Le devolvió un premio a Alfaro por mantener y tolerar los dichos de Ceferino Décima

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Marta Gómez es una de las primeras tucumanas que salieron a la calle a exigir la aparición de su hija, Carmen y su yerno Héctor Gargiulo. Con más de 40 años de lucha, es reconocida por todos los militantes de derechos humanos por su coherencia y su entereza. Hoy escribió una carta dirigida al intendente de San Miguel de Tucumán: "Sinceramente yo no puedo conservar este reconocimiento con el que ud me ha distinguido sabiendo que tolera semejantes infamias, llenas de odio y de desprecio", dice.


Marta dio testimonio en 2016 en el juicio Operativo Independencia.

La carta completa:

Me dirijo a ud a fin de hacer llegar (devolverle, en realidad) el reconocimiento que me fuera por ud. entregado en el mes de marzo del corriente año, con el que la Municipalidad honra a las "mujeres destacadas" de esta ciudad. En este sentido, le pido disculpas por no llevárselo personalmente, pero a mis 87 años, salgo bastante poco de casa, así que le pedí a mi nieto Pablo, que se lo hiciera llegar junto con esta carta.

Pablo, justamente, es el único hijo de mi hija Carmen Gómez, a quien todos llamábamos cariñosamente Cachi y que fue secuestrada junto a su marido y papá de Pablo, Héctor Hugo Gargiulo a quienes muchos conocían como “El Chato” el 5 de marzo de 1976. Ambos se encuentran desaparecidos hasta el presente.

Antes de eso, el 27 de diciembre de 1975, ya había secuestrado a Julio Martín, el marido de Marta, mi hija mayor, y padre de Andrés, mi segundo nieto.

A diferencia de Cachi y Hugo, los restos de Julio pudieron ser hallados, hace pocos años, en el Pozo de Vargas.

Desde aquel entonces, créame que hice todo lo que estuvo a mi alcance para poder encontrarlos. Mandé cartas a la iglesia, a las autoridades militares y políticas, a organismos nacionales e internacionales de DDHH, a los medios de prensa, indagué todo lo que pude gracias al testimonio de los sobrevivientes, hice todo lo que pude para encontrar a mi hija ya mis yernos, durante años y años.

Y también durante todos esos largos años reclamé justicia. Reclamé que los responsables de esos crímenes y de tantos otros no quedaran impunes.

Y lo sigo haciendo. Y lo seguiré haciendo hasta que me llegue la hora de reencontrarme con ellos y mis otros seres queridos, que ya no están pero que siempre me acompañan. 

Le menciono esto, porque creo que esta es la razón por la cual se resolvió distinguirme con este reconocimiento. Si hubiera otra, la verdad es que francamente la ignoro, puesto que más allá de haber trabajado honradamente durante toda mi vida, haber criado con amor a 5 hijos, a 12 nietos ya 13 bisnietos y haber ayudado a quien he podido a lo largo de estos 87 años de vida, creo no haber hecho otra cosa que merezca el calificativo de “destacable”

Sin duda en este esfuerzo no he estado sola. Muchas mujeres han participado del mismo esfuerzo por rescatar la memoria y exigir el justo castigo de los responsables de los crímenes de lesa humanidad. Todas alentadas por el mismo amor y las mismas convicciones de justicia.

 Es por esto que no puedo conservar su reconocimiento. Y lo lamento porque me parece una obra hermosa, que había encontrado su lugar en la pared del living de casa, la misma en la que vivió mi hija y su marido hasta cuando fueron secuestrados.

Sin embargo, no puedo conservarla.

No puedo y no quiero.

Y es que verá, Sr. Intendente, recientemente me he enterado a través de la prensa que el municipio a su cargo mantiene desde hace años entre sus empleados al Sr. Ceferino Décima.

Desconozco la función que este señor cumple en la municipalidad o qué servicios realiza. Lo que sí sé, porque lo he escuchado y leído, es que este señor dice cosas horribles de nuestros hijos y de nuestros nietos y que considera graciosa nuestra desgracia y se burla de ella.

Sinceramente yo no puedo conservar este reconocimiento con el que ud me ha distinguido sabiendo que tolera semejantes infamias, llenas de odio y de desprecio.

No puedo y no quiero.

Porque como le dije antes Sr. Intendente, hasta el día de hoy, con las fuerzas que me quedan y con la ayuda de quienes me aman, sigo luchando por la memoria y la justicia.

Y lo seguiré haciendo.

Atentamente.-