Prevenir antes que diagnosticar

Fotografía de David Castillo Dominici | FreeDigitalPhotos.net

Cuando un niño o adolescente no se siente cómodo en la escuela, los adultos suelen pensar que el problema es de la escuela. Cuando una niña o adolescente no sociabiliza con sus compañeros de clase, los profesores suelen decir que “ella no quiere hacerse amigos; déjenla, pobrecita”. Cuando un niño, niña o adolescente se ve afectado en su salud mental por diversos motivos, elige el silencio. Esto deriva en un diagnóstico que se basa en el comportamiento sin suficiente abordaje sobre el contexto, los factores sociales, relacionales, identitarios y físicos que rodean al niño. El resultado final es la prescripción inadecuada de medicamentos que agravan la situación y profundizan la problemática.

La Comisión Nacional Interministerial en Políticas de Salud Mental y Adicciones (CONISMA) observó estas situaciones y planteó pautas para evitar un tratamiento peligroso que afecte la salud mental de los jóvenes. Cabe explicar que esta comisión parte de la Ley de Salud Mental, quién considera que el órgano de aplicación debe ser el Ministerio de Salud de la Nación y prevé que cada ministerio destine una partida presupuestaria para el abordaje de cuestiones que están por fuera de lo considerado en salud. Con esto, la ley plantea un cambio de paradigma y pone la mirada sobre la persona que tiene un padecimiento mental para que sea asistida en el lugar más cercano a su comunidad. En este marco, la CONISMA se reúne en forma mensual interministerialmente y se aboca a temáticas relacionadas al trabajo de diversos sectores en relación a la salud. “Se plantea que la salud mental es un proceso dinámico, es decir que está en constante movimiento. No va estar determinada solamente por cuestiones psicológicas o biológicas, sino también por cuestiones históricas y sociales”, dice el psicólogo Lucas Juárez, integrante del Programa de Salud Mental Infanto-Juvenil de la División de Salud Mental del Programa Integrado de Salud.

Teniendo en cuenta esta idea de la salud mental como proceso dinámico, la iniciativa de la CONISMA para evitar el tratamiento inadecuado de niños, niñas o adolescentes es no patologizar ni psicologizar. Para ello la comisión se dirige a agentes del sistema de salud, equipos de orientación, gabinetes psicopedagógicos, docentes y comunidad educativa en general, mediante el Acta 12/14. “Lo primero que hay que reconocer es que son momentos evolutivos y son una forma de ser sujeto. No se puede poner una etiqueta a un chico porque presente una determinada sintomatología en la escuela. Hay una diferencia sustancial entre algo que se manifiesta en la escuela y algo que genera la escuela”, explica el psicólogo Lucas Juárez. Esto quiere decir que existen diversos factores ambientales, comunitarios y familiares que pueden generar un problemática escolar. “Un chico que tiene situaciones de abuso o maltrato de cualquier tipo puede presentar dificultades, por ejemplo, para el aprendizaje”, dice el psicólogo. La ansiedad y la angustia ante ciertas circunstancias afectan de lleno a la memoria y la concentración. Entonces, si solamente se aborda la situación como una cuestión de problemática de aprendizaje se pude llegar a obturar una solución más acorde a la problemática particular del niño o joven.

Desde la iniciativa se plantea que cada caso sea tenido en cuenta como un caso particular. Además se exige una evaluación y que, en el caso que lo requiera, sea interdisciplinaria. Con esto se pretende evitar el sobrediagnóstico. “No todos los chicos que no prestan atención tiene TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad), sino que eso puede estar encubriendo un malestar que se da en otro ámbito o en la propia escuela”, comenta Lucas Juárez. Es así que en el abordaje tiene que considerarse a la persona, su contexto y que una problemática que se limita a la escuela puede ser algo más complejo.

El abordaje correcto debe tener en cuenta todos estos factores y tomar todas las precauciones de cada caso. Para ello es recomendable un análisis interdisciplinario que lleve a un diagnóstico en equipo. Esto permitirá conocer que tan pertinente es cierta medicación y/o tratamiento. A su vez, esto lleva a repensar el estigma de los fármacos y las drogas. “Demonizar a la droga como si fuera una sola cosa a su vez genera un estigma en la comunidad y los usuarios de salud y genera un efecto estigmatizante en los profesionales”, explica Juárez.

La CONISMA rescata la importancia de la voz de los niños. Es fundamental el vínculo que existe entre el niño y la familia, como así también el reconocer las conductas previsibles de parte de los padres hacia los chicos. La estabilidad en la relación intrafamiliar se relaciona con el respeto y el reconocimiento hacia el otro. “Esto es fundamental para generar cierto nivel de bienestar psicológico”, afirma Lucas y agrega “imaginate que un chico que está en un contexto conflictivo, aunque no lo exprese, lo traduce en síntomas psicosomáticos, por ejemplo”. Estas conductas se relacionan a ciertas situaciones que, a veces, también surgen en la escuela o en relación a ella. Tales son los casos de violencia escolar en sus diferentes tipos, “hay que tener en cuenta que hay distintos tipos de bulling. El más nuevo es el ciber acoso. Sí pasa y de hecho se lo ve a menudo. Luego hay otros como el vacío social o la discriminación”, cuenta Lucas Juárez.

Lo básico a considerar para evitar un diagnóstico errado es considerar que los que están facultados para ello son los equipos de salud. Estos equipos evaluarán de manera interdisciplinaria y definirán si es necesario un abordaje psicofarmacológico. “Hay algunos sectores profesionales que si bien no diagnostican, pero sugieren a los padres. Ante esa duda hay que consultar al equipo de salud y que el equipo vea si es pertinente”, aconseja el especialista. Una prescripción inadecuada puede estar relacionada al empeoramiento de los síntomas o a empeorar la situación contextual. “Pensemos lo que un fármaco mal administrado puede generar en un niño que sufre violencia doméstica”, reflexiona Juárez, y afirma que es fundamental el acompañamiento de los responsables de llevar a cabo la prevención. Responsabilidad que recae sobre los servicios de salud con la comunidad, como así también los distintos actores del servicio de salud.