Cierre de ciclo en la Escuelita de Famaillá: la necesidad de sostener la memoria
El viernes a las 19, en el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos, se realiza la Muestra Final de los Talleres que funcionan en el Espacio para la Memoria La Escuelita de Famaillá y el Centro Educativo Ana María Sosa. Este cierre es, también, una oportunidad para el encuentro y para mirar los siete años transcurridos como espacio de Memoria. “Celebramos haber podido mantener estas actividades en un año tan duro, y, a 40 años de democracia, mantenemos el espíritu celebratorio a pesar de todo”, dice María Coronel, directora del lugar.
Desde su inauguración, hace casi una década, la Escuelita (como se la denomina comunmente) se fue consolidando como un punto de referencia para los pobladores de esa localidad. Bajo la gestión compartida de la Secretaría de Derechos Humanos y del Ministerio de Educación de la provincia, se inauguró la Biblioteca Popular Hilda Guerrero de Molina y el Centro Educativo Ana María Sosa. Para quienes trabajan en el espacio, los talleres de arte, los recorridos guiados y las diferentes actividades que se desarrollan a lo largo del año son la manera de mantener viva la Historia y la memoria.
“Dicha muestra consiste en exponer las expresiones artísticas realizadas durante el año lectivo 2023 por las y los estudiantes de los diversos talleres gratuitos que se proponen desde una mirada de la Educación Popular y con una perspectiva en derechos humanos”, dice la invitación a la jornada.
La Escuelita: historia que crea presente
Este es uno de los más de 600 lugares para el secuestro, la tortura, el asesinato y la desaparición forzada. En 2012 fue señalizada como sitio de memoria y al año siguiente, la escuela pública que allí funcionaba se trasladó a un edificio nuevo. Sin embargo, no fue sino hasta 2016 que la Escuelita empezó a funcionar como lo hace actualmente.
A lo largo de estos años, el presupuesto destinado para el sostenimiento de este lugar histórico pasó de nulo a escaso. En la actualidad, no existe certeza en cómo continuará y preocupa la continuidad de esas magras partidas presupuestarias. Pero, ¿por qué hablamos de magras partidas? Porque para que esta estructura funcione, solo se cuenta con cuatro contratos, dos de ellos específicamente para el área educativa.
¿Cómo se resuelve el resto?, de acuerdo a lo que comenta la directora del sitio, hay una serie de gestiones y convenios que permiten tener cuatro trabajadores del Ministerio de Educación haciendo prestaciones (bajo la figura de adscripciones). Otras tres personas que responden al Ministerio de Seguridad y cuatro a la Dirección de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Tucumán.
La Escuelita es, sin duda alguna, un lugar histórico que hay que preservar y, quienes militan la memoria, la verdad y la justicia, hacen lo que saben hacer: trabajo voluntario. Es así que de los 24 trabajadores que hoy se desempeñan para sostener semejante espacio, ocho lo hacen a diario sin percibir remuneración alguna.
La importancia de sostener los sitios de Memoria lo deja claro Coronel: “Son espacios que fueron recuperados y reconfigurados para ser lugares donde se desarrolle una pedagogía de la Memoria -con recorridos que cuenten la historia, con talleres y capacitaciones en Derechos humanos- que permitan construir el lazo entre ese pasado reciente y el presente, entendiendo los puntos comunes para trabajar colectivamente en lo que debe ser reconstruido a nivel social”.
Desde un primer momento, la Escuelita desarrolló un sistema de madrinas y padrinos, que con un aporte económico mensual permite costear ciertos gastos. En este contexto, más que nunca se hace necesario fortalecer ese sistema y concientizar que la responsabilidad de sostener este espacio es también del Estado municipal, provincial, pero sobre todo nacional.