La Palta

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Hacer de un "¿por qué?", un "¿para qué?"

Yo quiero que el caso de Ismael no sea únicamente por Ismael porque acá hay muchos casos de gatillo fácil. Yo quiero que el caso de Ismael sea histórico para que la gente se anime a salir y a declarar sin miedo.
Isabel de Lucena, cuñada de Ismael Lucena.

Imagen de Federico Stevanin / FreeDigitalPhotos.net

La noche que Ismael se juntó en su propio barrio con su amigo Marcelo "Pipí" López, jamás imagino que sería víctima del abuso de poder de un aparato represor posicionado en la sociedad: la policía. Esa madrugada, lo que parecía una tranquila vuelta a casa compartida entre dos viejos amigos terminó convirtiéndose en el hecho que marcó el nombre de Ismael Lucena como sinónimo de impunidad, abuso, gatillo fácil y bandera de lucha.

En ese regreso a casa, los jóvenes fueron interceptados por dos hombres desconocidos que resultaron ser policías de civil. Éstos persiguieron a los muchachos y los agredieron con armas de fuego hasta acabar con la vida de Ismael, sin motivo alguno.

Este mes se cumplen 17 meses de lo ocurrido y aún no se consigue la elevación a juicio oral de la causa. El tema se encuentra paralizado desde octubre del año pasado y tanto los abogados como la familia de Ismael y Marcelo exigen su avance. "Se está dando lugar a estrategias como ser el cambio de abogados, cosas que se podrían haber dado a lugar en el juicio", explica Isabel de Lucena, cuñada de Ismael.

Además, solo uno de los dos imputados permanece en el penal de Villa Urquiza con prisión preventiva, aunque pide permiso para salir a cumpleaños de familiares. El segundo imputado permanece en la Regional Norte, lugar en el que prestaba servicios,  donde posee una habitación acondicionada.

Como si eso fuera poco, la familia Lucena denuncia la persecución de parte de la misma policía y recibe como respuesta una "consigna policial" para que sean protegidos, una contradicción absurda y hasta ridícula.

"Las pruebas están a la vista para hacer la elevación a juicio. Esta época va ser una época ofensiva donde esperamos que hasta antes de mayo nosotros podamos tener planteada una estrategia y será en ese momento donde la pondremos en jaque a la fiscal y donde ella tendrá que decidir que hace", explica Julia Albarracín, abogada de la familia Lucena.

Luchar contra molinos de vientos

Cuando Isabel atravesó el difícil momento del fallecimiento de su cuñado y se vio obligada a pisar por primera vez el Palacio de Tribunales comprendió que el camino a la justicia no sería sencillo. Por el contrario, una fuerte impotencia le hacía ver a la segunda mamá de Ismael que la policía, en la que confiaba antes de lo ocurrido, era en realidad un aparato represivo y corrupto que hacía uso y abuso de su permiso para usar la fuerza y de esta manera "amenazar" a la sociedad. "Cuando surgen estos casos se pone en duda si la policía actúa o no como defensor de la sociedad" expresa Julia Albarracín y agrega "eso es una barrera y es una situación complicada que genera un debate dentro de la instrucción".

En su camino, Isabel fue encontrando casos similares y descubriendo un aparato represivo cerrado. Un instrumento donde el miedo y el apoyo de grandes funcionarios garantizan la instalación, el desarrollo y la naturalización de este sistema policial que se disfraza de seguridad como un engaño irónico. Así, avalados por leyes anticonstitucionales, como ser la "Ley de Contravenciones Policiales", la policía tiene autoridad para juzgar, castigar y sentenciar a cualquier ciudadano. "Lo primero que me preguntaron en la fiscalía fue si tenían antecedentes. Los chicos no tenían antecedentes pero los policías que los matan sí. Y aunque los chicos hubiesen tenido antecedentes, no tienen derecho a matarlos", expresa Isabel.

"Visto que la policía es una heredera más de estos aparatos represivos que se vivieron en la época de la dictadura, y visto que aún perviven en esta sociedad mecanismos como la ley de Contravenciones, debiera la Fiscalía tener una visión amplia de esto", explica Julia haciendo referencia a la implicación de la fuerza policial en la investigación que produce una falta de garantías para la familia de Ismael y la querella. Por ello la búsqueda de romper con la diferencia y la ganas de superar las barreras que evitan condiciones de igualdad, "hasta aquí ellos siguen siendo policías así como Ismael y Pipí siguen siendo civiles y blancos de persecución", afirma Albarracín.

Y esta situación deja a la vista de todos, la falta de compromiso del Estado para capacitar a la fuerza policial y el interés por promover desde el propio Estado este sistema de "falsa seguridad" donde se ponen en el podio de la seguridad social a agentes violentos e incapacitados que juzgan y prejuzgan a dedo y ojo a cualquier ciudadano que no porte un apellido bonito, un rostro gringo o no viva en un barrio de élite.

Por eso, la lucha de Isabel se hace cada vez más fructífera para la sociedad. Una lucha que sirve para conocer los derechos y romper con la impunidad que instalan los poderes represivos. Una lucha que pone a Ismael en el corazón de cada chico víctima de los avatares de la corrupción. Una lucha para todos que se expresa, en palabras de Isabel de Lucena: "Yo quiero que el juicio de Ismael sea para un '¿Para qué?'. Para que si te pasa a vos sepas de mi lucha y mi pérdida. Para que esto no pase más. Porque al que le pasa es al pobre que no conoce sus derechos".

Escuchá el reporte sobre el tema realizado por Colectivo La Palta para el informativo FARCo:

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Javier Sadir

jsadir@colectivolapalta.com.ar