¿Qué se consiguió con la toma?
50 días de lucha. Cuatro facultades tomadas y un comedor estudiantil autogestionado. Marchas, charlas, intervenciones artísticas y movilizaciones en las calles. Todas estas herramientas dieron voz a los estudiantes.
El pasado martes 15 de octubre, las facultades tomadas decidieron levantar la medida. En Asamblea estudiantil, los jóvenes pusieron fin a la primera etapa de la lucha. Una medida extrema, lamentable y sacrificada que abrió el camino al cambio. Una toma que enseñó de política, de militancia, de democracia y compañerismo. Por eso, los estudiantes no solo lucharon sino que además aprendieron. "Me ha servido mucho a salir de mi egocentrismo y pensar más en la sociedad. A pensar en el compañero y la compañera, en nuestros amigos, familiares. A pensar más allá de lo que me rodea", comenta Nelson, estudiante de Ciencias de la Comunicación partícipe de la medida.
Tomar la propia facultad hizo que los estudiantes valoren el derecho a estudiar. Generó lazos. Desarrollo compromiso y participación política. "Lo que yo más valoro es que el movimiento estudiantil independiente por fin se ha despertado", expresa María, estudiante de Inglés que participó de una toma estando en el primer año de su carrera. María agrega que "no sabía del esfuerzo mental y físico que implica", haciendo referencia al esfuerzo que exige dormir en la institución soportando el frío, el piso duro, el baño no adaptado para la convivencia. A pesar de eso, muchos estudiantes cambiaron su hogar por 'la facu'.
El reclamo justo fue la fuerza que los impulsó a soportar el sacrificio. Decir "basta" a situaciones que se burlan de sus derechos. Exigir por el boleto estudiantil gratuito, el comedor universitario y la declaración de la emergencia en violencia sexual y doméstica. "Es increíble que nos podamos juntar entre las facultades por un bien común, como ser el boleto y el comedor", expresa Eugenia, estudiante que participó activamente en apoyo a la medida y los reclamos. "Si bien no tenemos aún el boleto, el hecho de que un legislador haya sacado del cajón algún proyecto de boleto ya significa una ganancia", explica Eugenia en relación a la manera en la que el tema se ha instalando en la sociedad.
El triunfo más importante de la lucha fue la creación de una comisión para gestionar el comedor universitario. La misma está integrada por autoridades, alumnos voceros de la toma y alumnos miembros de los centros de estudiantes. Si bien desde lo institucional el comedor universitario se encuentra en proceso de discusión, los estudiantes de Filosofía y Letras demostraron que no es tan imposible. Así, de manera autogestionada, se levantó un comedor universitario en el sitio donde funcionaba con anterioridad el bar de Filosofía y Letras. "Yo tengo un problema personal con mi dieta porque soy celíaca. No tenía un lugar donde pueda comprar comida. El hecho que el comedor se forme hace que tenga también este espacio donde se respeta a la gente que no puede comer un sanguchito", expresa Eugenia en referencia al comedor que organizaron sus compañeros y agrega que "todos estos día los chicos me mandaban mensajes: 'Eugenia ¿vienes a comer para que preparemos algo para vos?'. Eso para mí fue una enorme ganancia". Estos estudiantes dan el ejemplo no solo acondicionando el lugar y elaborando exquisitos platos, sino también pensando en sus compañeros con problemas alimenticios. De esta manera, los chicos se organizan para reabrir un espacio que no solo llena la panza sino que además sirve como "alimentación de ideas, como unión de ideas y debates de ideas. Sirve para conocernos. Para sentarnos, mirarnos a la cara y decir 'yo te he visto en alguna clase, qué loco, ahora me sé tu nombre'", como lo dice María, de Inglés.
Cuestión de género
Por primera vez en la historia universitaria de Argentina, las facultades se tomaron en reclamo contra la violencia de género. Salir a la calle e intervenir a la sociedad para que reaccione ante los abusos y maltratos hacia las mujeres. Realizar el Primer Encuentro Provincial de Mujeres y LGTBI (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales). Crear comisiones de género en las facultades. Conseguir que las autoridades de la Universidad Nacional de Tucumán se expidan a favor de la implementación de cátedras que hablen de género. Fue una ganancia a nivel universitario y a nivel social. "Nosotros como futuros profesionales tenemos que devolverles a la sociedad. Esto ha sido también para eso, para tratar de conseguir de alguna forma cosas que beneficien a la sociedad", afirma Eugenia a la La Palta.
Los aires de cambio no tardaron en llegar. Desde un titular en los diarios que en su enunciado reemplaza "mató a su mujer" por "violencia de género", hasta víctimas que recurrieron a los estudiantes para encontrar apoyo. "A las comisiones de género se acercaron personas a contar su mala experiencia en violencia sexual. Ahí vos decís '¡Qué loco lo que hemos generado!'", cuenta María en relación al trabajo de género llevado a acabo por los chicos de las diferentes facultades. Sin lugar a dudas, lo que movilizó a los estudiantes fue las ganas de poner fin a esta problemática. Las ganas de actuar al saber que "nos puede pasar a cualquiera. Eso fue lo que despertó el bichito de la crítica y la autocrítica hacia el exterior y hacia las autoridades que nos gobiernan", como explica Nelson al hacer referencia a la necesidad de los estudiantes de hacer algo desde la universidad para colocar el tema en la sociedad.
La lucha no se levanta
Todo esto da a conocer el compromiso de los jóvenes por hacer el cambio social desde aquella casa de altos estudios que la sociedad sostiene. Una universidad pública y gratuita es una universidad del pueblo. Esto significa que la universidad no puede pisotear derechos. Esto significa que aquellos que asisten a una universidad pública tienen la obligación de devolverle a la sociedad lo que esta le ha dado. Por eso se lucha. "Siento que si mi compañera no puede pagarse el boleto y el comedor, y yo no hago nada, ella va a dejar la carrera", comenta María, y agrega: "Siento que con estos reclamos voy a poder seguir teniendo a mi compañera a la par. A la vez, más gente a va a poder acceder a la universidad. Y realmente la universidad va a ser del pueblo".
Este lunes 21 de octubre, las clases regresan. Eso no significa que los reclamos cesen. Las reivindicaciones no están presentes en su totalidad. Los estudiantes continúan peleando por la educación pero con una fuerza que se consiguió con la medida extrema. Una toma que nace del agotamiento de las vías institucionales y crece con la lucha social. Hoy la batalla no es solo estudiantil. La batalla es de toda la sociedad. Del jubilado, del trabajador, del niño. "Ha sido muy fulero para mi estar aquí peleando contra el sistema que te decía 'no, lo que están haciendo está mal', pero todo el tiempo tratábamos de hablar con los compañeros y explicarle que la toma era una medida para decir 'basta'", cuenta Eugenia.
Algunos dicen que todo fue en vano. Otros consideran que lo que se consiguió no es suficiente en relación a lo que se perdió. Pero es indudable que la multitud universitaria logró mucho más de lo que pensaba. Hacer ruido. Poner el tema en la mesa de la familia. Generar el debate sobre realidades que muchos querían ocultar. Los estudiantes lograron desvelar una problemática clandestina y, como afirma María, "hemos logrado instalar el tema socialmente. Que se hable de la cuestión de género".
Después de todo esto y de lo que queda por delante, ¿todavía es necesario preguntarse qué se consiguió con la toma?
Javier Sadir
jsadir@colectivolapalta.com.ar