Datos de una realidad bajo la alfombra

Los nazis no mataron 6 millones de judíos.                                                                                       Tomaron a uno y lo mataron 6 millones de veces                                                                    
Primo Levi

Fotografía de Ignacio López Isasmendi

La frase, aunque no parezca, tiene mucho que ver con el título de esta nota. Lo que el escritor italiano y sobreviviente de los campos de concentración nazis trata de decirnos es que los números, las estadísticas, en casos como estos, deshumanizan el horror de una tragedia; los números parecen alejarnos del verdadero suplicio que experimentaron de forma individual un enorme conjunto de personas. Al individualizar la tragedia entendemos que el que sufre tiene un rostro, una sonrisa, unas lágrimas y una personalidad irrepetibles.  Lo que sigue quizás sea un juego de números, pero vale la pena advertir que debajo de ellos hay personas que hoy, a esta hora, tal vez más cerca de lo que uno imagina, viven una realidad que debería parecernos insoportable. Lo peor de todo es que la soportamos.

Durante su gestión como Ministro de Salud de la Nación, Juan Manzur hizo descender abruptamente los índices de desnutrición infantil a partir de la adopción de una nueva nomenclatura que escalona las deficiencias alimentarias y desestima el factor edad, ponderando la relación estatura/peso (masa corporal) para las mediciones de los niños. De esta manera un niño de 6 años que tiene la talla y el peso de uno de 4 años es clasificado con un desarrollo normal por los médicos del servicio de salud pública. Así muchos niños que tenían cuadros leves de desnutrición pasaron a ser designados como niños con bajo peso, reservando el cuadro de desnutrición para los casos extremos. Así lo explicaba el doctor Eduardo Gómez Ponce, miembro del Sistema Provincial de Salud (SiProSa), en una investigación publicada en agosto de 2013 (http://goo.gl/K2u6c1). Desde 2010 la provincia adoptó esta nomenclatura y los índices oficiales pasaron de 22.000 casos de desnutrición infantil a 3.900 casos.

En este marco el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCi) desarrolló un indicador para medir casos de malnutrición infantil en la provincia: el Índice Barrial de Salud Nutricional (IBSN). Esta herramienta se propuso realizar, en una primera etapa, medidas antropométricas a unos 2500 niños que asisten a más de 80 comedores y merenderos comunitarios que el movimiento social Barrios de Pie sostiene en los distintos barrios humildes del territorio provincial. La segunda etapa consiste en el análisis de los datos a fin de generar estrategias de apoyo y concientización para evitar la malnutrición.

Ernesto Gómez Rossi, coordinador provincial del Instituto de Investigación, explicó: "El IBSN se enrola en lo que se denomina Investigación/Acción Participativa y está orientado a construir datos epistemológicos de base que permitan la detección precoz de malnutrición en niños, niñas y adolescentes. Así, durante los meses de abril y mayo realizamos las mediciones de 2500 niños, cerrando  la primera etapa de este índice. A estos niños y adolescentes de 0 a 19 años les tomamos edad, talla y peso conformando una muestra no probabilística con sus datos antropométricos. Estos datos serán analizados con el objetivo de detectar malnutrición y otros efectos de la alimentación defectuosa a la que están sometidos los niños y niñas que viven en situación de pobreza o indigencia.

El objetivo de este indicador, explicó Gómez Rossi, es generar espacios de acompañamiento y protección a las familias de escasos recursos para reducir las consecuencias de la malnutrición en la salud de los niños, niñas y adolescentes que les impiden el desarrollo de una vida plena. Por otro lado, Gómez Rossi señaló los alcances del indicador: “Estamos acostumbrados a pensar que la malnutrición es sinónimo de bajo peso, sobre todo si lo pensamos en el contexto de familias en situación de pobreza o indigencia. Pero es llamativo el aumento de los niños y niñas con sobrepeso, que, así como la desnutrición, es una consecuencia de tener que alimentar una familia numerosa sin los recursos mínimos necesarios para hacerlo".

