La universidad se construye en la lucha
Cuando la lucha es constante y la convicción marca el rumbo, la respuesta es inevitable. Después de 89 días de paro, los docentes de la Universidad Nacional de Tucumán dieron fin a la medida de fuerza. Sin embargo la lucha no se levantó, y el regreso a clases está condicionado por el cumplimiento del acuerdo que representó la respuesta concreta.
El acta de intención se firmó entre las autoridades de la UNT y el gremio docente unos días antes de la última asamblea. El acuerdo asegura, hasta la apertura de paritarias, el aumento de $1000 por encima del sueldo de cada docente de grado y de docentes preuniversitarios cuyo dictado alcanza o supera las 15 horas. Además se exigió el cese de las acciones legales o sanciones a los docentes o estudiantes que participaron en la medida de fuerza. A esto se suma la insistencia en la reforma del estatuto de carrera docente. "La lucha consiguió. La lucha no fue fluctuosa, vimos resultados muy concretos", expresó Oscar Pavetti, Secretario General de la Asociación de Docentes e Investigadores de la Universidad Nacional de Tucumán (ADIUNT).
Este aumento condicionado significa mucho para los docentes que están iniciado. El pedido de incremento de sueldo encontró su punto de inflexibilidad ante los $3762 que recibían los jóvenes docentes universitarios que inician su carrera. "Estos mil pesos llegan muy bien para nuestros compañeros que menos ganan y nos da un piso para, el año que viene, seguir insistiendo con un poco más de posibilidades para mejorar la situación", explica Pavetti y compromete a todos los rectores del país, que son los que firman, para presionar al Ministerio de Educación de la Nación, que es el que habilita el dinero.
Una golpe para la universidad, un vacío para la democracia
Una semana antes del acuerdo que puso fin al paro, una propuesta del rectorado fue rechazada en asamblea ante la escasez del ofrecimiento. "Era insuficiente y la asamblea más numerosa de todas decidió continuar con la medida de fuerza. Eso parece que ha enojado bastante al rectorado, que ha tomado medidas que en vez de apaciguar los ánimos, los ha exacerbado", comenta Oscar. Una marcha organizada por estudiantes y docentes en contra del paro, terminó con golpes, insultos y heridos en las puertas del rectorado.
Un grupo de no docentes, encargado de la seguridad, agredió a los estudiantes que se encontraban tomando el patio interno y los jardines del rectorado. En el resto de las oficinas se encontraban todos los funcionarios, entre ellos la rectora. "La fui a buscar tres veces a la rectora para que pare", cuenta Pavetti y agrega que "no hay dudas de que era algo organizado y la rectora era la responsable de la situación, pero no salió en ningún momento".
La situación conmocionó a la opinión pública y fue abundante el repudio a esta actitud violenta de parte de la 'seguridad' pagada por la universidad. "A mí me sigue impactando la violencia, que la vimos presentes de diferentes formas: la violencia verbal, la violencia física, la violencia del silencio. Lo que más me impacta es que todavía en estos tiempos, después de tantos años de democracia no hayamos aprendido a resolver los conflictos de otra manera", expresa Marta Moya, docente universitaria que participa de la lucha.
La falta de respuestas de parte de quienes fueron elegidos para dar respuestas no es posible pensarse en un país que apuesta al debate. No existe la construcción colectiva y el avance en políticas de derecho con una universidad que permite la violencia y un gobierno nacional que mira para otro lado.