La adopción como opción, siempre

Por Lucía Herrera

“Los niños grandes vienen con muchas cosas” es una frase que se escucha seguido, a menudo de manera negativa, cuando se habla de adopción. Ante eso podríamos replicar que sí, que por supuesto que vienen con cosas: vienen con juegos que aprendieron, con amigos que formaron parte de su infancia, con una carpeta llena de sus pruebas que estaban guardando esperando a tener una mamá o un papá para mostrarlas, con ganas de una mascota para acariciar y amar, con el deseo de tener un cumpleaños con una torta únicamente para ellos y papás que vayan a sus actos de la escuela. Por supuesto que vienen con muchas cosas pero, sobre todo, con ganas de una familia que los ame.

En Argentina hay 2200 ñiñes que esperan ser adoptades en hogares convivenciales. También en Argentina, hay más de 2000 personas inscriptas para adoptar, entonces ¿qué es lo que está impidiendo que esas familias se formen? El hecho de que la mayoría de los adoptantes no prefiere adoptar “niños grandes”.

Las infancias tienen el derecho de vivir en familia y de recibir cuidados de calidad por parte de ellas. “Adopten niñes grandes” es una organización que busca asegurar ese derecho para todos los niños y niñas en situación de adoptabilidad del país.

Infancias en lista de espera 

A la hora de decidir adoptar hay que llenar un formulario para anotarse en el Registro Único de Postulantes de cada provincia y los requisitos son mínimos en el país.“Para estudiar una carrera o para sacar el carnet de conducir te piden mil cosas, mínimo para ser madre te tienen que pedir cosas básicas para asegurarse que ese niño va a estar bien” sostiene Sofía Pizzi, mamá por adopción e integrante de la organización. También se puede adoptar a través de una convocatoria pública, la forma en que Sofía formó su familia.

Es un colectivo que busca que la adopción sea una opción siempre” cuenta Pizzi. “Queremos visibilizar a estos 2200 niños que están esperando, sobre todo a les niñes grandes porque son los que más esperan, los que más tiempo pasan ahí y  también compartir colectivamente nuestra experiencia y nuestra crianza”. 

De acuerdo a los últimos datos, hay 2200 niños y niñas en situación de adoptabilidad en el país, del cual el 80% tiene más de 5 años. El 90% de las familias que se inscriben lo hacen buscando adoptar niñes menores de 5 años, y la realidad es que los niñes que están esperando en hogares son mayores de esa edad. El problema, suele ser entonces, la disponibilidad adoptiva de quienes se anotan.

“Un niño de 13 años tiene por lo menos 40 años más para vivir, y vos vas a poder maternarlo o paternarlo toda esa cantidad de años. Y son niños que todavía pueden vivir un montón de primeras veces que no tuvieron, desde subirse a una calesita, conocer el mar, ir a una pileta, un montón de cosas de vida y de momentos que pueden pasar juntos. Vos podés maternar o paternar siendo feliz y haciendo feliz a otro”.

“Los niños cuando cumplen años en hogares saben que cada cumpleaños, más allá de no tener un papá o una mamá con quien festejar, más allá de pedir como deseo una mamá o un papá, cada vez que cumplen años saben que se le van achicando las posibilidades de conseguir una familia” explican desde la organización.

Una de las misiones principales de la organización es la de generar herramientas para evitar vinculaciones fallidas, para evitar que haya “un niño abandonado nuevamente por las incapacidades de un adulto”. Así surgen grupos de apoyo y contención para saber que no se está solo en el proceso. Como consejo para quienes quieran adoptar, el colectivo destaca la necesidad de tener una “espera activa”, prepararse leyendo y formando parte de los grupos.

Adopten niñes grandes milita todos los días para que, en sus palabras, “ninguna infancia se pierda en una lista de espera”. La agrupación resalta la importancia de trabajar en cambiar la perspectiva desde la que se ve la adopción: “La sociedad tiene una mirada totalmente adultocéntrica de la adopción. Es como ‘ay pero espero mucho’ ¿Esperás mucho? Esperás en tu casa, yéndote de vacaciones, saliendo a comer, así es tu espera. ¿Y la espera del niño?” cuestiona Sofía. “El eje de la adopción no es el adulto, el eje de la adopción es devolverle el derecho a un niño o a una niña, porque los niños tienen derecho a tener una familia, y los adultos tenemos deseo de ahijar, es distinto”. 

Una familia que creció de golpe 

Sofía y su pareja, Alejandro, adoptaron a sus cinco hijes por medio de una convocatoria pública, hace ya más de cuatro años. Como las personas inscriptas no suelen anotarse para grupos de hermanos, y mucho menos para niñes grandes, los hijes de Sofía “pasaron al último estadio, que es la última oportunidad de los niños de tener familia, que se llaman convocatorias públicas”.

La pareja conoció a sus hijes un seis de diciembre del 2019 y, entre medio de todos sus nervios y miedos, supo que no importa lo que suceda, esa era su familia. “Mis hijos son lo mejor que existe, yo no sé cómo era mi vida antes. Son hermosos, son empáticos, todo el tiempo están mirando de verdad al otro”. Entre otras anécdotas, cuenta cómo le preguntan a la moza si es feliz o muestran su agradecimiento al cocinero de un restaurante y le dicen que su comida es muy rica “Cosas que vos decís, wow, estos pendejos vienen a enseñarte lo básico”.

Sofía y Alejandro vivían en Córdoba cuando se postularon para esa convocatoria pública. No sabían casi nada de los chiques, sólamente que eran 5 hermanos, que estaban en Buenos Aires y que tenían 5, 7, 9, 11 y 13 años. Después de trámites necesarios y viajes de una a otra provincia, justo el día en que se cumplían 20 años de la muerte del papá de Sofía - hecho que tomaron y abrazaron como una señal- recibieron un llamado. Les avisaban que habían sido seleccionados, que eran padres. “Fue como nuestro Evatest, dice Sofía

Viajaron a Buenos Aires sabiendo que debían instalarse al menos un mes para el proceso de vinculación. Por fortuna, el trabajo remoto de ambos se los permitía, así que alquilaron un departamento y esperaron ansiosos conocer a sus hijes. El encuentro se dio por fin un caluroso diciembre del 2019, y fue cuando comenzó un torbellino de emociones. “Fue un caos, ha sido muy difícil esa vinculación, éramos extraños”, confiesa la madre. Un grupo de desconocides con miedos pero con un sueño compartido: el de formar una familia. 

El mayor de los hijos de Sofía y Alejandro tenía 13 años al momento de la adopción, y meses antes del encuentro le había pedido a la jueza que lo separasen de sus hermanos para que ellos tuvieran más oportunidades de ser adoptados. Cuando se enteró de que había una pareja que los quería no pudo evitar preguntar: “pero ¿a mí también? ¿a mí también?”. 

Sofía relata que tres de sus hijos tienen discapacidades que no estaban diagnosticadas por la poca atención que pueden recibir en los hogares, y adelanta que hay que estar preparados para esa posibilidad a la hora de adoptar. Se trata de acompañar y entender a las infancias, “el trauma deja huellas en todos lados, en el cuerpo, en la psiquis, en la conducta”.

“Mientras nosotros estamos hablando aquí, hay niños que están en un hogar pensando cuándo llegará su familia. Una vez que conoces eso, no puedes mirar para otro lado” expresó Sofía, y alentó a futuros adoptantes: “El que tenga la oportunidad y el deseo de maternar, no se pierda esta película porque está buenísima, es compleja pero está buena”. “No es un acto de heroísmo, es una forma de familia distinta”.