existe, incluso, la editorial Tren en movimiento, que empezó como fanzine, y hoy los edita.
Una manera descarada de perder el miedo
También Tucumán tiene su tradición fanzinera. Las primeras publicaciones de este tipo de las que se tiene noticias surgieron en los 80: fanzines como Basta y Revolución seguían la línea de otros que ya se venían publicando en Buenos Aires.
Fito Bouvet, fanzinero tucumano, cuenta que empezó a adentrarse en la movida allá por el año 96, cuando llegó a sus manos un fanzine que se había filtrado entre las revistas que llegaban desde afuera, por tener la tapa en colores. “En un primer momento me enganché porque abordaba temas que nunca había visto en ningún otro lugar. Leyéndolos te enterabas de cosas mucho más específicas sobre la música en otras partes, no sólo de lo que hablaban las revistas en general. Era la única forma de saber de bandas de alguna ciudad de España, por ejemplo, algo que de otra manera nunca íbamos a saber. Era como encontrar un tesoro”, asegura.
Por entonces el fanzine estaba ligado estrechamente a lo musical y, particularmente, a la movida punk y hardcore, tanto es así que a la primera feria de fanzines en Tucumán la trajo Carlos 'Nekro' Rodríguez, cantante de la banda Fun People. Tal es la relación, aún hoy, entre la música y el fanzine que “de hecho, el lugar donde siempre va a haber un fanzine es en un recital, y eso para mí es buenísimo, saber que no solamente hay cerveza y canciones, sino que uno también puede terminar leyendo algo interesante''.
Todos los asistentes de aquella primera feria, dice Fito, salieron corriendo a hacer sus propias publicaciones, él entre ellos. Desde entonces, ha escrito varios fanzines: para un ciclo de cine, para el día de la diversidad, y distintos fanzines sobre música en relación a la escena cultural tucumana. Prefiere no hablar de una continuidad entre ellos, ya que van variando de acuerdo a los intereses y las necesidades de cada momento.
Una de las cosas que más le atrajo de estas publicaciones, además del contenido, fue la manera de decir: “Había mucha gente que escribía como hablaba (mal, muchas veces), y que después conocí y eran iguales a sus fanzines: lograban que los conocieras a través de lo que escribían. Esa sensación de haber conocido a alguien antes de verlo.” En este sentido, recomienda participar en fanzines como una manera de animarse a mostrar lo que uno piensa: “Para la gente que le gusta escribir y no se anima, el fanzine es la manera más descarada de perder el miedo, porque se comparte entre amigos, se entrega cara a cara, y es algo instantáneo, lo que estoy pensando lo escribo, y al otro día lo publico. Generalmente la academia te impide eso, te pasás años estudiando para después no escribir: a mí me pasó que cuando fui a aprender fotografía nunca más volví a sacar una foto”.
El fanzine los cría y ellos se juntan
Aunque en menor cantidad que en los 90, los fanzines se siguen produciendo en Tucumán y abarcan temas variados, además de la música, como la literatura o la historia. “Sobreviven los más cabezaduras, los más persistentes, además de los nuevos que van apareciendo”, dice Bouvet quien afirma haber leído fanzines de muy buena calidad últimamente, en la que fue la tercera edición del “Día del Fanzine”. El evento comenzó hace unos años como una jornada, y hoy ya son 4 días que reúnen a amantes del género de Tucumán y otras partes del país. Además de distintos talleres (como el de encuadernación, diseño editorial y grabado orientado a las tapas del fanzine), una fiesta y recital, el encuentro contó con conversaciones con gente de las artes visuales y la fotografía y un artista urbano, donde se generaron interesantes charlas sobre las problemáticas de gestión cultural independiente en Tucumán.
Tanto el primer “Día del Fanzine” (aparecido hace 3 años en el afán de reflotar aquellas ferias de los años 90) como los que vinieron después se realizaron de manera espontánea, inorgánica y horizontal, explica Bouvet. Son llevados adelante por un grupo de conocidos con intereses comunes, conocedores, lectores, hacedores de fanzines, con la voluntad de cuidar esa cultura que los une.
“Creemos en esto como método, que se acerque el que quiera, y si los recursos no están hoy habrá que generarlos de alguna forma para poder seguir haciéndolo mañana. Siempre nos manejamos con presupuestos bajos, pero eso no nos detiene”, dice Fito, y agrega: “Siempre hay gente inquieta culturalmente que le interesa generar cosas sin la cuestión del lucro de por medio. A los invitados les decíamos "no vas a ganar plata con esto, vas a perder tiempo" y aceptaban hacerlo igual porque son gente que tiene cierta conciencia del fanzine, porque participaron de alguna manera o conocen el género”.
Si bien no tuvo el eco que esperaban, asegura que los resultados fueron positivos ya que se realizaron todas las actividades planeadas, y surgieron temas interesantes a partir de las charlas entre quienes las daban y los asistentes.
“Mi cultura se basa en muchas canciones. Por ahí uno aprende de las letras. La otra vez escuchaba una que se preguntaba qué es el éxito: ¿la plata, el poder, o hacer lo que uno realmente quiere? Las actividades del día del fanzine fueron un éxito: no arrasamos, no se llenó de gente, pero hicimos exactamente lo que habíamos planeado y lo que prometimos, y todos pusieron de su parte para eso. Si uno cree en algo y lo puede hacer, para mí es un éxito.”
¿Por qué escribir, leer, compartir, participar, entrar en el mundo del fanzine?
“Lo hacemos porque creemos en la forma de producción que tiene el fanzine, absolutamente voluntaria y autogestionada. Quizá esta sea la forma más práctica de publicar en un lugar como Tucumán en que si uno espera la inversión estatal o privada, nunca va a publicar. Autogestionarse puede llegar a ser bastante sencillo si uno tiene la voluntad”.
Si te interesa y querés saber más sobre todo esto, entrá aquí.