La importancia de aprender educando
En el mes de septiembre se destacan dos fechas para el reconocimiento de mismo oficio: educar. El 11 se celebra el Día del Maestro, el de la escuela, el del guardapolvo blanco, el de los dedos con tiza, el de estereotipo más vendido a la hora de hablar de educación. El 17 se festeja el Día del Profesor, el de los libros pesados, el del auditorio, el del examen difícil. Pero, ¿a este tipo de educador se apunta cuando se habla de la educación como una herramienta de inclusión, de desarrollo y de formación? ¿Es este tipo de maestro o profesor el que permite que el educando despliegue sus capacidades intelectuales y motrices? ¿Son estos estereotipos de los que se habla cuando se habla de educar? Por lo general, suele pasar que cuando se habla de maestro, señorita o profesor lo primero que se viene a la mente es una persona experta parada frente a sus alumnos, llenando de conocimiento la vacía conciencia del aprendiz y teniendo siempre la última palabra en cualquier punto de discrepancia. De esta manera se coloca al educador en el podio del saber, obligando al educando a ocupar el escalón inferior y a verse subordinado por los métodos unidireccionales de enseñanza conservadora y tradicional. Curioso.
Muchos pensadores, escritores, pedagogos y hasta destacados artistas expresaron su opinión acerca de lo que significaba educar. Entre ellos se destaca Paulo Freire con su “Pedagogía del Oprimido”. Este pedagogo brasileño definía ese tipo de educación verticalista como “Educación Bancaria”, en la que la cabeza del estudiante funcionaba como un mero depósito de conocimientos por parte del maestro, y afirmaba que la superación de este tipo de modelo educativo se lograba a través del diálogo que despierte al alumno de su estado de pasividad y promueva el intercambio de conocimientos de ambas partes: profesores que se educan con el alumno y alumnos que se educan con el profesor. Es decir, un proceso de intercambio de experiencias que lleven a una formación más amena, didáctica y amigable.
Por otro lado, ya lo decía Pink Floyd con “The Wall”, es necesario salir de las cuatro paredes del aula y aprender en complemento con la realidad, formar cabezas pensantes que no se estanquen en las estructuras ortodoxas y cuadradas. Desde otro ámbito, Julio Cortázar afirmaba que "ser maestro significa estar en posesión de los medios conducentes a la transmisión de una civilización y una cultura; significa construir, en el espíritu y la inteligencia del individuo, el panorama cultural necesario para capacitar su ser en el nivel social contemporáneo y, a la vez, estimular todo lo que en el alma haya de bello, de bueno, de aspiración a la total realización”, a lo que agregaba “Doble tarea, pues: la de instruir, educar, y la de dar alas a los anhelos que existen, embrionarios, en toda conciencia". Con esto, Cortázar le daba al maestro la tarea de ser el guía, el punto de partida, el estimulante que despierte en el alumno sus propias capacidades, al mismo tiempo que, valga la redundancia, capacite el ser del educando para vivir en sociedad.
De esta manera se comprende que buen maestro o profesor no es aquel que se posiciona repetidor de teorías, sino el que se instruye en la práctica al mismo tiempo que contagia a su aprendiz del entusiasmo por participar en el proceso educativo consciente o inconscientemente.
En el mes donde el maestro, el profesor y el estudiante son reconocidos por sus roles, no se debe olvidar brindar por una educación que incluya, que instruya y desarrolle el interés por conocer y formar pensadores.
Javier Sadir
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