La Palta

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"En este Tribunal no corren tiempos de justicia"

Por Silvia Sandoval para La Palta

El 17 de diciembre de 2016 un ebrio embistió su auto contra nosotras matando a Nella, Alejandra y Nati; dejándonos a Julia y a mí con heridas graves.

El 14 de noviembre de 2019 la Sala I del Tribunal Penal de Tucumán nos volvió a estrellar, esta vez con la impunidad.

Cuando ingresé a la sala a dar testimonio se me representó el presidente del tribunal como alguien para quien los testigos somos hojas de un expediente ajado, en ningún momento levantaba su vista de la computadora, salvo para darnos indicaciones hablándonos como si fuéramos lelos. Mientras intentaba, en ese contexto hostil, hacer un esfuerzo para hablar de aquellos dolorosos momentos, pensé en ir a buscar el “Protocolo de Intervención para el tratamiento de Víctimas-testigos en el marco de procesos judiciales”, aprobado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en 2012, y dejarlo ante los ojos de ese señor juez.

Desde el primer momento se evidencia el prejuzgamiento, ya que todo el tiempo hablaba del “lamentable accidente”. En un momento – justificando ante las objeciones de fiscalía y querella, con que debía garantizar el derecho a defensa – permitió que el abogado defensor hostigara a un testigo, incluso amenazándolo con imputarlo por falso testimonio, por el simple hecho de que el testigo era analfabeto.

Basaron su fundamentación de “culposo” en que el imputado había dicho en la audiencia que perdió el control del auto, que “el rodamiento libre” justificaba tales dichos, interpretando que el sr. Juárez no podría haber tenido la intención de cruzarse de carril. Todo eso arrogándose saberes que no le competen, obviando por completo que la psicóloga de tribunales que lo había evaluado había señalado que el sr. tiene una personalidad de base que se pone en riesgo a sí mismo y a los demás. Obviando también que para cualquiera es evidente que sería imposible dirigirse en línea recta por un terreno irregular, en subida, sin tener el control del vehículo.

En la última audiencia casi sentí un pequeño alivio cuando nos permitieron a Julia y a mi decir unas últimas palabras. Dije algo en relación a lo que en la sociedad actual significa conducir alcoholizado (cuestión que el imputado había reconocido ser consciente aún antes de que se produjera el choque), también quería decir quiénes eran las víctimas; dije que Alejandra era una excelente docente y luchadora, que Nella era muy dulce y solidaria, y para dar una imagen de mi hija Natalia, lo que significaba no solo para mi sino para quienes la conocieron, dije que en la Escuelita de Famaillá sus compañerxs habían colocado una foto suya con la leyenda “tu sonrisa como bandera”. Al leer los fundamentos lo sentí como una burla, había escrito “dijo que habían puesto una foto” punto y aparte. Pequeña muestra de cómo tergiversaron y cambiaron el sentido de todo lo allí dicho.

Los fundamentos del fallo están cargados de prejuicios y basados únicamente en lo que el juez pudo llegar a escribir, y no con lo que efectivamente se dijera o presentara en la audiencia. El colmo de prejuicio, prejuzgamiento y total falta de respeto queda plasmado en que dedicaron la mayor parte de los fundamentos a decir por qué consideraban que este juicio no era “delito de lesa humanidad”; cuando en ningún momento nadie había mencionado nada siquiera parecido.

En este Tribunal no corren tiempos de justicia, corren tiempos de burocracia reproductora en serie de impunidades. Dicen por ahí que uno de los integrantes del tribunal es un juez garantista, sí, garantista de impunidad.

Acaso no se trata de Justicia… ¿humana?