37 años de lucha

Hoy más que nunca y así lo será durante todos los años, nuestros 30.000 compañeros presentes.
Alejandra García Aráoz

 

Fotografía de Bruno Cerimele

Fotografía de Bruno Cerimele

Banderas de todo tipo, personas de todas las edades, con compromisos y convicciones de años como también de reciente descubrimiento de esta historia. Todos hablan de Memoria, de Verdad y de Justicia. Unos entienden más que otros, unos explican y otros preguntan y ante cada respuesta el nudo en la garganta se acrecienta y los ojos no pueden evitar ponerse vidriosos. Es que esta historia “nuestra” duele y 37 años no pueden, no deben, no quieren enterrarla en el olvido.

Pero además de doler, esta historia nuestra también moviliza, compromete, hace repensar la propia historia y despabila el pensamiento crítico muchas veces adormecido. Al menos así debería hacerlo, al menos así lo siente, lo piensa y lo dice Alejandra García Aráoz.

Para Alejandra el 24 de marzo significa mucho más que una efeméride, una fecha de conmemoración o de rememoración. Para ella, y para muchos otros militantes, es una fecha de reivindicación y de denuncia. Reivindicación de aquellas luchas, de aquellos ideales. Reivindicación que incluye un repudio total no solo a la dictadura, a las aberraciones que se cometieron durante aquellos años, sino también a lo que la dictadura significó y significa. “La dictadura es el síntoma, la cara visible de un plan económico que atenta contra la condición humana”, afirma esta mujer de pequeña contextura y de gran entrega.

Con más de 32 años de activa militancia en Derechos Humanos, esta mujer que trabajó y marchó por años con sus compañeros y compañeras en la ciudad de La Plata, está firme en cada audiencia del juicio por la Megacausa Jefatura II Arsenales II. Su militancia, como ella misma lo dice, es silenciosa, pero no por eso invisible. Sus palabras pausadas a la vez que profundas invitan a reflexionar y a problematizar todo lo que aparece como dado, natural u obvio. “No nos olvidemos de lo que fueron las luchas históricas, no nos olvidemos de lo que es la palabra ideología, que no se vuelva una barrera difusa, que se quede todo como en un mero recuerdo y que aquellas reivindicaciones históricas sean, quizás, parte de un romanticismo de la década del 70”, dice Alejandra mientras sostiene un montón de ejemplares de la publicación de Abuelas de Plaza de Mayo. Publicaciones que va a repartir entre los que asistan a la marcha.

El juicio como fruto de la lucha

Cuando se habla de los juicios por los delitos de lesa humanidad muchos son los que toman posición a favor o en contra del gobierno nacional. Que este gobierno lo hizo posible (el kirchnerista), que es un circo de este gobierno, son las dos posturas más extremas y, en el medio, toda la gama posible y a veces impensable para algunos. Lo cierto es que antes del año 2003, durante la tibieza de Alfonsín y la adversidad del Menemato, las diferentes organizaciones sociales y los partidos políticos, ya sean progresistas o de izquierda más o menos radicalizada han venido trabajando y exigiendo que estos juicios se lleven adelante, oponiéndose constantemente a las leyes de impunidad dictadas.

Para Alejandra estos juicios que se realizan a lo largo del país, y en particular el que se juzga en Tucumán, son una de las razones de la lucha. Una lucha histórica que se empezó con una administración estatal adversa y hostil. Es justamente por esta lucha, afirma Alejandra, que los juicios se hubieran conseguido de una u otra manera. Por esto mismo ella tiene la absoluta convicción que cada uno es sujeto de la historia, porque cada quien la hace, la construye, la modifica, desde su lugar y en acción con otros. “Más allá que podamos reconocer y estar agradecidos en una situación como la actual (una administración estatal que favorece la reivindicación de la Memoria y la Justicia) hay insistir en esto de nunca perder el objetivo de lucha”, dice Alejandra. Quien además entiende que las generaciones más jóvenes, muchas veces no pueden ver todo ese proceso que hoy hace posible que el “nunca más” sea efectivo. “Quizás los más jóvenes desconozcan lo que significó estar en la calle, lo que significó que se alejen compañeros, lo que significó que se nos mueran los padres y las madres de nuestros compañeros desaparecidos, aún así somos muchos los que persistimos”.

Y es que alguien que invierte e invirtió  su vida, su tiempo, su entrega en construir una sociedad más justa y más igualitaria, no olvida el camino recorrido. Que la coyuntura política sea favorable es algo que se agradece, pero que no hace perder de vista los objetivos. Alejandra piensa en quienes ya no están, en quienes no figuran en los actos oficiales con nombre y apellido, pero que, sin ellos, sin la suma de esas voluntades, nada de esto hoy sería posible. Y cuando se habla de los que ya no están, se habla de los que dejaron su vida antes, durante y después del terrorismo de Estado.

Hoy 24 de marzo

Si una fecha como hoy empieza a quedar en el inconsciente colectivo solo como un feriado, como un día de conmemoración, como una fecha patria y nada más, el sentido y el significado de este día se irán perdiendo. Esta fecha no debe quedar tampoco como algo que atañe a las emociones de aquellos que tienen un familiar desaparecido durante la dictadura cívico militar, sino que debe llenarse de conciencia de que es “la historia” y la historia es de todos. Que esto suceda depende de cada uno, porque, como dice Alejandra, somos sujetos de la historia.

Hoy el contexto es diferente al de aquellos años, pero en este nuevo escenario es en el que Alejandra García Aráoz, una militante que no bajó los brazos jamás, aunque a veces las fuerzas parecían escasear, dice algo más que una expresión de deseo: “que por favor seamos conscientes y podamos ser más críticos, más abiertos, que sigamos luchando por una sociedad mejor en la cual no se dependa de las simpatías o antipatías coyunturales, que nuestra lucha trascienda eso y que podamos ayudar o acompañar a los gobernantes siendo críticos”.

Gabriela Cruz

gcruz@colectivolapalta.com.ar