Para cambiarlo todo

Cientos de miles de mujeres, secundadas por hombres, taparon las calles más emblemáticas de Madrid para proclamar la imperiosa necesidad de un cambio de fondo en las relaciones entre varones y mujeres. La impresionante convocatoria reunió cerca de un millón de personas según las organizaciones sindicales (por su parte el gobierno de Madrid cifró la convocatoria en 170.000, un número que las organizadoras desechan de plano). La convocatoria al paro de mujeres cosechó otro gran éxito. Según informaron las organizaciones gremiales cerca de 6 millones de trabajadores en toda España acataron el paro de dos horas, mientras que unos pocos miles se plegaron a la propuesta de parar por un día entero. 

Las principales consignas giraron en torno a la igualdad en los espacios laborales, el fin de los distintos tipos de acoso y maltrato y en la posibilidad de autodeterminación de las mujeres sobre su cuerpo. Un ítem central estuvo relacionado con la necesidad de reconocer los trabajos de cuidado como parte del sistema laboral formal; tanto el trabajo doméstico como el cuidado de la familia permanecen fuera del sistema laboral y de sus beneficios. Otras consignas de importancia reclamaban la atención a las mujeres migrantes, con sus necesidades especiales en el marco de las crisis humanitarias de distintos lugares del mundo y que se reflejan en las oleadas inmigratorias hacia Europa.   

Más allá de las consignas formales y como idea general, aunque más abstracta, sobrevoló la necesidad de un cambio cultural profundo. La consigna principal "Paramos para cambiarlo todo" refleja ese deseo de modificar las estructuras sociales que sostienen las desigualdades de género. Desigualdades que se reflejan en todos los ámbitos de la vida social y que se expresan en las relaciones laborales, familiares, en las formas de consumo. Las expresiones del patriarcado como forma cultural parecen invisibles porque son tomadas como naturales, pero ahí están y quién mejor para señalarlas que quienes la sufren de forma cotidiana. Las mujeres, con sus organizaciones y colectivos, con sus nucleamientos culturales o individualmente, están sentando las bases para nuevas formas de relaciones socioculturales. Porque no basta con cambiar algunas cosas; para una vida social con igualdad hay que cambiarlo todo.

El 8M en Madrid | Fotos de Ignacio López Isasmendi

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