Operativo Independencia: los hermanos de El Empalme

Fotografía de Elena Nicolay

El jueves 30 de marzo, la sala de audiencias del Tribunal Oral Federal de Tucumán tuvo un movimiento un tanto diferente. El sector en el que se sientan quienes acompañan y apoyan a los imputados estuvo ocupado casi en su totalidad. Familiares y amigos de Francisco Camilo Orce estuvieron acompañándolo a lo largo de la extensa audiencia que abarcó las causas por las que el ex comisario se encuentra imputado. Se trata del secuestro y desaparición de Víctor Hugo González y el secuestro de Héctor Ricardo González, ambos oriundos de El Empalme, un paraje de la localidad de Ranchillos, departamento de Cruz Alta, a más de 20 kilómetros al sudeste de la capital tucumana.

“La denuncia primigenia la hace la propia víctima”, dice la fiscal ad hoc Julia Vitar refiriéndose a Héctor Ricardo, que sobrevivió al terrorismo de Estado. Con 20 años de edad, el peón rural fue secuestrado el 19 de agosto de 1975 en su casa en El Empalme. De allí, según consta en su declaración, sus secuestradores lo llevaron hasta la finca conocida como La Favorina. En La Favorina se encontraba trabajando Víctor Hugo, hermano menor de Héctor. Delante de sus compañeros de trabajo, subieron al tractorista al mismo vehículo y ambos fueron trasladados al centro clandestino de detención que funcionaba en la ex escuela Diego de Rojas, en la localidad de Famaillá. En la ‘denuncia primigenia’, indica Vitar, Héctor sostiene que entre sus secuestradores se encontraba Francisco Camilo Orce.

En ‘La Escuelita’ de Famaillá, como se conoce al primer centro clandestino de detención del país, los hermanos González fueron torturados. En el mes de octubre del ese año Héctor Ricardo González fue trasladado a la Jefatura de Policía de Tucumán. De acuerdo al requerimiento de elevación a juicio, fue entonces cuando Roberto Heriberto ‘el Tuerto’ Albornoz le comunicó que su hermano “ya era boleta” y que Héctor sería puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN). De este modo empezó el derrotero de penal en penal: Villa Urquiza, Sierra Chica y finalmente el penal de La Plata. En enero de 1981 Héctor fue finalmente liberado. Al día de la fecha Víctor Hugo González continúa desaparecido.

Testimonios cruzados

Más de una decena de testigos declararon el jueves 30 en la sala de audiencias. La mayoría de ellos vivieron (algunos todavía lo hacen) en El Empalme. Todos ellos conocieron a Héctor Ricardo y a Víctor Hugo González. Todos ellos conocen a Francisco Camilo Orce desde antes que fuera comisario en la comisaría de la que dependía El Empalme. En el año 2009, cuando las causas contra ‘Pancho’ Orce comenzaron a prosperar, algunos de los testigos que el jueves declararon recibieron amenazas para que no lo hicieran. “Ha ido a verme a mi casa la hija de Orce, con un policía, a decirme que no haga la denuncia”, dijo Luis Alberto González haciendo referencia a la abogada defensora Nadia Orce. Luis Alberto, José Valentín Aguirre y Orlando Argentino González estuvieron bajo el programa de protección a testigos después de haber denunciado los hostigamientos que sufrieron. “De acuerdo a lo que sostienen los testigos, después hubo un cambio de estrategia y pasaron a ofrecerles dinero para que cambien su declaración”, comenta la fiscal Julia Vitar al referirse a los hechos denunciados por los testigos y ratificados en la sala de audiencias.

La mayoría de los testimonios coinciden en la descripción del secuestro de los hermanos González. Detalles más, detalles menos, los relatos describen la presencia de dos vehículos. El primer secuestro en la casa de Héctor en horas del mediodía. El segundo secuestro, unos minutos más tarde, en la finca ‘La Favorina’ donde se llevaron a Víctor Hugo. La presencia entre los secuestradores del entonces comisario Orce es uno de los puntos de discrepancia entre los testigos presentados por la defensa y los de la fiscalía. Pero si de discrepancias se trata, una sola testigo sostuvo un relato absolutamente diferente. “Yo estaba adelante con mi prima y vi cuando entraron unos hombres y se lo llevaron a Héctor”, afirmó Matilde del Valle Escobar.

Matilde contó que los hombres que ingresaron a la casa de su primo estaban de a pie y que no había ningún vehículo. Que los vio a todos y ninguno era Francisco Orce. Que estaban con la cara descubierta. Que a Héctor Ricardo González se lo llevaron caminando. Que era en horas de la siesta. Las declaraciones de los otros testigos hablan de apenas pasado el mediodía y de que la familia se disponía a almorzar. De algunos hombres con el rostro cubierto y otros no. Entre estos últimos se encontraba Francisco Orce. La mujer con la que Matilde afirma haber estado es Liliana González. En una declaración anterior, Liliana sostuvo que se encontraba dentro de la casa a punto de compartir el almuerzo familiar. Su testimonio debió ser reprogramado junto al de Pedro Bernardino González. Ambos son hermanos de Víctor y Héctor y pueden aportar datos claves en esta búsqueda de verdad y justicia. Al finalizar la declaración de Matilde, la fiscalía pidió que la testigo sea procesada por falso testimonio.

Una de las pruebas que la defensa de Francisco Camilo Orce presentó para hablar de la inocencia del imputado es una nota en la que se afirma que no estaba prestando servicio en la comisaría de Ranchillos. “La nota que sostiene que (Francisco Orce) estaba adscripto y no se encontraba en la zona no está en su legajo”, sostiene Julia Vitar. “Se desconoce la autenticidad de este documento”, agrega la fiscal. “De todos maneras, aun cuando el documento sea auténtico, es necesario recordar que una de las características del periodo represivo es la doble faz”, explica Vitar aludiendo a la tesis propuesta por Eduardo Luis Duhalde en su libro El Estado terrorista argentino.  De acuerdo a lo expuesto por Duhalde se trató de una forma de Estado de excepción, con una doble faz: una pública y legal y una estructura paralela que denomina “Estado clandestino” donde se mantenía en la clandestinidad de las prácticas represivas.

Once meses pasaron ya desde que empezó la megacausa Operativo Independencia que tiene un universo procesal de 271 víctimas. A lo largo de las más de 50 audiencias se escuchó declarar a casi 400 testigos. A lo largo de las audiencias que quedan se espera terminar con la prueba testimonial. Luego será el turno de presentar las pruebas documentales y finalmente, en los alegatos, las partes valorarán todo lo producido a lo largo de más de un año de proceso oral y público. Serán los jueces quienes, finalmente, dictarán sentencia. En un escenario que se presenta adverso para las políticas de memoria, verdad y justicia; concretar y concluir este juicio es un logro en sí mismo. Un logro producto de las luchas de quienes hicieron frente a muchos escenarios adversos, de quienes jamás se resignaron y que siempre supieron que a la Justicia también había que militarla.