Planificación para la destrucción

Fotografía: Griselda Lazarte Cabrera

Puentes y caminos destruidos, localidades en distintos puntos de la provincia tapadas de agua, familias que han perdido lo poco que tenían. Las lluvias de las últimas semanas han demostrado, no que la naturaleza se ha vuelto loca, sino que existe una larga lista de (i)responsabilidades por parte de una gestión que construyó un país donde la gente está en el último lugar de prioridades. Especialistas y ecologistas vienen anticipando hace años que la falta de planificación e inversión por un lado, y el desarrollo del modelo de producción y consumo por otro, traería consecuencias que afectarían, como siempre, a los que menos tienen. Las profecías se están cumpliendo y muchos tucumanos las están sufriendo.

Fredy Carbonel, uno de los fundadores e integrantes del grupo ecologista ProEco, habla de crisis climática que, al contrario de la expresión cambio climático, pone el acento en la responsabilidad del ser humano. No se trata de una visión posmoderna donde la técnica y la ciencia traen solo oscuridad y sufrimiento a las personas, donde se deba pensar que cualquier avance es retroceso. Se trata de tener en claro que situaciones como las que se están viviendo en Tucumán y otras provincias del país no son catástrofes naturales contra las que nada se puede hacer. Las inundaciones, en este caso, son producto de la aplicación de un plan sistemático que Carbonel describe como de destrucción. Para comprender la dureza de este concepto hay que tener en cuenta los factores objetivos que lo sustentan.

Tucumán tiene como principal actividad económica la agropecuaria. Cada vez son más los bosques y montes que desaparecen en pos de ampliar la frontera de cultivos. Esta deforestación produce cambios irreparables en la estructura de la tierra que, entre otras cosas, pierde su capacidad de absorción. Dadas estas condiciones, cuando la lluvia cae con la intensidad de estas semanas debe buscar un cauce, que no siempre es el río, y es así como arrasa con poblaciones enteras. “Quizás las lluvias se han vuelto más recurrentes pero al encontrar un suelo desnudo, sin un paraguas verde, por supuesto que va a espantar”, dice Fredy, y agrega que el principal responsable de esta situación es el gran productor que, en definitiva, es el que acapara tierras, deforesta y realiza monocultivos. Por el contrario, dice este ecologista, el pequeño productor aún conserva una cultura campesina con una visión biodiversa y de cuidado del suelo y el ambiente.

Fredy Carbonel habla de responsabilidades diferenciadas. “No es lo mismo la responsabilidad política que podamos tener nosotros como ciudadanos, que la responsabilidad política de aquel que tiene poder de policía como la Dirección de Flora y Fauna (…)”. Con esto quiere dejar en claro que las autoridades de aplicación de las leyes ambientales no están ejecutando acciones tendientes a evitar problemas como el que se ha generado en las últimas semanas. El mapa de Tucumán está dividido en zonas verdes, amarillas y rojas. Estas últimas son zonas donde está prohibido deforestar. Desde ProEco se viene pidiendo información a la Dirección de Flora y Fauna pero no consiguen respuestas. Esta acción, según explica Carbonel, la puede realizar cualquier ciudadano amparado en la Ley Nacional de Libre Acceso a la Información Pública Ambiental (Ley 25.831). Según esta norma cualquier oficina de la Administración Pública o empresa privada tiene 30 días para responder la solicitud de información sobre cuestiones ambientales. “Nosotros como ciudadanos también tenemos la responsabilidad de hacer las denuncias por más que nos digan ‘no te van a contestar’. Tenemos que ejercitar ese derecho que tenemos”, propone Carbonel.

Por último, en el nivel máximo de responsabilidades, se encuentra un gobierno provincial que hoy se muestra "preocupado por las personas que perdieron todo" pero que durante doce años de gestión no invirtió en infraestructuras capaces de hacer frente a la crecida de los ríos. Una inversión que de haberse concretado hubiera evitado que cientos de tucumanos pierdan sus casas, sus pertenencias, sus cosechas y animales. Una inversión que ni este ni gobiernos pasados tuvieron la decisión política de realizar. Una administración que expone un modelo de producción depredador. “Vivimos en un sistema donde los ciudadanos no importan”, dice Fredy dando cuenta del modelo reinante que se basa en planificar para destruir.

Frente a una provincia que hoy padece la imprevisibilidad de un Estado y el abandono de más de una década de gestión, la solidaridad se levanta. En cada ciudad, localidad y pueblo se organizan campañas para recolectar agua mineral, alimentos, vestimentas y artículos de limpieza. La ayuda llega desde el pequeño o gran aporte de cada ciudadano. Las puertas de las escuelas se abren para albergar y alimentar a quienes perdieron todo. “Es impresionante la solidaridad de la gente que se llegó, preguntó qué es lo que se necesitaba. Algunos con una bolsita chiquita de supermercado, una remera, un calzado o una botella de agua”, contó Griselda Lazarte Cabrera, vecina del sur de la provincia. Por su parte, Fredy Carbonel asegura que ahora lo urgente es solidarizarse con los damnificados pero deja una pregunta flotando en el aire: “¿Después qué?”. Y esa pregunta hace replantearse el lugar que cada uno ocupa como ciudadano y las responsabilidades que eso implica frente al ambiente y frente a la sociedad.