Según explicaron los integrantes del ISEPCi, la malnutrición es un elemento que está presente en las familias de escasos recursos, debido a la imposibilidad de una planificación en la alimentación y de los límites que impone el dinero a la hora de acceder a determinados bienes alimenticios. Fue la inquietud que se percibe a través del contacto con las madres de los niños que asisten a comedores y merenderos la que generó la necesidad de poner en marcha esta herramienta. Las mediciones fueron realizadas por militantes de los centros comunitarios y por estudiantes de la Universidad Nacional de Tucumán, quienes fueron citados para formarse como Promotores de Salud Comunitaria antes de realizar el trabajo de campo. 

Gastón Gómez, quien coordina Barrios de Pie en la provincia, explicó la importancia que cobra este tipo de herramientas de participación para generar espacios de discusión alrededor de temas sensibles. “Con este indicador, el ISEPCi  le pone números concretos a una realidad que venimos denunciando desde hace años: la pobreza y la indigencia crecen en la provincia y con ellas la desnutrición de nuestros niños. Aunque los funcionarios de este gobierno busquen ocultarla bajo otros nombres, esta realidad salta a la vista en todos los barrios humildes de nuestra provincia. Y esta realidad configura un crimen en el marco del ciclo de crecimiento sostenido de la economía más importante de la historia de nuestro país”.

Además el referente aportó datos de pobreza e indigencia en la provincia que recogen a través del Índice Barrial de Precios que realizan con el ISEPCi. Desde marzo de 2013 ambas organizaciones realizan un relevamiento mensual de los precios de productos alimenticios en los barrios de nuestra provincia para medir el valor real de la Canasta Básica de Alimentos (CBA). Esto se debe a que desde la intervención del INDEC en el año 2007 se generaron índices denunciados hasta el hartazgo por diversas instituciones sociales, políticas y educativas. Al falsear estos datos se genera un descenso virtual de la pobreza, ya que el valor de la CBA es el indicador que, cruzado con los datos de la Encuesta Permanente de Hogares que se realiza de forma trimestral en los centros urbanos, nos dice el porcentaje de Indigencia y, a través de un coeficiente estadístico, establece la línea de Pobreza. “Lo que constatamos es que la pobreza en nuestra provincia es el triple del promedio nacional (la provincia dejó de medir estos índices en 2009) alcanzando al 29,8% de la población (el INDEC afirma que alcanza sólo al 9% y el último informe fue bloqueado durante el mes de mayo) mientras que el 6.9% de los tucumanos viven en la Indigencia (el INDEC habla del 1.6%). Estos datos son importantísimos, ya que el porcentaje de indigencia representa a unos 58.516 tucumanos en esta situación, y si hacemos un cálculo rápido nos damos cuenta de que en ese universo subsisten los 22.000 niños y niñas desnutridos que el gobierno esconde”, explicó el dirigente.

La problemática salta a la vista: mientras la economía general de Argentina creció durante 6 años en un 8% anual, y en nuestro país se generan los alimentos para alimentar a mas de 400 millones de personas, aún son miles los niños que deben enfrentar sus primeros años de vida bajo condiciones muchas veces deplorables, sin el alimento suficiente, sin cobertura de salud y en condiciones habitacionales que son lamentables, compartiendo una habitación entre 8  o 10 personas. Los estudios científicos demuestran que los niños que no tienen las condiciones mínimas para su desarrollo sufren consecuencias irreversibles, no solo a nivel del desarrollo corporal, sino también a nivel psicosocial, impidiendo un proceso de aprendizaje normal y generándole problemas de adaptación durante el resto de su vida.

Por si la situación no fuera lo suficientemente alarmante, la respuesta del Estado para con estas personas parece ser la de esconderlos bajo la alfombra, dibujar unos números que logren ocultar una realidad que se hace carne y, que por sobre todas las cosas, duele.