Todo o nada frente al pasado
La historia argentina pone en paralelo acontecimientos que interpretan modos de hacer y de sentir. Diversos modos de entender una realidad. Al analizar el pasado en relación al presente, se observan las resignificaciones, los avances y las ganancias de una historia en común.
El 16 de septiembre se recordó, una vez más, la noche de los lápices. Con ese nombre se reconoce el secuestro, la tortura y el asesinato de estudiantes secundarios, durante la última dictadura militar argentina. Un hecho que significó una bandera de lucha por los derechos estudiantiles. El reclamo genuino de una educación digna con boleto estudiantil.
A casi cuarenta años del aquel reclamo, la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) continúa planteando los mismos desafíos. El boleto estudiantil, el comedor universitario, la carrera docente, el estatuto universitario. Todo tiene que ver con todo. Y son esos desafíos los que llevaron a una organización estudiantil, a enfrentar al gobierno de facto en 1976; los que llevaron en 2013 a una toma universitaria de 50 días; y los que llevaron, este año, a una lucha docente que mantuvo un paro indeterminado por 89 días.
“No se puede fijar la mirada en las cosas del pasado de manera aislada de lo que se vive actualmente”, afirma Tina Gardella, docente e investigadora universitaria que tiene en claro que el pasado se observa con una mirada situada. Una mirada intencional, que tiene un por qué. “Siempre esa mirada situada del pasado tiene una elección previa. Uno decide mirar ese pasado desde la militancia, desde una profesión, desde un lugar, desde lo que va a hacer, desde un horizonte de expectativas”, dice Gardella, entendiendo que sirve de poco el recorte del lugar, “porque no somos una esencia. Somos en relación a algo”.
Mucho se dijo y se dice acerca de la universidad, de sus modos de operar, de la institucionalización y de la población universitaria. Mucho se dice, también, respecto de las medidas de fuerza, ya sea paro, toma o marcha callejera. Sin embargo, las reivindicaciones por las que se lucha exigen eso: lucha. “Llama la atención la escasa reflexión, una vez que pasan estos hechos, acerca de lo que pasó”, comenta Tina, destacando la importancia de ser interpelado por el pasado para reflexionar el presente, y los modos de ser en este contexto. “Somos una sociedad que transita en punta de pie el presente. Por lo tanto descreo de que pueda caminar sin puntas de pie en el pasado”, expresa en cuanto a las cosas pendientes por plantear en debates colectivos que incluyan un abordaje político, con gestos genuinos y profundos. Esta falta proviene, en parte, de la desconfianza en la trasformación colectiva y la ausencia de credibilidad en lo político, como un campo de disputa y conflicto permanente. “Es un todo o nada. Si no nos dan nada, entonces no se hace nada. Y aquí no ha pasado nada, hasta que se vuelve a instalar el conflicto y se regresa a este ‘todo o nada’”, explica Tina haciendo hincapié en la voluntad de trabajar otro tipo de cuestiones que tengan que ver con otro tipos de logros. “Preguntarnos, al menos, ¿pueden haber otros tipos de reivindicaciones que no sean un 40%? ¿Puede haber otro tipo de reivindicación que no tengan que ver específicamente con lo salarial? Porque somos más que un salario”, afirma la docente universitaria en relación a las últimas medidas de fuerzas llevadas a cabo por sus colegas en la UNT.
Los docentes universitarios, los estudiantes y la sociedad toda no se toman el tiempo, ni poseen iniciativa, para discutir cuestiones de fondo, más que de forma. Como lo fue la lucha estudiantil de “la noche de los lápices”, que decía basta al avasallamiento desmedido de los derechos. Que gritaba frente al abismo, por cambiar una dictadura que tiene sus resabios hasta el día de hoy. “¿Podemos discutir que, de los docentes universitarios de todo el país, solo el 15 o 20% tiene título de posgrado? ¿Podemos discutir la relación estudiante/docente desde un lugar menos jerárquico, menos autoritario, menos vertical? ¿Podemos hacer que se elimine extensión para que obligadamente haya extensión en la docencia y en la investigación? Es decir, ¿somos únicamente un salario? ¿Es lo único que nos moviliza?”, se pregunta Tina Gardella frente al contexto universitario actual: con asambleas donde se debate durante horas, para luego regresar a reuniones de cátedra en las que se discuten temas de reprogramación, como si no hubiese pasado nada.
Es la reflexión, el actuar por sobre el vacío, el reconocer la profundidad de los objetivos y tener discusión política, compromiso y debate colectivo en todos los planos, lo que hace la diferencia entre un movimiento estudiantil en 1976 y una lucha universitaria que apuesta a un "todo o nada”.