El Pujllay llenó la pileta de sonrisas y aplausos
Allá por el año 1960, en el Parque Avellaneda de Tucumán se inauguraba una piscina pública que sería la atracción del verano de aquel entonces. La amplia construcción de estilo colonial se ha convertido hoy en un piletón cultural, donde el enorme espacio que constituía el sector menos profundo es ahora el escenario de un teatro improvisado. Allí, como en los tiempos de Shakespeare, cada domingo las familias tucumanas disfrutan del teatro popular. Sol, mate y carcajadas es lo que llena la piscina. Y es el público espontáneo el que decide cuanto vale el espectáculo al momento en el que pasa la gorra.
El ritual de cada domingo llevó a que los actores interesados por este espacio se organicen para mantenerlo, promocionarlo y convertirlo en el primer paso hacia la meca de los amantes del teatro. Son muchos los elencos que iniciaron su historia en el piletón y es el lugar donde la militancia por el teatro popular se hace actuación, comedia y parsimonia. Por ello, el piletón cultural de Tucumán fue elegido como punto de encuentro para llevar a cabo el Sexto Encuentro de Teatro Popular Latinoamericano Pujllay 2015.
El Pujllay, dios momo de la cultura calchaquí, reunió en el piletón a artistas de Colombia, Buenos Aires, Mendoza, Santa Fe y Tucumán. Organizado por la Fundación Mate Cocido, se presentaron obras de teatro, murgas, títeres, clowns y música a cargo de agrupaciones barriales. A esto se sumó el desarrollo de talleres de clowns para los chicos de la clínica de día San Genaro, y talleres de candombe y música afro para todo público. “Desde el Mate Cocido intentamos recuperar lo que hemos perdido, porque el teatro surge como una expresión popular”, dijo Sergio Osorio, miembro de la fundación. Si bien las actividades principales fueron en el Piletón, el Pujllay también se desarrolló en diferentes puntos del interior de Tucumán. En esta oportunidad se hicieron funciones en bibliotecas populares de Simoca, Yerba Buena, Tafí Viejo y La Florida. “La idea es que los teatristas que se llegan acá tengan la posibilidad de conocer otros trabajos de compañeros que están funcionando en el interior”, explicó Sergio.
La gorra no deja de ser importante a la hora de hablar del teatro popular. Es el precio que cada espectador otorga por lo que ve, de acuerdo a lo que tiene, puede o quiere. Dos pesos, veinte o, cuando la sonrisa es grande, cincuenta. Es con esta recaudación que, por ejemplo, los elencos se costearon la estadía en Tucumán y los gastos de organización. “La salida a la gorra dignifica el trabajo y tiene que ver con que el público sea parte asistiendo, proponiendo y colaborando con lo que cree que vale ese espectáculo. Significa construir otra visión del arte”, explicó el santafesino Juan Venturini, quien integra grupos teatrales como los Chaplán, los Lescanos y las Mandadas.
El público del piletón emocionó a los participantes que provenían de afuera de la provincia. “Hablamos mucho con los compañeros de diferentes provincias y a todos nos sorprende el público leal. Por un lado es relajado y, por otro, te genera un compromiso con ellos”, comentó el santafesino. Se trata de espectadores acostumbrados a ver teatro popular, que respeta, entiende y apoya los trabajos de los actores. “Todas las movidas que se hacen en el piletón me parecen bárbaras. Es muy bueno que se haya generado un espacio desde los artistas, manejado por los artistas y creado para todo público”, dijo Verónica, espectadora del Pujllay.
Las murgas y el baile cerraron el encuentro. Los chicos de la clínica de día San Genaro fueron los más aplaudidos con sus piruetas y movimientos. Así, la murga “Los duendes de la roca” caldeó el piletón con el ritmo. Esto se sumó a las experiencias de integración, comunicación y arte que brinda este tipo de encuentros. “El teatro popular nos permite la comunicación más cercana y vernos reflejados en el público que a uno como teatrista lo llena de orgullo. Es un reconocimiento hacia los que siempre vienen a actuar acá”, concluyó Juan Venturini, dejando la invitación a acercarse al piletón cultural, que cada tarde de domingo tiene una propuesta a la gorra.