Comenzó el juicio por el homicidio de Miguel Reyes Pérez

- Y usted, ¿Cómo los conoce a estos dos policías?¿Cómo sabe los nombres de ellos dos y no de todos los demás?

- Porque ellos fueron muchas veces a mi casa a buscar a Reyes. Se lo llevaban y lo encerraban por contravenciones. Le hacían que robe para ellos. Estos dos policías me decían que me iban a entregar a mi hijo en un cajón, y lo cumplieron. ‘Lacra, sos una lacra, vos te tenés que morir’, le decían. Al final a mi hijo no lo mató el paco, lo mataron estos dos policías, Navarro y Figueroa.

-Usted dice que no los denunciaba porque tenía miedo que pase lo que pasó ese 24 de diciembre, ¿por qué no denunció entonces?

- Señor, ese día se llevaron a mi hijo al hospital, lo internaron. 23 días en coma lo tuve. Yo solo podía pensar y rezar para que no se me muera, mire que iba a denunciar.

Las respuestas de Ana Reales al abogado defensor Gustavo Carlino tuvieron la fuerza y la contundencia de casi 5 años de militancia exigiendo justicia. Con el dolor a cuestas, esta mujer decidió que los dos policías que habían herido de muerte a su hijo debían ser investigados y juzgados. En el camino se encontró con otras madres y se sumó a la organización Familiares de Víctimas del Gatillo Fácil. Desde ese lugar recorrió las calles gritando el nombre de Miguel Reyes Pérez y el de todas las demás víctimas. Conoció cada recoveco de tribunales y cada maña de los abogados para dilatar el inicio del debate oral y público. Ese que, por fin, empezó este lunes pasadas las 9 de la mañana.

Dicen los vecinos del barrio San Cayetano y testigos en este juicio que Reyes estaba tomando cervezas con unos amigos. Que los policías Gerardo Figueroa y Mauro Navarro lo siguieron por los pasillos del barrio. Que Navarro le disparó con una ithaka en la cabeza. Que luego le dio un culatazo en la misma zona. Que Figueroa le gritaba ‘Pegale, pegale’. Que la ambulancia no llegaba más y por eso los mismos policías lo subieron a un móvil que llegó más tarde y lo trasladaron al hospital. Dicen los vecinos y testigos en este juicio que conocían a los policías de antes. Que siempre entraban al barrio persiguiendo chicos. Que supieron que Navarro se apellidaba así cuando el hecho tomó estado público, porque lo conocían como ‘Rambito’.

Los policías imputados estaban sentados a la derecha de los testigos. Detrás de los barbijos se podía ver las sonrisas socarronas cuando los vecinos eran interrogados como si a ellos se los estuviera juzgando.

Afuera de Tribunales, en la puerta que da a calle España, militantes, familiares y amigos acompañaron a Ana con carteles, banderas y cantos. La consigna: Justicia por Miguel Reyes Pérez. Basta de Gatillo Fácil. El Estado es responsable.

Fotografías de Mariela de Haro