Miradas bicentenarias: el ser intercultural
A doscientos años de la independencia argentina, la cultura y la gestión cultural ponen en discusión las tradiciones heredadas. Por eso, sociólogos, antropólogos, filósofos y politólogos se replantean lo que significa ser independientes hoy. En un mundo intercultural, global y multiétnico hay ciertos modos de entender la independencia que no condicen con el escolarizado pensamiento transmitido entre generaciones.
El doctor en Filosofía Néstor García Canclini y el sociólogo Aníbal Jozami disertaron sobre el asunto en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán. La charla denominada Interculturalidad. Una mirada del Bicentenario puso en tela de juicio el concepto de independencia y lo consideró, en principio, como un modo de gestionar la interculturalidad. “Vivimos en un mundo donde la globalización ha acentuado la interdependencia entre las sociedades, los cruces voluntarios e involuntarios, las fusiones”, dice Canclini para afirmar que es muy fecundo repensar el significado del bicentenario de la independencia en relación con este término. “Las independencias fueron los acontecimientos fundadores de las naciones latinoamericanas y es partir de ellas que se gestionan esos cruces y fusiones que dan lugar a la interculturalidad”, explica Néstor García Canclini. En México fue el mestizaje de indios y españoles, entre las cuales se encontraban 62 etnias, mientras que en Brasil se encuentra una fusión de africanos con blancos o criollos. “En Argentina hubo políticas de sustitución de poblaciones indígenas por las europeas. Sin llegar a sustituir enteramente a las etnias originarias, pero arrinconándolas en alguna medida en el norte o el sur”, dice el filósofo. Sin dudas la enorme influencia que tuvieron los migrantes europeos sobre la cultura argentina llevó a pensar la multiculturalidad como esa fusión entre pobladores originarios y el contingente europeo.
“Hay que tener en cuenta que vivimos en un mundo totalmente mestizo”, afirma el sociólogo Anibal Jozami. En relación a esto, Canclini señala que en la primera mitad del siglo XX la interculturalidad fue gestionada por los Estados en América Latina, mientras que en la segunda mitad del siglo intervinieron las ofertas de las industrias culturales. Dicho de otro modo, a principios de siglo XX la educación pública redujo la diversidad a una sola lengua, a una escolaridad laica y uniforme para cada país. Luego, en la segunda mitad apareció la radio, el cine y la televisión que propiciaron una ampliación del horizonte multicultural. “Eso se globalizó con Internet y los intercambios económicos que tuvimos con Estados Unidos y varios países asiáticos”, señala el doctor en filosofía. A estos se sumó el desplazamiento del Estado por parte de los sectores privados que ejercieron control sobre los medios de producción y de comunicación.
Luego de esto, ¿qué ocurrió con las culturas locales y regionales? “Las comunicaciones mediáticas tienden a unificar audiencias pero las diferencias subsisten en radios y televisoras locales”, manifiesta Canclini en relación a la centralización que opaca las variedades locales y regionales. “A esto se agrega la desigualdad entre regiones. No solo diferencias, hay desigualdad en la conexión y desconexión”, dice Néstor y señala el hecho de que en las ciudades más pobladas se ve más cine y teatro, llegan más libros y revistas y hay más accesos a las industrias culturales. Ante esto, hay dos procesos que modifican el acceso desigual a la cultura: uno es el uso de las tecnologías de circulación global que llevan a que, aún en poblaciones pequeñas, se pueda acceder a un amplio repertorio cultural. El otro tiene que ver con los jóvenes, donde el proceso es más extensivo y extendido al punto que repercute en los nuevos hábitos culturales de descarga y circulación de la información.
Entonces, ¿qué deben hacer los Estados para garantizar la independencia y la interculturalidad conjuntamente? ¿Y para garantizar la expresión de la diversidad y lograr una interculturalidad más equitativa? “Los mayores logros en estos aspectos dependen de la acción de organismos públicos”, afirma Néstor García Canclini. La gestión en escuelas, el uso de las radios educativas, el apoyo estatal al cine o la gestión de la televisión pública parecen ser la respuesta. “El error es pensar que los procesos de integración tienen que ver con una cuestión política partidaria”, aclara Jozami.
Otra cuestión sería ¿cómo retomar con más eficacia los programas de integración latinoamericana? “No se han generado en América Latina programas semejantes a los que construyó la Unión Europea. Con programas como Media o Erasmus, la Unión Europea impulsó una integración entre los jóvenes y un intercambio entre las sociedades”, puntualiza el autor y deja en claro la importancia de las becas y programas de intercambio entre estudiantes de diferentes nacionalidades. “Vemos un conjunto de nuevos circuitos y comunidades transnacionales”, dice el filósofo y señala que uno de los cambios que ha habido en las ciencias sociales es el de no estudiar una sola sociedad. “Es tan evidente la presencia de los otros que eso ha tenido que abrirse y hacerse cargo de la complejidad multicultural”; para ello primero hay que ser conscientes de lo que pasa en el espacio propio para luego situarlo afuera. “El fenómeno de la interculturalidad hoy es reafirmado. Las cuestiones internas de las regiones se han potenciado”, agrega el sociólogo Aníbal Jozami.
“Todo cultura tiene algo innegociable. Hay ciertos componentes de la cultura que son más durables que sus procesos de integración o de transacción intercultural”, dice Canclini y cita al antropólogo brasilero José Jorge de Carvalho, quien estudió ciertas formas de interculturalidad brasileña como los cultos afro o la música. “Yo agregaría que eso innegociable no es una esencia. Es un conjunto de procesos que históricamente se han ido transformando. Como la idea de ‘nación’ que fue modificándose en periodos diferentes antes desafíos distintos”, explica el doctor en filosofía. De acuerdo a esto, al mantener la idea de independencia en relación a una sola metrópolis, como Estados Unidos, se llega a pensar que la independencia es un concepto abstracto. Porque “vivimos en un mundo multipolar y por más que Estados Unidos quiera mantenernos en su patio trasero o su zona controlada, hay acuerdos económicos por revisar que hemos hechos con otros países. Tenemos un espectro muy grande de diferencias y dependencias. Es en relación con esa complejidad que debemos redefinir quiénes somos ahora y qué sería lo innegociable en esta etapa”. De este modo Canclini despeja el sentido impermeable de la independencia y concuerda con Aníbal Jozami, quien afirma que “nuestro futuro y supervivencia está en la integración”.