Homenaje a Gabriela Dos Santos: entre el arte y la militancia

El sábado, desde las primeras horas, un mensaje sembraba dolor y desconcierto. Quien escribía el texto lo hacía con las manos heladas, quien lo comunicaba en una llamada, tenía el hielo en la garganta. Quien recibía la noticia sentía el frío en la espalda, el hueco en el estómago y una seguidilla de sensaciones en el cuerpo que intentaba registrar la idea de una ausencia, de lo inexplicable, de lo absurdo, de lo injusto. La Gabi se había ido, tenía dengue. La Gabi es (siempre será) Gabriela Dos Santos. La bailarina, la profe, la artista, la militante. Una persona que dejaba huella a cada paso en el mundo del arte tucumano. “Nos quieren musas, nos temen artistas”, aún está escrito en la descripción de su cuenta de Instagram. 

La artista y la militante se fue acorralando al Gobierno provincial a aceptar públicamente lo innegable: la epidemia de Dengue. Develando un Estado ausente y la desidia del Gobierno Nacional que niega las vacunas, desestima campañas de prevención o no toma medidas para atender un grave problema de salud pública. Que hasta parece que se mofa con un Ministro de Salud que como solución recomienda no usar pantalones cortos o elegir ropa clara.

Desde este espacio queremos homenajearla con las palabras de algunas de sus compañeras y amigas, hacedoras del arte con convicciones y de las convicciones hechas arte:

 Las Malamba - Escribe Emilse Villalba 

La Gabi era arte, tenía una sensibilidad en su corazón que no era de este mundo. Artista plástica, bailarina, percusionista, exquisita en cada detalle. Tenía una gran capacidad para darse cuenta y apreciar cada detalle de una obra, siempre le decía ‘amiga nunca se te escapa nada a vos’. En combinación con su lado militante la hacían una mujer comprometida al cien por ciento con la lucha, desde su mirada tierna y alegre como ella misma.

Amaba de ella que lo cuestionaba todo. Preguntándose y re-preguntándose todo a su paso. Buscando lo justo y lo más fiel a su ser. Con ella siempre la invitación a movernos de los lugares de comodidad y pensar desde otras perspectivas. La comodidad es estática, es quietud y la Gabi era puro movimiento, mutación constante.

Había encontrado su propósito y misión en Malamba, estaba decidida a florecer allí, sacar lo mejor de ella.

La despedimos un 7 de abril, Día nacional de la zamba, nada es casual, tomamos el pañuelo como símbolo de memoria una vez más. Para bailar tu vuelo, celebrar tu vida y luchar, como nos has enseñado… luchar uniendo nuestras fuerzas, con ternura y alegría como bandera.

Agradezco a la vida que hayas tocado la mía, sos un tesoro que se ha multiplicado en los corazones de todas nosotras.

Es orgullo y honor haber sido tu compañera y amiga. Gracias

Nosotras, las demás compañeras de Malamba, las que todavía no podemos balbucear un sentipensar en la escritura, aturdidas por el efecto atroz de esta ausencia que no debió haber sido, nos unimos a este decir de la Emi, quien desde el sábado, día de la noticia que nunca imaginamos recibir, ensaya una y otra vez formas de poner en palabras este dolor, decirlo desde el lugar del amor y la alegría. Queremos traducirlo en gratitud infinita. Gabi dos Santos, que también fue maestra de tango, decía a sus estudiantes: “Empujen el piso… empujen el suelo con su pie… para tomar impulso, y llegar más lejos”. Eso hacía ella en cada acto de su vida, y multiplicó por cientos, desde el suelo hacia la dignidad y la belleza, siempre. 

Las Tanga - Del recuerdo individual al colectivo

Tanga es un grupo de mujeres bailarinas, profesionales y amateurs, de tango que se juntaron para repensar el tango en clave feminista. Algunas de ellas pusieron en palabras el recuerdo en un intento por transitar el dolor. “Ágil y sutil, escurridiza”, describen algunas y aseguran que les costó escribir unas líneas. “Un recuerdo nos piden y nosotres no hacemos otra cosa que contarnos anécdotas, bailar y tomar vino”, dice una de las oraciones del texto que pudieron armar. 

Que les abrió las puertas del tango desde otra perspectiva, que era generosa y humilde, que era comprometida e inquieta. Que no solo enseñó a bailar, sino también a luchar. A continuación algunas de las palabras de las Tanga, otro de los espacios colectivos en los que la bailarina construía un mundo más amoroso y habitable: 

La primera imagen que se me viene es esa sonrisa enorme de labios abiertos de para a par, acompañado de las cejas en semicírculo un poco más levantado en el entrecejo, con las pestañas grandes y sus ojos que acompañaba con la curva de  los parpados el brillo interno.

"El recuerdo es un phármacon muy potente, hiere nuestra alma, ya sea para sanarla, para envenenarla o para hacer las dos cosas a la vez" dice Vir Cano que siempre viene tan certera a decir cuando no encuentro palabras.

Compañera querida, tu injusta partida de este mundo nos duele, porque este dolor también es colectivo, porque tu andar siempre fue con otrxs. Has sido gestora, creadora y motor de espacios, de acciones y de encuentros, siempre desde el feminismo y el tango que nos unió y abrazó.

Gabi fue un hermoso refugio en el mundo del tango, siempre dispuesta a escuchar, acompañar y hacernos sentir parte de la manera más amorosa. Puente. ‘enlazadora’ entre gentes e ideas, con convicciones y pisada firme, y a la vez muy conciliadora.

Mi gran maestra en el tango. Su obstinada presencia en todas partes, siempre bailando con un movimiento y una sonrisa hermosa. 

En las milongas me hipnotizaba verla bailar. Transmitía en cada paso que daba la esperanza de poder cambiar el mundo desde el arte.

Cuestan las palabras hoy, lo primero que pensé cuando supe de su injusta partida es que necesitamos más ‘Gabis’ en este mundo, ella era esa alegría necesaria, constante y urgente.

Yo andaba buscando donde aprender a bailar tango, toda temerosa e insegura, sin pareja (porque me dijeron que para aprehender a bailar tango necesitaba ir con una pareja), pero vos me dijiste: ‘no te preocupes, bailar se aprende bailando, y el abrazo nos encuentra y comunica’. Te recuerdo inquieta y creativa, porque vos creías que las cosas eran posibles de transformarse.

Siempre en movimiento, llena de colores y energía. Su sonrisa gigante de atentos ojos y brazos generosos. Bailando en la lucha te conocí, aunque ya nos habíamos visto. Gracias por cada abrazo en los que te encuentro.

Decía que para bailar había que abrir los dedos del pie, enraizar y crecer hacia arriba y al encuentro con le otre.

Por aquí ya anda haciendo falta. Por aquí siempre vas a bailar entre nosotras cada vez que suene un tango y el abrazo se haga urgente y necesario.

Perder una referente en un momento como este es un dolor insoportable. Perderla de este modo tan injusto lo hace más doloroso todavía porque su muerte era evitable. Pero no tengo dudas de que este dolor nos va a ‘amuchar’ una vez más para continuar con la revolución que ella empezó en el tango tucumano y federal.